LIBERTAD DIGITAL
Juicio contra la libertad de expresión
Cree Gallardón que ha cosechado un triunfo
JUAN CARLOS GIRAUTA
"En segunda instancia se corregirá esta aberración, pero las intenciones del próximo líder de la derecha, digo del futuro, digo de la nada, han quedado claras".
“La Constitución no reconoce un pretendido derecho al insulto”, puntualiza la sentencia del escándalo, cima profesional de la juzgadora pues por ella se la recordará. Pero, ¿quién traza la frontera entre el insulto y la crítica política? La juzgadora. Pasa esto en un país con la justicia en estado comatoso, buscada (y encontrada) por los nacionalistas para su despiece, cercana a la indigencia en cuanto a recursos materiales y humanos, desprestigiada ante la ciudadanía como se encargan de revelar todas las encuestas, lenta lentísima, colapsada, inoperante, incoherente, incapaz de salvaguardar la vigencia de varios principios fundacionales (empezando por el de igualdad), secuestrada por un ejecutivo con el que ha recorrido los más polvorientos caminos.
Lo que le faltaba era abrir esta vía de control de la opinión, que a la juzgadora le parecerá muy razonable y justa, pero que, por alguna razón de peso (piense, piense), nadie se había atrevido a abrir en la historia de nuestra tortuosa democracia, rica en las más duras críticas porque el crítico modula sus palabras según la gravedad de lo que va aconteciendo en la vida pública. Y aquí ha acontecido de todo.
No tiene nada de extraño que le haya tocado el papel histórico de excitar la acción de la justicia en este caso a quien años atrás instaba el secuestro de publicaciones, el próximo líder de una derecha española a la que él va a borrar la identidad o lavar el cerebro: el PP no es de derechas, ¿vale? ¿Y español? Ya veremos, según y cómo. Quién se lo iba a decir a aquel secretario general de Alianza Popular.
Queda una gran duda y una corta reflexión. La duda se refiere a la conveniencia de que los opinadores sigamos diciendo lo que creemos; quiero decir los opinadores no progres ni nacionalistas, grupos exentos: es gratis ciscarse en la patria, señalar objetivos, inventar informaciones, urdir procesos inquisitoriales, causas generales contra el juez de la Audiencia que toca al magnate o el periodista incómodo que agita conciencias. Algunos seguiremos hablando claro, y sólo cambiará una cosa: lo haremos con más fuerza y con más ganas. Así que han hecho un pan como unas hostias. Si la duda era grande, como les decía, la reflexión es corta.
En segunda instancia se corregirá esta aberración, pero las intenciones del próximo líder de la derecha, digo del futuro, digo de la nada, han quedado claras. El ministro Sebastián, a quien el alcalde jamás sentará en un banquillo porque se adscribe formalmente a la izquierda, seguirá para siempre en la memoria esgrimiendo una foto de Corulla, lo cual, como es sabido, no ofende al Faraón. Cree Gallardón que ha cosechado un triunfo.
EL POST DE COLUMNISTAS, ARTÍCULOS DE OPINIÓN
- bylY
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EL MALESTAR EN EL LENGUAJE
JUAN JOSÉ MILLAS.
Estos días, y a propósito de los miembros y las miembras de la ministra Aído, hemos asistido a un episodio más del malestar en el lenguaje. No estamos a gusto con la gramática. Y lo que importa ahora no es el caso concreto de las miembras, sino la cuestión de fondo. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué los vascos y las vascas, por qué todos y todas, por qué los licenciados y las licenciadas, etc.? Da la impresión, por la virulencia con la que unos y otros exponen sus argumentos, que en realidad se habla de otra cosa. Y, en efecto, se habla de otra cosa. Se habla, por ejemplo, de si las normas gramaticales transmiten ideología, de si fijan comportamientos, de si reflejan posiciones.
La mayoría de los entendidos en cuestiones gramaticales aseguran que la lengua no es sexista. Cuentan para demostrarlo con una cantidad notable de argumentos. Quienes afirman lo contrario, también. Estos días circula por Internet una demostración irónica de que la lengua castellana "no es machista en absoluto", basada, entre otros, en los siguientes ejemplos: Un zorro es un espadachín justiciero; una zorra es una puta. El perro es el mejor amigo del hombre; la perra es una puta. Un aventurero es un tipo valiente, osado, un hombre de mundo; una aventurera es una puta. Un hombre público es un personaje prominente; una mujer pública es una puta. Un adúltero es un hombre infiel; una adúltera es una puta. Un hombre que vende sus servicios es un consultor; una mujer que vende sus servicios es una puta. Y así sucesivamente. El diccionario, por su parte, está lleno de perlas sexistas que describen la realidad con la voluntad de que la realidad no cambie.
Afirmar que el machismo no se refleja en el lenguaje es como decir que la condición de gángster no se percibe en las manifestaciones verbales. Los pistoleros no se expresan como los obispos ni los investigadores como los carreteros. Es imposible que el machismo del que venimos, y en el que en gran medida continuamos instalados, no tenga su repercusión en el habla. Todo lo que pasa por la realidad se manifiesta en las palabras. Bastaría el reconocimiento de la incomodidad a la que nos referíamos al principio para comenzar a entendernos.
JUAN JOSÉ MILLAS.
Estos días, y a propósito de los miembros y las miembras de la ministra Aído, hemos asistido a un episodio más del malestar en el lenguaje. No estamos a gusto con la gramática. Y lo que importa ahora no es el caso concreto de las miembras, sino la cuestión de fondo. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué los vascos y las vascas, por qué todos y todas, por qué los licenciados y las licenciadas, etc.? Da la impresión, por la virulencia con la que unos y otros exponen sus argumentos, que en realidad se habla de otra cosa. Y, en efecto, se habla de otra cosa. Se habla, por ejemplo, de si las normas gramaticales transmiten ideología, de si fijan comportamientos, de si reflejan posiciones.
La mayoría de los entendidos en cuestiones gramaticales aseguran que la lengua no es sexista. Cuentan para demostrarlo con una cantidad notable de argumentos. Quienes afirman lo contrario, también. Estos días circula por Internet una demostración irónica de que la lengua castellana "no es machista en absoluto", basada, entre otros, en los siguientes ejemplos: Un zorro es un espadachín justiciero; una zorra es una puta. El perro es el mejor amigo del hombre; la perra es una puta. Un aventurero es un tipo valiente, osado, un hombre de mundo; una aventurera es una puta. Un hombre público es un personaje prominente; una mujer pública es una puta. Un adúltero es un hombre infiel; una adúltera es una puta. Un hombre que vende sus servicios es un consultor; una mujer que vende sus servicios es una puta. Y así sucesivamente. El diccionario, por su parte, está lleno de perlas sexistas que describen la realidad con la voluntad de que la realidad no cambie.
Afirmar que el machismo no se refleja en el lenguaje es como decir que la condición de gángster no se percibe en las manifestaciones verbales. Los pistoleros no se expresan como los obispos ni los investigadores como los carreteros. Es imposible que el machismo del que venimos, y en el que en gran medida continuamos instalados, no tenga su repercusión en el habla. Todo lo que pasa por la realidad se manifiesta en las palabras. Bastaría el reconocimiento de la incomodidad a la que nos referíamos al principio para comenzar a entendernos.
- Amarilla
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El independentismo, madre
José A. Alemán
El periódico santacrucero que ya saben volvió a pedirle a los políticos que a los canariones ni agua, con los canariones ni a misa; además de largar la retahíla habitual de la tercera isla y su “Gran”, ahora ampliada con la propuesta de exclusión de Gran Canaria del futuro Estado independiente porque, según parece, esta isla es el brazo armado y principal beneficiaria de la opresión colonial española.
Muy libre es el matutino de expresar filias y fobias y de disparatar alegrándonos la vida con sus alardes de ignorancia. Sólo me interesa lo del indepentismo por cuestión de rigor histórico. La independencia de Canarias no deja de ser, a mi entender, una opción. No es la mía, pero entiendo muy bien que sea la de otros; cada cual con sus razones y sus expectativas.
Por eso, lo que me llama la atención no son las proclamas irredentistas en sí sino la procedencia social de varios de los personajes que acaban de levantar la bandera de la libertad, nada menos. Sobre todo porque aseguran hacerlo por respeto a sus antepasados guanches sin pararse a considerar que también descienden de quienes vinieron a masacrarlos y de quienes persiguieron a Secundino Delgado.
Con todo, lo chocante de verdad es que algunos de los que reclaman la libertad pertenecen a la misma clase social santacrucera históricamente apegada a los capitanes generales; tanto durante la larga etapa en que encarnaron el poder personal autoritario a la cabeza del régimen militar establecido en las islas, como después, cuando ejercieron de cabeza principal de la represión franquista. Tan identificados estuvieron que la misma clase política de la que han surgido estos neoindependentistas (no confundir con los de toda la vida) es la que se ha opuesto siempre a que desaparezcan de Santa Cruz las numerosas referencias urbanas, monumentos incluidos, a la dictadura.
Conste, para terminar, que por mí pueden hacer de su capa un sayo, faltaría más. Si me ocupo del esperpento es por la misma curiosidad de saber cómo se fabrica, de ahora para después, un independentista de salón y porque conviene precisar el origen de estas movidas, más que nada para dejar claro que cuanto tienen de frivolidades de señoritos ociosos y/o en apuros, que todo pudiera ser. Seguro que cuando caigan en la cuenta de que tras la independencia no podrán publicitar los Carnavales como “los mejores de Europa” se lo piensan mejor. Son como niños; pesados y majaderos.
- Amarilla
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La casa
Aquella casa existía. Y allí sigue, intacta, custodiada por malas hierbas y escombros. Rodeada de desconocidos y vacía. Carente de todo, pero llena de recuerdos.
Sí, aquella casa existía. Vuelvo a verla y vuelvo a recordar. O recuerdo y vuelvo a verla. Quizá hasta recuerdo sin ver. Cimientos de un pasado, quizá no mejor, pero sí apreciado, quizá no añorado, pero sí recurrente.
Aquella casa existía, como existe su imagen dentro de mí, tan nítida, tan real. Recorro cada rincón con los ojos cerrados y me doy cuenta de que no paseo por estancias, no paseo por habitaciones. Paseo por tu piel, por tu sonrisa, por el tesoro de tu presencia y el desasosiego de tu ausencia. Paseo por tu ira y por tu llanto, paseo por tu voz y tus caricias, tus reproches, tus celos y tu miedo. Paseo por mi vida. Y sí, aquella casa existía, como sigue dentro de mí tu recuerdo, tan dulce como hiriente.
Sí, aquella casa y aquella vida existían. Y existen, maldita sea.
- Amarilla
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¿Crisis?
ELVIRA LINDO
La palabra crisis ha ido colándose tozudamente en las columnas de los periodistas más reacios a usarla. Hace tan sólo unos meses había que andar con cuidado porque, si se te escapaba la palabreja en una comida, tus amigos, tu familia podían mirarte como si de pronto te hubieras quitado la careta y apareciera una de aquellas lagartas de UVE. ¡Maldición, eras del PP! Yo no veía la conexión entre la palabra y el partido de Rajoy porque, por menos que se leyera la prensa internacional, la palabrilla brincaba de uno a otro periódico, pronunciada con preocupación y sin complejos por gobernantes de diferente sesgo. Pero, al parecer, en España las palabras son propiedad de los partidos y la propiedad intelectual de ésta la tenía el PP. De esto, ya digo, hace medio año. Brujuleabas por la calle y percibías la angustia de esos ciudadanos que acusan cada subida, por mínima que a otros les parezca, de los alimentos básicos; brujuleabas por la prensa y, por un lado, estaban los que responsabilizaban absolutamente al Gobierno, como si la crisis fuera un acontecimiento exclusivo de España; por otro, los que negaban su existencia. De fondo, la realidad.
Por fortuna, gracias a que, tras la victoria del PSOE, se percibe cierta estabilidad en el ambiente, la palabra que define con más exactitud esta situación que ya nos ha pegado el primer mordisco, se encuentra hoy hasta en los artículos de los que la negaron con más ferocidad: ¡Es el espantajo con el que nos asusta el PP!, nos decían.
Era curioso leer cómo gente de izquierdas negaba las dificultades de la clase trabajadora; recordaba el seguimiento ciego de ciertas consignas estalinistas. El optimismo obligatorio. En mi opinión, el reconocimiento de una crisis no tiene por qué perjudicar al Gobierno, al contrario, es una manera de hacerse solidario con quien la sufre.
- Amarilla
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Aquí una ‘guarra’
Lucía Etxebarria
Resulta que una lectora me envía la letra de una canción "Tú eres una zorra como todas las demás, sólo buscas p... gordas, para poder f... en un lujoso hotel, o en la guantera de algún coche" (He censurado el lenguaje en atención a la sensibilidad de los lectores y lectoras). ¿Quién lo hace en la guantera de un coche?, me pregunto una y otra vez sin hallar respuesta. ¿Pulgarcita? Y la letra sigue durante cinco minutos viniendo a decir que si llevas escotes y minifalda y te gusta el sexo es que "eres una guarray no tienes dignidad" (copio el verso tal cual).
Entonces recuerdo que en Barcelona estuve firmando libros al lado del tal Porta (que al chaval le han escrito un libro ytó) y me fijé en una churri que teníamos enfrente de la caseta y que nos miraba frunciendo libidinosamente el morrito, ataviada con minifalda cinturón y escote hasta el ombligo. Como los avispados lectores habrán adivinado, era la novia de Porta, alias Cari,unaguarracomo todas las demás. De lo que deduzco que el chico escribió en su día la canción cabreado porque las guarras en cuestión se lo hacían con todos menos con él, y que cuando la fama le consiguió acceso a las guarras, entonces se hizo con una: un clásico.
El Porta afirma que él se limita a contar lo que ve. Lo mismo nos cuentan Sidonie en La vida bohemia. Con estilo, con ironía, con clase, y sin insultar a nadie. ¿Pero a quién aplauden más los chicos en los foros de internet? Al Gili Porta.
En fin, visto lo visto, nuestro recién creado Ministerio de Igualdad...Pues eso… igual da.
- Amarilla
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Leer es rebelarse
JUAN JOSÉ MILLÁS
La mitad de los españoles no lee: ahí sí que hay dos orillas, dos Españas, sobre todo si pensamos que la mitad de los que leen no entiende. En mis intervenciones en institutos y colegios intento transmitir, no sé si con éxito, la idea de que la lectura constituye uno de los pocos modos que van quedando de rebeldía eficaz frente a un mundo cada vez más mortificado. Se acabaron las revoluciones, las tomas de palacio; no hay más cera que la que arde. Eso no quiere decir que no haya que modificar la realidad (a nadie le gusta), pero hay que cambiarla a base de ponerla en cuestión de tal modo que ni ella misma se pueda contemplar en el espejo sin avergonzarse.
Y eso se hace con palabras, con libros, no a guantazos. La mayoría de la gente que desprecia la lectura se asombraría de saber hasta qué punto el dominio de la palabra otorga un poder que no cabría atribuir a una herramienta tan humilde. De hecho, hoy, más que nunca, estamos gobernados por palabras. Desaparecidas, o en estado de gravedad extrema, las ideologías, los políticos nos gobiernan a base de jerga. Por lo general, no ganan las elecciones los programas, sino las jergas. Si al PP le ha costado tanto alcanzar el poder, y finalmente ha llegado a él de un modo tan precario, es porque, pese a los esfuerzos de Aznar, su gente ha leído poco y carece de jerga. Leer es poder. Con la lectura uno es capaz de cambiar totalmente su existencia y, en consecuencia, la de quienes le rodean. Eso es modificar la realidad.
Hay en el mercado de la rebeldía multitud de productos que no hacen sino afianzar el sistema establecido, que necesita ser transgredido para certificar su existencia. La lectura no está entre esos productos porque es verdaderamente peligrosa. El que lee pone en cuestión al hacerlo todo el montaje en torno al cual chapoteamos. Es cierto que lo hace de forma silenciosa, pero ese silencio es más ruidoso que el de mil borrachos asaltando una comisaría después de que su equipo haya perdido la Liga. Por eso, quizá, las humanidades, en general, están cada vez menos presentes en los programas escolares, porque quienes mandan saben que leer es la forma de rebelión más eficaz en los tiempos que corren.
- bylY
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Canibalismo deportivo
Se extiende como una epidemia de canibalismo: los presidentes y directivos de las federaciones deportivas están atacando públicamente a las figuras más destacadas de sus deportes respectivos. Hubo casos anteriores, olvidados o escondidos, en deportes minoritarios; pero ahora es una fiebre contagiosa. Los presidentes del fútbol, baloncesto o tenis actúan como anticuerpos que marcan a Luis Aragonés, Pepu Hernández o a los tenistas galácticos Nadal, Moyà o Ferrer como enemigos acérrimos. Aragonés se irá después de la Eurocopa, Hernández está despedido, y sólo Pedro Muñoz, el inefable presidente de la raqueta, ha mordido el polvo. Los tenistas de la Spanish Armada no son fácilmente reemplazables y, en un cálculo de coste de oportunidad, es más fácil sustituir al presidente de una federación que a jugadores con muchos títulos en su haber.
Un psicoanalista explicaría esta acumulación temporal de antropofagia deportiva por una suerte de estrés postraumático inverso. El éxito continuado -bueno, en el caso del fútbol, una alegría esporádica- produce extraños espejismos entre los federativos. Uno muy frecuente consiste en creer que pueden mejorar el trabajo de los profesionales. Así que intervienen autoritariamente para demostrarlo. En otros casos son simples celos, el mecanismo más trivial del rencor. En todos, se desborda la imprudencia. No se debe provocar un conflicto a dos meses de la Eurocopa, una eliminatoria de la Copa Davis o unos Juegos Olímpicos. Quien vulnere un principio tan elemental debe ser recluido temporalmente en una escuela de negocios, con los gastos a su costa, para corregir su incompetencia.
En esa escuela, el directivo chapucero deberá aprender las reglas básicas de la separación de poderes. La más importante es que los federativos se encargan de la administración y de la política: firmar los cheques, designar cargos medios, conseguir fichas y nombrar un entrenador. La tarea del entrenador es formar un equipo competitivo; la de los jugadores, meter goles, hacer canastas o conseguir aces. Si es tan fácil, ¿por qué no lo entienden? Que lo copien 1.000 veces.
Se extiende como una epidemia de canibalismo: los presidentes y directivos de las federaciones deportivas están atacando públicamente a las figuras más destacadas de sus deportes respectivos. Hubo casos anteriores, olvidados o escondidos, en deportes minoritarios; pero ahora es una fiebre contagiosa. Los presidentes del fútbol, baloncesto o tenis actúan como anticuerpos que marcan a Luis Aragonés, Pepu Hernández o a los tenistas galácticos Nadal, Moyà o Ferrer como enemigos acérrimos. Aragonés se irá después de la Eurocopa, Hernández está despedido, y sólo Pedro Muñoz, el inefable presidente de la raqueta, ha mordido el polvo. Los tenistas de la Spanish Armada no son fácilmente reemplazables y, en un cálculo de coste de oportunidad, es más fácil sustituir al presidente de una federación que a jugadores con muchos títulos en su haber.
Un psicoanalista explicaría esta acumulación temporal de antropofagia deportiva por una suerte de estrés postraumático inverso. El éxito continuado -bueno, en el caso del fútbol, una alegría esporádica- produce extraños espejismos entre los federativos. Uno muy frecuente consiste en creer que pueden mejorar el trabajo de los profesionales. Así que intervienen autoritariamente para demostrarlo. En otros casos son simples celos, el mecanismo más trivial del rencor. En todos, se desborda la imprudencia. No se debe provocar un conflicto a dos meses de la Eurocopa, una eliminatoria de la Copa Davis o unos Juegos Olímpicos. Quien vulnere un principio tan elemental debe ser recluido temporalmente en una escuela de negocios, con los gastos a su costa, para corregir su incompetencia.
En esa escuela, el directivo chapucero deberá aprender las reglas básicas de la separación de poderes. La más importante es que los federativos se encargan de la administración y de la política: firmar los cheques, designar cargos medios, conseguir fichas y nombrar un entrenador. La tarea del entrenador es formar un equipo competitivo; la de los jugadores, meter goles, hacer canastas o conseguir aces. Si es tan fácil, ¿por qué no lo entienden? Que lo copien 1.000 veces.
- juanjap
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¿ PIQUETES INFORMATIVOS?
LAS ACCIONES VIOLENTAS DE un sector minoritario de los transportistas está sirviendo para desprestigiar el léxico que utilizan los huelguistas. Me refiero al término piquete informativo, en el que algunos se escudan de manera errónea. De sobra sabemos lo que es un piquete: “Grupo de personas que violentamente intenta imponer o mantener una consigna de huelga”, al menos así lo define el diccionario de la Real Academia Española. Pero lo que ha quedado totalmente desnaturalizada es la expresión piquete informativo. ¿Acaso recuerdan ustedes en las últimas huelgas convocadas en España a algún piquete que se dedicara a informar en lugar de a amenazar? En una sociedad globalizada como la nuestra, con internet y otros medios de comunicación electrónicos, ¿alguien puede pensar que los trabajadores necesitan piquetes informativos para enterarse de las consignas de huelga o, por el contrario, lo que buscan los piquetes es imponer por la fuerza sus estrategias? ¿Puede alguien creer que, en la era de los SMS a través de los móviles, los líderes sindicales necesitan piquetes informativos para que los trabajadores se organicen en torno a una huelga? Muchas de las reivindicaciones de los camioneros son justas: hay que terminar con la competencia desleal, y si en otros sectores se establecen tarifas y precios mínimos, ¿por qué en el de ellos no? Lo mismo sucede con los precios del gasóleo para uso profesional que disfrutan otros medios de transportes. Pero si sus reclamaciones son justas, han perdido toda viabilidad desde el momento que han establecido un pulso con la sociedad a la que han desabastecido de alimentos y mercancías. Los huelguistas creen que haciendo daño al Gobierno van a conseguir sus exigencias, pero olvidan que los daños colaterales los sufre el resto de la sociedad. Por eso se han quedado solos en sus reivindicaciones económicas. La violencia ha llevado a algunos piquetes ¿informativos? a informar a un compañero no con palabras sino con gasolina. Rociaron y prendieron fuego a su camión mientras permanecía dentro. ¿Cómo se le podría llamar a eso? ¿Piquete de pirómanos?
PERO ESTA SEMANA TAMBIÉN hemos tenido la oportunidad de presenciar otros tipos de piquetes contra la prensa. Uno procedente de Javier Saavedra, el abogado de Ana Obregón, y otro de ETA contra el diario El Correo. El picapleitos, otrora de los famosos –sólo le queda la Obregón–, pretendió secuestrar esta revista e impedirle que informara sobre su defendida. Nos acusaba de vulnerar el honor, la intimidad y la imagen de la actriz porque, según él, estábamos publicando “insinuaciones, sin ningún tipo de pruebas”. Pues bien, una vez más Saavedra se ha pegado un tortazo contra el muro de la Justicia. El magistrado Javier Sánchez ha reconocido en un auto judicial que los hechos divulgados por interviú entran dentro del “interés general y la relevancia pública” y pueden ser “presuntamente constitutivos de un delito contra las personas”. Para el juez, la información de esta revista ha sido contrastada, veraz, diligente y se ajusta al “llamado periodismo de investigación”. Rechaza el magistrado que nuestra información tenga que ver con “simples rumores, meras invenciones o insinuaciones carentes de contrastación”. Y ahora, ¿qué? ¿Qué pasa con los insultos y descalifi caciones hacia esta revista de Saavedra y de algunos de sus saltimbanquis mediáticos? ¿Y ahora qué, María Eugenia? Al menos, pide perdón. Sólo falta que alguien nos amenace con mandarnos a los Miami. Si Anita sigue en las mismas manos leguleyas, puede acabar hasta en una celda de Guantánamo. Y ahora que el ilustre Colegio de Abogados de Madrid me mande una nueva carta para reprenderme en defensa del letrado más desprestigiado de la profesión. A vuelta de correo le remitiré el auto del juez Sánchez, para que aprendan cuál es el papel que desempeña la prensa en una sociedad democrática. Y contra la prensa y la democracia siguen embistiendo los asesinos de ETA. La banda terrorista ha acudido a otra modalidad piquetera para silenciar la libertad de expresión e información: haciendo estallar una potente bomba en las instalaciones del diario El Correo en Zamudio. Los terroristas no conseguirán acallar a nuestros compañeros vascos, que pueden contar con la solidaridad y el apoyo de interviú. Hay que acabar con todo tipo de piquetes: informativos, faranduleros, leguleyos, terroristas... Así seremos más libres.
M.CERDAN
LAS ACCIONES VIOLENTAS DE un sector minoritario de los transportistas está sirviendo para desprestigiar el léxico que utilizan los huelguistas. Me refiero al término piquete informativo, en el que algunos se escudan de manera errónea. De sobra sabemos lo que es un piquete: “Grupo de personas que violentamente intenta imponer o mantener una consigna de huelga”, al menos así lo define el diccionario de la Real Academia Española. Pero lo que ha quedado totalmente desnaturalizada es la expresión piquete informativo. ¿Acaso recuerdan ustedes en las últimas huelgas convocadas en España a algún piquete que se dedicara a informar en lugar de a amenazar? En una sociedad globalizada como la nuestra, con internet y otros medios de comunicación electrónicos, ¿alguien puede pensar que los trabajadores necesitan piquetes informativos para enterarse de las consignas de huelga o, por el contrario, lo que buscan los piquetes es imponer por la fuerza sus estrategias? ¿Puede alguien creer que, en la era de los SMS a través de los móviles, los líderes sindicales necesitan piquetes informativos para que los trabajadores se organicen en torno a una huelga? Muchas de las reivindicaciones de los camioneros son justas: hay que terminar con la competencia desleal, y si en otros sectores se establecen tarifas y precios mínimos, ¿por qué en el de ellos no? Lo mismo sucede con los precios del gasóleo para uso profesional que disfrutan otros medios de transportes. Pero si sus reclamaciones son justas, han perdido toda viabilidad desde el momento que han establecido un pulso con la sociedad a la que han desabastecido de alimentos y mercancías. Los huelguistas creen que haciendo daño al Gobierno van a conseguir sus exigencias, pero olvidan que los daños colaterales los sufre el resto de la sociedad. Por eso se han quedado solos en sus reivindicaciones económicas. La violencia ha llevado a algunos piquetes ¿informativos? a informar a un compañero no con palabras sino con gasolina. Rociaron y prendieron fuego a su camión mientras permanecía dentro. ¿Cómo se le podría llamar a eso? ¿Piquete de pirómanos?
PERO ESTA SEMANA TAMBIÉN hemos tenido la oportunidad de presenciar otros tipos de piquetes contra la prensa. Uno procedente de Javier Saavedra, el abogado de Ana Obregón, y otro de ETA contra el diario El Correo. El picapleitos, otrora de los famosos –sólo le queda la Obregón–, pretendió secuestrar esta revista e impedirle que informara sobre su defendida. Nos acusaba de vulnerar el honor, la intimidad y la imagen de la actriz porque, según él, estábamos publicando “insinuaciones, sin ningún tipo de pruebas”. Pues bien, una vez más Saavedra se ha pegado un tortazo contra el muro de la Justicia. El magistrado Javier Sánchez ha reconocido en un auto judicial que los hechos divulgados por interviú entran dentro del “interés general y la relevancia pública” y pueden ser “presuntamente constitutivos de un delito contra las personas”. Para el juez, la información de esta revista ha sido contrastada, veraz, diligente y se ajusta al “llamado periodismo de investigación”. Rechaza el magistrado que nuestra información tenga que ver con “simples rumores, meras invenciones o insinuaciones carentes de contrastación”. Y ahora, ¿qué? ¿Qué pasa con los insultos y descalifi caciones hacia esta revista de Saavedra y de algunos de sus saltimbanquis mediáticos? ¿Y ahora qué, María Eugenia? Al menos, pide perdón. Sólo falta que alguien nos amenace con mandarnos a los Miami. Si Anita sigue en las mismas manos leguleyas, puede acabar hasta en una celda de Guantánamo. Y ahora que el ilustre Colegio de Abogados de Madrid me mande una nueva carta para reprenderme en defensa del letrado más desprestigiado de la profesión. A vuelta de correo le remitiré el auto del juez Sánchez, para que aprendan cuál es el papel que desempeña la prensa en una sociedad democrática. Y contra la prensa y la democracia siguen embistiendo los asesinos de ETA. La banda terrorista ha acudido a otra modalidad piquetera para silenciar la libertad de expresión e información: haciendo estallar una potente bomba en las instalaciones del diario El Correo en Zamudio. Los terroristas no conseguirán acallar a nuestros compañeros vascos, que pueden contar con la solidaridad y el apoyo de interviú. Hay que acabar con todo tipo de piquetes: informativos, faranduleros, leguleyos, terroristas... Así seremos más libres.
M.CERDAN
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UN REGALO ENVENENADO 90
Me llaman del banco para anunciarme que hay a mi disposición en las oficinas del barrio una olla exprés. Les digo que sí, que vale, y continúo trabajando. Al rato, regresa a mi cabeza, en forma de eco, la conversación con la empleada y padezco un movimiento de extrañeza. ¿Una olla exprés a mi nombre? Llamo al banco y confirman el absurdo. Se trata de un regalo que me hace la institución para agradecerme un movimiento llevado a cabo en los últimos días. Les pregunto si en lugar de una olla exprés me podrían dar intereses, y me dicen que no, que ellos no dan intereses, eso era antes, ahora dan ollas y cuberterías. Sin dejar de hablar, efectúo un rápido cálculo de intereses y pregunto si no me podrían dar la cubertería en vez de la olla. No pueden: se les han agotado. cuelgo el teléfono y sigo a lo mío. Acabo de decidir que no recogeré la olla. No uso ese tipo de artefactos, que además ocupan mucho espacio. Pero la olla ya está, además de en el banco, en mi cabeza. No puedo dejar de imaginarla debajo del mostrador del banco sobre el que firmo las transferencias y los cheques. Nunca habría imaginado que una olla (exprés) tuviera tal poder de sugestión. Me llama mi madre, y como no sé qué rayos decirle, le cuento que mi banco me ha regalado una olla exprés.
—A mí –dice– me regalaron la semana pasada una cafetera. También regalan cafeteras. ¿Se han vuelto locos los bancos o yo me he quedado en el siglo XIX? A los pocos días, cuando he olvidado el asunto de la olla, que llegó a aparecérseme en sueños, me acerco al cajero automático, y la empleada, al verme, me hace señas de que pase. Paso, saludo y veo que saca de debajo del mostrador una caja enorme con el dibujo de una olla exprés en su exterior.
—Aquí está tu olla –dice. cojo la olla, doy las gracias y salgo del banco sujetando el regalo con las dos manos. Son las doce del mediodía y la calle está llena de gente que va o viene del mercado. Algunas personas me miran preguntándose sin duda qué rayos hago a esas horas con una olla exprés. Nadie sale a comprar un utensilio de esas características a media mañana, a menos que sea un psicópata. Calculo que en la olla, dadas sus dimensiones, cabe perfectamente una cabeza humana. Hago cuentas y llego a la conclusión de que si quisiera desprenderme de un cadáver cociéndolo en la olla, me llevaría una semana. En esto, tropiezo con un amigo que me propone que nos tomemos un café. Accedo porque me parece que resultaría sospechoso, en mis circunstancias, decir que no. Mientras hablamos de la situación política, mi amigo lanza miradas furtivas a la olla sin atreverse a preguntar por ella. Finalmente, me veo obligado a explicarle que me la acaban de regalar en el banco. A él le ofrecieron una manta en navidades por abrir un plan de pensiones. Pero la rechazó porque no le pareció bien aceptar un regalo del banco. Sin darse cuenta, hace que me sienta como un miserable, un vendido al capitalismo. No se me había ocurrido verlo desde ese lado. Empiezas aceptando pequeños obsequios y el día menos pensado llevas a cabo un cohecho. Salgo de la cafetería decidido a devolver la olla; pero cuando llego a la puerta del banco, pienso en la cara que pondrá la empleada y doy la vuelta. Ella no tiene la culpa de que el banco intente corromperme. Sin más incidentes, aunque hundido por el sentimiento de culpa, llego a casa, abro la caja y saco el artefacto. Es completamente de verdad. Incluso lleva un pequeño folleto de instrucciones y un libro de recetas. Casi todo se hace en veinte minutos desde que la válvula comienza a pitar. Es de acero y está hecha en un país del sudeste asiático, con lo que quizá esté siendo cómplice también de la explotación laboral que en muchos de esos países se lleva a cabo con la clase obrera. El banco tiene una inteligencia diabólica. A mi cuñada Rosa le gusta mucho cocinar, de modo que la llamo y le ofrezco la olla. Cuando me pregunta de dónde la he sacado, respondo ambiguamente que me sobra, como si a la gente le sobraran este tipo de utensilios. Entonces me pregunta por la marca, se la digo, y me espeta que es una porquería. A caballo regalado, añado yo, no le mires los dientes. —Cuando me regales un caballo –responde con cierta agresividad–, no le miraré los dientes. Finalmente la he llenado de tierra y he metido una semilla dentro, a ver si crece. Perra vida.
JUAN JOSE MILLAS
Me llaman del banco para anunciarme que hay a mi disposición en las oficinas del barrio una olla exprés. Les digo que sí, que vale, y continúo trabajando. Al rato, regresa a mi cabeza, en forma de eco, la conversación con la empleada y padezco un movimiento de extrañeza. ¿Una olla exprés a mi nombre? Llamo al banco y confirman el absurdo. Se trata de un regalo que me hace la institución para agradecerme un movimiento llevado a cabo en los últimos días. Les pregunto si en lugar de una olla exprés me podrían dar intereses, y me dicen que no, que ellos no dan intereses, eso era antes, ahora dan ollas y cuberterías. Sin dejar de hablar, efectúo un rápido cálculo de intereses y pregunto si no me podrían dar la cubertería en vez de la olla. No pueden: se les han agotado. cuelgo el teléfono y sigo a lo mío. Acabo de decidir que no recogeré la olla. No uso ese tipo de artefactos, que además ocupan mucho espacio. Pero la olla ya está, además de en el banco, en mi cabeza. No puedo dejar de imaginarla debajo del mostrador del banco sobre el que firmo las transferencias y los cheques. Nunca habría imaginado que una olla (exprés) tuviera tal poder de sugestión. Me llama mi madre, y como no sé qué rayos decirle, le cuento que mi banco me ha regalado una olla exprés.
—A mí –dice– me regalaron la semana pasada una cafetera. También regalan cafeteras. ¿Se han vuelto locos los bancos o yo me he quedado en el siglo XIX? A los pocos días, cuando he olvidado el asunto de la olla, que llegó a aparecérseme en sueños, me acerco al cajero automático, y la empleada, al verme, me hace señas de que pase. Paso, saludo y veo que saca de debajo del mostrador una caja enorme con el dibujo de una olla exprés en su exterior.
—Aquí está tu olla –dice. cojo la olla, doy las gracias y salgo del banco sujetando el regalo con las dos manos. Son las doce del mediodía y la calle está llena de gente que va o viene del mercado. Algunas personas me miran preguntándose sin duda qué rayos hago a esas horas con una olla exprés. Nadie sale a comprar un utensilio de esas características a media mañana, a menos que sea un psicópata. Calculo que en la olla, dadas sus dimensiones, cabe perfectamente una cabeza humana. Hago cuentas y llego a la conclusión de que si quisiera desprenderme de un cadáver cociéndolo en la olla, me llevaría una semana. En esto, tropiezo con un amigo que me propone que nos tomemos un café. Accedo porque me parece que resultaría sospechoso, en mis circunstancias, decir que no. Mientras hablamos de la situación política, mi amigo lanza miradas furtivas a la olla sin atreverse a preguntar por ella. Finalmente, me veo obligado a explicarle que me la acaban de regalar en el banco. A él le ofrecieron una manta en navidades por abrir un plan de pensiones. Pero la rechazó porque no le pareció bien aceptar un regalo del banco. Sin darse cuenta, hace que me sienta como un miserable, un vendido al capitalismo. No se me había ocurrido verlo desde ese lado. Empiezas aceptando pequeños obsequios y el día menos pensado llevas a cabo un cohecho. Salgo de la cafetería decidido a devolver la olla; pero cuando llego a la puerta del banco, pienso en la cara que pondrá la empleada y doy la vuelta. Ella no tiene la culpa de que el banco intente corromperme. Sin más incidentes, aunque hundido por el sentimiento de culpa, llego a casa, abro la caja y saco el artefacto. Es completamente de verdad. Incluso lleva un pequeño folleto de instrucciones y un libro de recetas. Casi todo se hace en veinte minutos desde que la válvula comienza a pitar. Es de acero y está hecha en un país del sudeste asiático, con lo que quizá esté siendo cómplice también de la explotación laboral que en muchos de esos países se lleva a cabo con la clase obrera. El banco tiene una inteligencia diabólica. A mi cuñada Rosa le gusta mucho cocinar, de modo que la llamo y le ofrezco la olla. Cuando me pregunta de dónde la he sacado, respondo ambiguamente que me sobra, como si a la gente le sobraran este tipo de utensilios. Entonces me pregunta por la marca, se la digo, y me espeta que es una porquería. A caballo regalado, añado yo, no le mires los dientes. —Cuando me regales un caballo –responde con cierta agresividad–, no le miraré los dientes. Finalmente la he llenado de tierra y he metido una semilla dentro, a ver si crece. Perra vida.
JUAN JOSE MILLAS
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Amarilla escribió:Aquí una ‘guarra’
Lucía Etxebarria
Resulta que una lectora me envía la letra de una canción "Tú eres una zorra como todas las demás, sólo buscas p... gordas, para poder f... en un lujoso hotel, o en la guantera de algún coche" (He censurado el lenguaje en atención a la sensibilidad de los lectores y lectoras). ¿Quién lo hace en la guantera de un coche?, me pregunto una y otra vez sin hallar respuesta. ¿Pulgarcita? Y la letra sigue durante cinco minutos viniendo a decir que si llevas escotes y minifalda y te gusta el sexo es que "eres una guarray no tienes dignidad" (copio el verso tal cual).
Entonces recuerdo que en Barcelona estuve firmando libros al lado del tal Porta (que al chaval le han escrito un libro ytó) y me fijé en una churri que teníamos enfrente de la caseta y que nos miraba frunciendo libidinosamente el morrito, ataviada con minifalda cinturón y escote hasta el ombligo. Como los avispados lectores habrán adivinado, era la novia de Porta, alias Cari,unaguarracomo todas las demás. De lo que deduzco que el chico escribió en su día la canción cabreado porque las guarras en cuestión se lo hacían con todos menos con él, y que cuando la fama le consiguió acceso a las guarras, entonces se hizo con una: un clásico.
El Porta afirma que él se limita a contar lo que ve. Lo mismo nos cuentan Sidonie en La vida bohemia. Con estilo, con ironía, con clase, y sin insultar a nadie. ¿Pero a quién aplauden más los chicos en los foros de internet? Al Gili Porta.
En fin, visto lo visto, nuestro recién creado Ministerio de Igualdad...Pues eso… igual da.
Lo de este subhumano es para mear y no hechar gota. Lamentable en este siglo.
- Amarilla
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Tú, pardillo
MARUJA TORRES
En mi última estancia en Madrid tomé cinco taxis y ninguno de sus conductores tenía puesta la Cope. Habían optado por otras emisoras. Les cuento esto no para que nos metamos a deducir cambios estadísticos, sino para que entiendan que durante ese tiempo que pasé usando dicho servicio público fui una persona bastante feliz.
Eran, además, gente afable, de conversación inteligente -y les juro que sólo uno estaba escuchando la SER, así que no me llamen partidista-, y se mostraban lúcidos y socarrones en relación con la crisis que, como consumidores forzosos de carburante, se les ha echado encima, como al resto de los españoles que trabajan en la locomoción, antes que a los otros.
Con uno de ellos no había empezado aún la charleta cuando ambos escuchamos un anuncio que se dedicaba a exaltar la inteligencia del oyente ante el despelote económico. Algo así como: "Tú sí que has sido listo poniendo tu dinero en donde debías, no como otros... Tú, que cuando te dijeron patatín, je, hiciste patatán, y que has sabido asesorarte como sólo los inteligentes lo hacen mientras que los otros seguían a la manada...". Con otras palabras, porque no tomé notas, pero el sentido era éste. Mi conductor y yo aguardábamos el final como si nos encontráramos ante el desenlace de una película o -dadas las circunstancias- a punto de recibir asesoramiento de, pongamos, el director del Banco de España para que pudiéramos remontar la cuesta con el mínimo daño posible.
Pero no habíamos medido bien la estupidez de algunos publicitarios. Porque lo que pretendían era que ese "tú" a quien nadie se la da con queso se comprara... ¡un Jaguar!
El hombre y yo estallamos en sendas carcajadas gigantescas. Con lágrimas en los ojos, el taxista, que pasa de las doce horas de trabajo diarias, me miró y dijo: "No tienen remedio".
Y nos pusimos a conversar.
- Amarilla
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El tiempo
Juan José Millás
Entró en el dormitorio y vio a su mujer doblando el año 1997. "¿Qué haces?", preguntó. "Lo he rescatado de la basura -respondió ella-, por si nos hiciera falta más adelante." Dicho esto, lo introdujo en una bolsa y lo guardó en el armario. Él llevaba puesto el 98 desde hacía dos semanas, pero tenía manchas de aniversarios y de desastres coloniales, así que no acababa de encontrarse cómodo dentro de él. "Si te queda muy bien -aseguró su esposa-, con los rostros de la generación del 98 adornando las semanas igual que los dibujos de topos las corbatas de Aznar." "Pues no me gusta -contestó él-, saca otra vez el 97, por favor."
Se pusieron los dos el año viejo y durante la cena hablaron como si el tiempo no hubiera transcurrido. Los días tenían las mangas deshilachadas y brillos en los codos, pero eran familiares y suaves lo mismo que unas zapatillas de andar por casa. A los postres recordaron el accidente de la bañera que en septiembre les había obligado a pintar el techo de los vecinos. Pese a todo, habían sido muy felices, especialmente teniendo en consideración que el gato no se murió hasta agosto, y para eso faltaba más de medio año.
Ya en la cama, ella dijo que habría que ir pensando en recoger el siglo, pues era enorme y si lo dejaban para última hora no serían capaces de doblarlo. Al hombre le pareció mejor desprenderse de él cuando se terminara. Pero la mujer insistió en que le había cogido cariño. Entonces lo repasaron juntos, y aunque tenía algunas partes destrozadas, había otras, como el psicoanálisis, las vanguardias o el movimiento obrero, prácticamente sin usar. Hicieron el amor igual que antes, y esa noche decidieron que el primer día del 2000 volverían a poner el siglo xx hasta que se les cayera a trozos. El xxi estaba nuevo, pero tenía un corte espeluznante.
- bylY
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Generación Zurda
Ni libre ni ocupado
Somos zurdos y en nuestra casa no lo saben: Zurdos por querer vivir ajenos al dolor, zurdos por hacernos los tontos aun siendo demasiado listos. Zurdos cada vez que nos dejamos los ojos leyendo novelas de ficción, zurdos porque no soportamos la realidad (o bien porque la realidad no nos soporta a nosotros). Zurdos feos en busca de la belleza absoluta, zurdos capaces de reír y de llorar al mismo tiempo. Zurdos porque somos mejores personas que los que dicen ser buenas personas, zurdos por vivir de alquiler en un mundo hipotecado.
Somos zurdos porque votamos con el corazón, zurdos porque nuestra mano zurda siempre sabe lo que hace la derecha, zurdos en caricias y zurdos esquivando puñetazos.
Y nos escondemos del mundo porque somos mucho más débiles que vosotros, y cogemos taxis cada vez que llueve, y siempre tenemos una canción preciosa en la cabeza. Y aunque estemos acostumbrados a perder todas vuestras malditas batallas, y aunque seamos pocos y cobardes, sé que algún día llegará nuestro momento.
Así que ya podéis comenzar a temblar, diestros de mierda. Que yo ya vengo temblado de casa.
Ni libre ni ocupado
Somos zurdos y en nuestra casa no lo saben: Zurdos por querer vivir ajenos al dolor, zurdos por hacernos los tontos aun siendo demasiado listos. Zurdos cada vez que nos dejamos los ojos leyendo novelas de ficción, zurdos porque no soportamos la realidad (o bien porque la realidad no nos soporta a nosotros). Zurdos feos en busca de la belleza absoluta, zurdos capaces de reír y de llorar al mismo tiempo. Zurdos porque somos mejores personas que los que dicen ser buenas personas, zurdos por vivir de alquiler en un mundo hipotecado.
Somos zurdos porque votamos con el corazón, zurdos porque nuestra mano zurda siempre sabe lo que hace la derecha, zurdos en caricias y zurdos esquivando puñetazos.
Y nos escondemos del mundo porque somos mucho más débiles que vosotros, y cogemos taxis cada vez que llueve, y siempre tenemos una canción preciosa en la cabeza. Y aunque estemos acostumbrados a perder todas vuestras malditas batallas, y aunque seamos pocos y cobardes, sé que algún día llegará nuestro momento.
Así que ya podéis comenzar a temblar, diestros de mierda. Que yo ya vengo temblado de casa.