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Publicado: Lun Jul 14, 2008 1:19 pm
por Amarilla
Chalito,

Muy bueno el artículo. Estoy de acuerdo con muchas cosas que apunta el señor Marías (o Maríos, por si las moscas). Aunque realmente creo que este caballero no ha sabido entender el trasfondo de todo lo sucedido con la famosa palabra "miembras". O mejor dicho, sí lo ha entendido, pero se hace el loco.

Saludos.

Publicado: Lun Jul 14, 2008 1:30 pm
por Chalito
Como tú, pienso que lo ha entendido, pero que no comparte que se lleve la lucha por el reconocimiento de la igualdad de la mujer al terreno del lenguaje. También comparto muchas de las opiniones del artículo.

Saludos

Publicado: Mar Jul 15, 2008 12:01 pm
por Amarilla
La pobreza
ROSA MONTERO


Lo que pasa con los países ricos, como el nuestro, es que en general nos parece que la inmensa mayoría de los ciudadanos vive razonablemente bien. Claro que esto nos lo parece, sobre todo, a aquellos que vivimos con holgura económica: a los millonarios, por supuesto, pero también a la poderosa y boyante clase media. El meteórico enriquecimiento de este país en las últimas décadas nos incita a creer que, salvo los que venden La Farola por las esquinas y algún otro pobre matao por ahí perdido, la mayoría de los ciudadanos se las arreglan para tener su coche, su hipoteca, sus vacaciones y su frenesí consumista, como cualquier hijo de vecino. Hay una confianza en el bienestar básico de esta sociedad que nos resulta moralmente comodísima, y por eso nos da miedo la crisis, pero menos.

Es verdad que somos un país riquísimo en comparación con el resto del planeta: recordemos que al día mueren 25.000 personas de hambre en el mundo, incluyendo un bebé cada cinco segundos. Pero eso no impide que las diferencias sociales que hay en España sean también espeluznantes, por muy maquilladas que parezcan. Este periódico publicó hace seis meses un estudio brutal sobre la esperanza de vida entre los habitantes del distrito de Salamanca y el de Orcasur, dos barriadas de Madrid. En el riquísimo barrio de Salamanca los hombres viven casi 80 años (78,9), y están, junto con los japoneses y los suizos, entre los más longevos de la Tierra. En cambio, en el depauperado Orcasur viven siete años menos (71,3) y están al mismo nivel que México y El Salvador, en torno a la posición 50 entre todos los países. Quince kilómetros escasos separan ambos barrios; quince kilómetros y una distancia sideral en cuanto a nivel cultural, la renta y el paro. En España también mata la pobreza, sólo que lo hace a cachitos, robando años.

Publicado: Mié Jul 16, 2008 12:21 pm
por Amarilla
Diálogo
ELVIRA LINDO


Ya se sabe, hay palabras rebosantes de buenas intenciones que entran en crisis de verosimilitud cuando ingresan en el discurso político, porque ahí, por fuerza, tienen que estar refrendadas por los hechos. Paz, esperanza, entendimiento, armonía, diálogo. Palabras de belleza tramposa que los escribidores de discursos debieran desterrar salvo cuando su uso esté justificado. "Paz" fue la palabra fetiche de Zapatero, pero la crueldad de los interlocutores dejó aquel monosílabo temblando en sus labios. "Esperanza" es la palabra de Obama y su uso excesivo, tan apropiado para un videoclip de YouTube, impacienta a una parte de sus posibles electores: ¿de qué habla cuando habla de esperanza? "Diálogo" es la palabra que el rey Abdalá trae estos días a Madrid para dar sentido al encuentro de religiones que apadrina Arabia Saudí. Sin un diálogo fluido entre religiones, afirma el monarca, no será posible la paz en el mundo. Nada que objetar. O todo. ¿Cómo asumir una afirmación semejante de quien representa a un país donde no existe la libertad de culto, las mujeres han de observar su fe tapándose hasta los ojos y los partidos políticos están prohibidos? Es curioso que esa voluntad de "diálogo" haya elegido España como lugar de encuentro, país en el que, aun admitiendo que la Iglesia católica ejerce un papel infinitamente menos opresivo, hay una parte de la ciudadanía que entendería como señal de madurez democrática que el Estado acabara de una vez por todas con esos privilegios que nos señalan como país confesional encubierto. Cabe preguntarse si entre doscientos expertos en religiones no hemos podido contribuir con uno que defendiera una sociedad en que la religión sea un acto privado y no obligatorio. El primer "diálogo" del creyente es el que ha de mantener con quien no cree ni en Dios ni en las palabras, que las carga el diablo.

Publicado: Mié Jul 16, 2008 12:46 pm
por Chalito
Amarilla escribió:
La pobreza
ROSA MONTERO


Lo que pasa con los países ricos, como el nuestro, es que en general nos parece que la inmensa mayoría de los ciudadanos vive razonablemente bien. Claro que esto nos lo parece, sobre todo, a aquellos que vivimos con holgura económica: a los millonarios, por supuesto, pero también a la poderosa y boyante clase media. El meteórico enriquecimiento de este país en las últimas décadas nos incita a creer que, salvo los que venden La Farola por las esquinas y algún otro pobre matao por ahí perdido, la mayoría de los ciudadanos se las arreglan para tener su coche, su hipoteca, sus vacaciones y su frenesí consumista, como cualquier hijo de vecino. Hay una confianza en el bienestar básico de esta sociedad que nos resulta moralmente comodísima, y por eso nos da miedo la crisis, pero menos.

Es verdad que somos un país riquísimo en comparación con el resto del planeta: recordemos que al día mueren 25.000 personas de hambre en el mundo, incluyendo un bebé cada cinco segundos. Pero eso no impide que las diferencias sociales que hay en España sean también espeluznantes, por muy maquilladas que parezcan. Este periódico publicó hace seis meses un estudio brutal sobre la esperanza de vida entre los habitantes del distrito de Salamanca y el de Orcasur, dos barriadas de Madrid. En el riquísimo barrio de Salamanca los hombres viven casi 80 años (78,9), y están, junto con los japoneses y los suizos, entre los más longevos de la Tierra. En cambio, en el depauperado Orcasur viven siete años menos (71,3) y están al mismo nivel que México y El Salvador, en torno a la posición 50 entre todos los países. Quince kilómetros escasos separan ambos barrios; quince kilómetros y una distancia sideral en cuanto a nivel cultural, la renta y el paro. En España también mata la pobreza, sólo que lo hace a cachitos, robando años.
Te me adelantaste con este. Usar la comparación barrio de Salamanca/Japón/Suiza - barrio de Orcasur/México/El Salvador para dar cuenta de que las diferencias sociales están a la orden del día aquí mismo impacta.

Publicado: Jue Jul 17, 2008 1:44 pm
por Amarilla
Detrás
MARUJA TORRES


Me gusta averiguar qué hay detrás de lo evidente. Los ríos de sangre que vierten los chiitas con su autoflagelo, durante la ceremonia anual de la Ashura, ¿quién los limpia? De eso no tenemos fotos, pero no les quepa a ustedes ninguna duda: lo hacen las mujeres.
Ante macabros intercambios de prisioneros como el que estos días han protagonizado Hezbolá e Israel, trasiegos en los que, en general, abundan los restos y escasean los vivos, siempre me pregunto qué clase de negociado militar se encarga, por cualquiera de los dos bandos, de esa sin duda importantísima, latosa y desagradable tarea de recoger, en pleno fragor de la contienda, o todavía con los pelos de punta, recién estallado el zambombazo, los miembros, huesos, menudillos y otros fragmentos cuyo análisis aclarará a qué grupo humano pertenecía la víctima.

¿Existen patrullas científicas especiales, expertos a lo CNI que se la juegan en el mismo campo de batalla para meter en bolsas de plástico cada una de las partes más o menos reconocibles? ¿Llevan guantes, se acuerdan de ponérselo cuando el proyectil revienta a pocos metros? ¿Tienen la sangre fría de pegar etiquetas, de trasladar los bultos al lugar que, convenientemente refrigerado, albergará esos desmembrados cuerpos que alguna vez fueron amados por sus madres, por sus novias, y que, tras la masacre, se han convertido en casquería valiosa para un futuro intercambio? ¿Se equivocarán esos técnicos, por los nervios -si es que tienen-, en alguna ocasión, y meterán un trozo de Alí en una bolsa que debería corresponder a David, o viceversa?

¿Les parezco cruda? No. Lo crudo es matarse. Lo crudo es que cada cual decida que tiene enfrente un enemigo. A partir de ahí, cualquier disparate es posible.

En otro orden de cosas, ¿sabemos a quién le va a tocar retirar las grúas de las inmobiliarias mártires?
Qué clara es Maruja y cuánta razón tiene. Cruda es la realidad. Magnífico artículo.

Publicado: Jue Jul 17, 2008 1:48 pm
por Amarilla
Leer para escribir
Juan Cruz


Pienso siempre en la tarea de escribir, en la pasión de escribir, en la vocación de escribir. Es como la vocación de nadar, o de volar, o de cavar la tierra. Pero es distinta; parte de una utopía, contar la vida, describirla por dentro, y precisa de unos materiales que no dependen sólo de la vocación misma, sino de la voluntad humana. La voluntad de leer, de aprender, de contrastar. Escribir es adoptar un ritmo, una determinada musicalidad, la musicalidad propia. Y ésta sólo se alcanza si se contrasta con el tono de otros, con el tono de los demás; no se puede escribir sin haber leído, o al menos no se puede escribir por dentro si uno no ha recibido el impacto de los otros, de su música. La lectura es como un diapasón, exactamente. Hay escritores, como Octavio Paz, como Julio Cortázar, o como Jorge Luis Borges, o como Antonio Muñoz Molina, que sirven como diapasón, al menos en mi caso, y en el de otros muchísimos: los lees y te dan su propio ritmo, y te contagian el ritmo, y entonces tú puedes sacar de ti el ritmo que tienes. Pero el ritmo no es connnatural, no nace contigo, se va haciendo, y se va haciendo, repito, en contraste con el ritmo de los otros. Españoles o extranjeros: es admirable la tarea de los traductores, de aquellos que son capaces también de traducir la música. Escribir no es tan solo una voluntad, pues, es un aprendizaje extraño, depende también del estado de ánimo, de la climatología, del ambiente en la casa, o en la calle; escribir es grande, pero es humilde, no responde la mano o la mente tan solo al deseo de escribir. Responde a la pulsión que tiene el alma, y eso sí que yo no lo sé explicar. ¿Lo saben ustedes? Pues díganme.

Publicado: Vie Jul 18, 2008 2:34 am
por Pato WRC
CARLOS MENDO
El viraje de Obama
Flip-flopping es un término exclusivo de la jerga política estadounidense. Según el diccionario de Oxford, se aplica a las personas que dan un giro de 180 grados en sus posiciones políticas. ¿Es Barack Obama, candidato a la nominación presidencial por el Partido Demócrata, un flip-flopper, o simplemente un político pragmático que sabe que desde posiciones que la sociedad americana considera de izquierdas es más que dudoso que pueda instalarse en la Casa Blanca después de las elecciones del próximo noviembre? El senador por Illinois se prodiga estos días en toda clase de foros para demostrar que sigue siendo el mismo de las primarias. El político nuevo, no contaminado por las maneras de Washington, -vade retro para la mayoría de la ciudadanía-, que, con sus propuestas de nuevo cuño, derrotó uno a uno a todos sus oponentes y, especialmente, a su contrincante más fuerte, la senadora por Nueva York y ex primera dama, Hillary Clinton, hasta conseguir el número suficiente de delegados que le asegura, salvo cataclismo imprevisto, -recuérdese la batalla campal de 1968 en la convención de Chicago-, la nominación demócrata en Denver dentro de un mes.

Pero, ocurre que las primarias nada tienen que ver con las presidenciales. En las primeras, sólo votan los fieles del partido, salvo en algunos Estados donde se permite votar a los independientes. En las segundas, se convoca a toda la ciudadanía. Y la historia de las elecciones presidenciales demuestra, y Obama y sus asesores lo saben, que desde posiciones de izquierda, o liberales para utilizar la terminología estadounidense, se satisface a un sector del Partido Demócrata, pero se pierden los comicios. Así ocurrió con Adlai Stevenson, George McGovern, Walter Mondale o Michael Dukakis, por citar sólo las más estrepitosas derrotas demócratas desde finales de la II Guerra Mundial. Bill Clinton, el demócrata más exitoso de las últimas cuatro décadas, lo comprendió perfectamente y, como Tony Blair en el Reino Unido con su Tercera Vía, se presentó ante el electorado como un New Democrat, libre de ataduras con los elementos más a la izquierda del partido.

¿Qué ha hecho Obama para merecer el rechazo de muchos demócratas, que lo acusan prácticamente de apostasía? Simplemente aprender la lección de las primarias en Estados clave como Ohio, Pensilvania, Virginia Occidental o Michigan, donde triunfó ampliamente el mensaje de su contrincante, Hillary Clinton. Obama y su equipo se dieron cuenta inmediatamente de que sin esos Estados nunca conseguirían la victoria en noviembre. Y empezó el viraje al centro. Desde entonces, Obama ha apoyado la decisión del Tribunal Supremo sobre el derecho constitucional a llevar armas; ha decidido cambiar la financiación pública de su campaña por la privada, gracias a su capacidad de recaudar fondos donde cuadruplica a su contrincante, John McCain, pero algo que dijo que no haría nunca; ha apoyado la ley, patrocinada por Bush, que concede inmunidad legal a las compañías de telecomunicación que colaboran con el Gobierno en la vigilancia telefónica de posibles terroristas; apoya restricciones al aborto en los últimos meses de gestación; se ha convertido en más halcón que los propios halcones israelíes hasta el punto de defender la indivisibilidad de Jerusalén, sin aceptar una capital palestina en la parte oriental de la capital judía. Y, aunque el martes reiteró su disposición a retirar las tropas de combate de Irak, -¡ojo, sólo las tropas de combate!-, en 16 meses desde su toma de posesión, ha reconocido la mejora evidente de la situación en el país, ha elogiado la labor del general David Petraeus y ha prometido trasladar todo el esfuerzo bélico estadounidense a Afganistán. Una petición, la de la retirada escalonada de Irak, que pierde atractivo al coincidir con la petición hecha por el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, a Washington de un calendario de retirada.

Su viraje le ha costado a Obama una reducción de 10 puntos en la ventaja que tenía sobre McCain, de 15 a 5, según una encuesta reciente de Gallup. Pero, esta encuesta y otras iniciales, sólo reflejan el desencanto inicial de los entusiastas. Porque lo que pierda por la izquierda lo ganará por el centro, sobre todo ahora que John McCain se ha convertido en otro flip-flopper y ha protagonizado otro viraje, el suyo hacia la derecha. Es tremendamente instructivo leer la lista de asesores del candidato demócrata. Encontrarán que muchos les suenan. No podía ser de otra forma. La mayoría pertenece a los equipos de Bill Clinton en sus dos mandatos. Con esa asesoría, a nadie debe sorprender el golpe de timón al centro del candidato.

Publicado: Vie Jul 18, 2008 9:21 am
por Amarilla
Aterrizajes
JUAN JOSÉ MILLÁS


Las compañías de acceso a Internet venían prometiendo al usuario una velocidad que luego no le daban. Y no se les caía el pelo. Ahora tampoco se les va a caer, aunque Industria las obligará a proporcionar como mínimo el 80% de lo que ofrecen (y de lo que pagamos, se supone). El ardid para estafar al personal consistía en que por arriba te vendían 20 megas y por abajo incluían el término "hasta". Es decir, "hasta 20 megas", que eran los que te cobraban. Viene a ser como vender bocadillos "hasta" de jamón de bellota por un euro y darlos de carne de perro. Oiga, que esto no es jamón. Nosotros hemos puesto en el anuncio "hasta de jamón". De hecho, cada cien de mortadela damos uno de Jabugo.

Yo no sé medir megas, ni siquiera sé el aspecto que tienen, no los reconocería por la calle, pero me fastidia que me cobren 20 y me den 10. Las autoridades deberían haberlo impedido antes. Claro que también se estaban vendiendo pisos de 70 a 100 sin que nadie abriera la boca. Lo sabíamos todos: el comprador, el constructor, el banco, el notario, el súrsum corda, pero nos hacía gracia ese 30% de desfase, ese 30% de delirio, de alucinación, de ensueño. Mira, he comprado este cuchitril por 50 y lo he vendido por 70 en cuatro días. Ahora me voy a hipotecar para, con estos 70, adquirir uno de 90 que colocaré a 120 al mes que viene. Cuando no son megas son metros cuadrados, el caso es vivir con un equis por ciento de ficción, de aire, de humo, de mentira. "Hasta 20 megas", qué listos. Y nosotros hasta las narices (o sea, bastante más abajo), pero hemos de dar las gracias porque ahora nos proporcionarán al menos un 80% de realidad. No es el 100%, pero quién aguanta un 100% de realidad a palo seco. Además, conviene hacer una transición lenta, como en el caso de la burbuja inmobiliaria, un modelo de aterrizaje suave.

Publicado: Sab Jul 19, 2008 10:04 am
por Amarilla
Una foto, cientos de fotos
Juan Cruz


Volví de ver a Daniel Mordzinksy, el fotógrafo argentino que abre en la Casa de América el fruto de su ingente esfuerzo por concentrar en papel fotográfico la historia humana de la literatura iberoamericana, y me encontré en el ordenador con una fotografía que me sobrecogió: la de Adolfo Suárez paseando con el Rey Juan Carlos por los jardines de la casa donde el ex presidente vive la nebulosa extraña de la absoluta desmemoria. En lo que escribe Mabel Galaz se recoge lo dice Adolfo Suárez Illana, no conoció al Rey, no conoce a nadie, pero agradece el cariño. Esa fotografía resume en el instante en que está tomada la ternura y la gratitud: un hombre, el Rey, se encuentra con otro, Suárez; los dos se saben protagonistas de una historia que cambió el sesgo del futuro, Suárez fue la garantía de un proyecto que acaso él solo, con la complicidad de su antiguo amigo nombrado Rey, podía llevar adelante. Ahora uno sabe que eso fue así, y tiene todos los secretos del esquema que, incluso, estuvo escrito en un papel que escribió Juan Carlos y que sostuvo Suárez aun incluso antes de ser nombrado. Y el otro fue el gozne, la clave de arco de este edificio que ahora es la España de las autonomías y también la España que fue capaz de abandonar una dictadura sin otros traumas que los quie ya quedan como muescas menores de la historia. Pero este otro no lo sabe, lo desconoce, no conoce a nadie. Ese abrazo lento, detenido, que lleva al Rey y al ex presidente por el jardín de la desmemoria está habitado precisamente por la memoria, es memoria y gratitud, las dos cosas juntas en un gesto que a mi anoche me despertó muchas emociones íntimas, difíciles de aguantar aun ahora en que ya las dejo escritas.

Pero no puedo dejar a Mordzinsky a un lado, no se puede, ustedes deben ver la exposición. Si Mordzinsky fuera norteamericano hoy abriría las páginas de los periódicos y los telediarios, y habría colas, e incluso el ministro de Cultura hubiera acudido anoche a la Casa de América a celebrar uno de los grandes esfuerzos gráficos de nuestra historia cultural. Ahí está, concentrada, la historia humana de la cultura literaria iberoamericana, desde Borges o Paz hasta Roncagliolo o Vasquez, pasando por Vila Matas o Mario Benedetti o Bioy Casares. No son fotos casuales, sacadas con el fotomatón del aficionado a la literatura que colecciona rostros o autógrafos; es un trabajo detenido, psicológico, como los buenos trabajos de fotografía, y es el resultado de un esfuerzo ingente, raro en nuestro tiempo, porque tiene un objetivo, y su naturaleza es generosa. Ha hecho las fotos porque sí, se ha reunido con los autores en hoteles, en pasadizos, en playas, en cualquier lugar del mundo; lo ha hecho casi sin ser notado, y lo ha hecho lentamente, como si estuviera en la cocina de un alquimista, y ahora ahí están las fotos y el catálogo, mostrando un inteligente fresco de un periodo muy fecundo de la literatura de las dos orillas.

Me ha impresionado el resultado del esfuerzo, y me produce melancolía constatar que si Mordzinsky fuera norteamericano, por ejemplo, hoy abriría los telediarios y los periódicos perderían el culo por buscarle para que contara su hazaña. Pero es argentino, demasiado nuestro para ser verdad.

Publicado: Sab Jul 19, 2008 1:34 pm
por javito
Buenos articulos se ven por aqui

Publicado: Dom Jul 20, 2008 11:41 am
por Amarilla
Nos separamos
MARUJA TORRES


Llegó el verano y tiene tus ojos. Cesare Pavese fue seguramente un plasta como persona, pesadísimo con los amores no correspondidos, a vueltas con la misoginia, triste y, como demostró con su gesto final, un futuro suicida –en realidad, lo que él escribió fue: “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos”, poco antes de matarse– en permanente estado de exasperante ansiedad. Pero fue un poeta muy sensible y, para mí, el verano y sus ausencias han tenido siempre la encarnadura de palabras pavesianas. Ausencias-encuentros-ausencias.

Italia entonces –su cine, sus escritores, sus poetas– carecía para el mundo en general y muy especialmente para los españoles de la dimensión chorizo/vaticana que ahora la define. Era un país con el que podías adentrarte braceando en la melancolía, con la certeza de que no iba a permitir que te ahogaras. A mis diecisiete o dieciocho años, el verano tenía los colores blanco, negro y los grises de La chica con la maleta, aquel filme de Valerio Zurlini gracias al cual las muchachas nos enamoramos de Jacques Perrin, y los chicos, de Claudia Cardinale. La década precedente había sido marcada, para las clases populares españolas, por la cultura italiana, al menos en lo que a cine se refiere. No era cualquier cine y, por consiguiente, aunque recibida sin alharacas de entendidos, gracias al cielo, en las salas de barrio de doble sesión, no fue una cultura cualquiera. Era el neorrealismo, que nos alimentó y preparó para ese otro tipo de películas de los sesenta, también social y políticamente comprometidas, pero estilísticamente diferentes, con cuya visión nos sentíamos cerca de una vida a la que ni el cine español ni el de Hollywood nos aproximaban. Con el primero podías dormir o mentirte; con el segundo, soñar. La cercanía sólo nos la ofrecía Italia, que tanto habría de influir, por cierto, en los directores que pronto nos ofrecerían el llamado Nuevo Cine Español.

En su cine, en sus canciones, los italianos nos resultaban fraternales. Nuestros hermanos felices. Porque eran como nosotros, pero enfilaban un camino mejor. Allí el fascismo había perdido la guerra (aunque, como ahora sabemos, no había muerto: sólo mueren los poetas).

De modo que, cuando el verano arrecia y de mi acera han desaparecido las pisadas amigas, siento un tarareo interior, un temblor de la respiración, acompasada a cualquier melodía de la época –Il celo in una stanza, Una lacrima sul viso, Sappore di sale; tantas–, y penetro en una playa no exenta de nuevas huellas, por la que desfila un séquito de escritores que por esos años yo leía con devoción: Pratolini, Moravia, Morante, sin olvidar al venerado Lampedusa de Il Gattopardo ni al grandísimo siciliano Sciascia, entonces aún por descubrir. Es curioso que, de los dos vectores en que se divide la maraña de mis melancolías juveniles, el que pertenece a la canción francesa decididamente no sale del invierno o, como mucho, del otoño. La primavera y, más que nada, el verano son Italia, la Italia que, como me ocurre con otras muchas cosas, lamento enormemente que los jóvenes de ahora no hayan podido conocer, no se hayan podido nutrir de su sabiduría.

Pavesianas palabras: tomemos estate, por ejemplo. Si ahora mismo la teclean y buscan en Google, hallarán una aplastante oferta de terrenos y propiedades, porque sólo interesa su significado en inglés. Para mí, eternamente en italiano, estate forma parte de la espina dorsal en torno a la que cada verano –cada estío: pero la palabra española se parece demasiado a hastío– agrupo las ausencias hasta darle la forma de una hoguera bajo la luna. Pavese, otra vez.

Nos separamos. En verano nos separamos y cada cual ya cobija la forma en que el futuro le devolverá el recuerdo de las ausencias. Quienes tenemos el armario repleto no dudamos, sin embargo. Me envuelvo en la cálida nostalgia que Italia me enseñó a experimentar y, cinematográficamente, pienso en el después, en los vacíos que, de forma inevitable, el fin del verano también traerá consigo. Merenderos desiertos, viento, nubes… Chicas y chicos con la maleta.

Publicado: Dom Jul 20, 2008 11:58 am
por Amarilla
No poder con el alma
JAVIER MARÍAS


No conozco a nadie que, llegado a esta altura del curso, no esté absolutamente reventado y para el arrastre. Da lo mismo a qué se dedique, qué profesión tenga y cuál sea su grado de responsabilidad; que trabaje como autónomo o por cuenta ajena, en casa o en una oficina, que sea asalariado, jefe o directamente dueño de su negocio, que gane poco o mucho, es indiferente. Nadie puede ya con su alma, pese a los numerosísimos –pero frenéticos– puentes que existen en nuestro país y que jalonan todo el año. Algo funciona mal, y para mí es, principalmente, que hoy la gente no para nunca del todo o no sabe hacerlo, ni siquiera durante los fines de semana, cada vez más ocupados por actividades que más bien parecen obligaciones: hay que divertirse a toda costa, y ha de ser por ahí, en la calle, como si se hubiera olvidado que uno puede divertirse muchísimo en casa, leyendo, viendo películas, en todo caso sin agotarse también en el recreo.

Y de los que son padres no hablemos: tras deslomarse durante cinco días, vuelven a deslomarse durante los dos restantes intentando distraer a sus críos, procurando que no se aburran ni un minuto, porque eso, el supuesto aburrimiento (lo que más agudiza la imaginación, por cierto), se ha convertido en uno de los pecados más imperdonables de nuestra sociedad. Así que los pobres progenitores corren de aquí para allá, esclavizados por sus hijos: que si un parque de atracciones, una excursión, un desfile, una sesión de magia, un cumpleaños siempre multitudinario, lo que encuentren o lo que les exijan los pequeños tiranos mal acostumbrados.

La gente nunca para, en gran medida, porque tiene móvil y ordenador, y esa es la razón por la que yo carezco de lo uno y de lo otro. No estoy dispuesto a que cualquier majadero me interrumpa mis actividades, mis pensamientos o mis musarañas, esté donde esté. No deseo “estar conectado”, ni enterarme de todo en seguida. Nada me resultaría más atroz que estar localizable siempre, o que recibir más llamadas y cartas y publicidad y tonterías de las que ya me llegan a través del teléfono fijo, el fax y el correo ordinario.

Me alcanzan por demasiados conductos (mi agente literaria, este diario, las editoriales que publican mis libros, ahora la Real Academia Española, el Reino de Redonda, la antigua casa de mi difunto padre, por la que sólo voy de tarde en tarde), y lo último que quisiera es abrir nuevas vías. Pero no se trata de mí, que al fin y al cabo escribo novelas y artículos y soy, supongo, lo que se llama “una persona pública”. Veo que lo mismo les sucede a todos mis conocidos, a gente cuya tarea no trasciende el ámbito privado y que aun así viven acosados. No paran, están agobiados (la burocracia escandalosa a que nos obligan hoy nuestras autoridades despóticas no nos permite a ninguno levantar cabeza), y la mayoría suscribiría aquella frase de Audrey Hepburn a Cary Grant al principio de Charada, cuando él quiere entablar amistad y ella le contesta, más o menos: “Conozco ya a multitud de personas, y mientras no muera alguna de ellas me resulta de todo punto imposible conocer a nadie nuevo”. “Trabajar cansa” es una sencilla y sin embargo famosa cita del italiano Cesare Pavese. Lo cierto es que también hablar cansa, sobre todo sin ton ni son o para rehuir la soledad y el silencio, y en eso consiste hoy, en gran medida, el trabajo de cualquier individuo. No es raro que la última anotación de El oficio de vivir, el diario del propio Pavese, justo antes de ingerir barbitúricos en un hotel de Turín, fuera: “No palabras. Un gesto. No escribiré más”.

Ahora bien, yo no sé si es que toda la gente que trato es muy activa y laboriosa. Porque a la vez que veo a mi alrededor, cuando llega julio, este panorama de seres extenuados, también se oye el vocerío de masas a las que parecen sobrarles las energías y el tiempo. Hay colas monstruosas para todo, para lo que vale la pena y para cualquier unga-unga de descerebrados. Para las exposiciones de los museos y para las mamarrachadas callejeras (ya saben, juglares, mimos y festejos veraniegos se llevan la palma). Para los conciertos de rock y para ver a la Guardia ante el Palacio Real, ese nuevo espectáculo copión del Ayuntamiento madrileño. Las muchedumbres se agolpan para admirar a tíos sudorosos el Día de la Maratón Sudorosa, o a tíos malolientes en bici el Día de la Maloliente Bici, o a gañanes borrachos en los sanfermines. La sensación que uno acaba teniendo es que una parte de la población se mata a trabajar –desde luego los inmigrantes honrados– para que otra no dé un palo al agua. Algo va mal, y además los Gobiernos nos vuelven locos: tras decenios convenciendo a los ciudadanos de que debían prejubilarse cuanto antes, porque nos encaminábamos hacia la “sociedad del ocio”, ahora, como señalé aquí hace dos domingos, los desvergonzados Ministros de Trabajo europeos pretenden colarnos semanas de sesenta o más horas laborales, arrebatándonos derechos antiguos conquistados con sangre en su día, y sin que los miserables sindicatos actuales hayan convocado una sola manifestación ni huelga contra semejante medida decimonónica. En lo que nadie ha reparado, además, es en que quienes trabajarían esa insana cantidad de horas serían sólo los que ya sostienen toda la economía, esa parte de la población que no puede ya con su alma, y en la que figuran todos mis conocidos.

Publicado: Lun Jul 21, 2008 9:06 am
por bylY
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Publicado: Lun Jul 21, 2008 11:16 am
por Amarilla
Sensibilidad franciscana
JUAN JOSÉ MILLÁS


Leyendo hace poco una noticia acerca de la ley que prepara la Junta de Andalucía para garantizar a la ciudadanía el derecho a una muerte digna, tropecé con la noticia de que uno de los miembros del Comité de Ética andaluz responsable de la ponencia en la que se basará esa ley era un cura. ¿Un cura? Me quedé perplejo, la verdad. ¿Qué hace un cura en ese comité? ¿Por qué no incluir también a un fontanero, a un pocero, a un electricista, a un autor de teatro, a un poeta de la experiencia, a un escritor de novelas policiacas, a un director general del Ministerio de Industria, a un pregonero de las fiestas de San Fermín o al director de un burdel? Qué manía ésta de que los curas y los neoliberales tengan la última palabra sobre todo aquello que me concierne de manera más íntima, incluso sobre mi propia muerte, que debería ser el territorio menos enajenable, más firmemente mío, y no de la Iglesia, en todo caso, ni de los economistas (liberales o no) ni de los secretarios de Estado, ni de los ingenieros de caminos ni de los obispos o las obispas protestantes.

Lo peor de todo es que el cura de marras (qué rayos significará marras), en una entrevista que le hacían en un periódico, presumía de progre y asociaba la actitud de la Iglesia frente a la muerte con la sensibilidad franciscana. Si ustedes me lo permiten, me cago en la sensibilidad franciscana. Resulta que Inmaculada Echevarría, una pobre mujer que había pedido que le retiraran el respirador artificial porque estaba hasta el gorro de vivir una vida que no era vida, y que tardó seis meses en lograrlo, tuvo que cambiar de hospital, para fallecer como Dios manda, porque aquél en el que se encontraba era religioso e imperaba en él una sensibilidad franciscana muy partidaria del sufrimiento, de los estertores, de la agonía dolorosa. Imagínense lo que es ser llevado de acá para allá, en trance semejante, como un mueble. Pues bien, preguntado Francisco Alarcos, que así se llamaba el cura, sobre este caso concreto de sensibilidad franciscana, respondía con un galimatías verbal semejante a aquella loca adivinanza (también de orden místico) cuya respuesta era la gallina.

Pero, en fin, qué hace un cura opinando sobre mi muerte. Pues lo mismo que un crucifijo presidiendo la ceremonia de toma de posesión de un ministro. ¿Por qué una Administración socialista como la andaluza no puede prescindir de estos individuos? ¿Por qué una Administración socialista como la española no puede prescindir de los crucifijos? Ni idea, pues hasta las encuestas empiezan a reflejar que hay una mayoría de la población partidaria de más laicismo, es de decir, de más racionalidad, pero también de menos sufrimiento a la hora de fallecer. Un 80 por ciento de los españoles, según una reciente encuesta de Metroscopia, apoya la eutanasia activa. Quiere decirse que es uno de los pocos asuntos en los que están de acuerdo los votantes del PP y del PSOE. ¿A qué esperamos, pues? A Godot, esperamos a Godot, que lo normal es que no llegue.

Lo curioso es que en el programa con el que Zapatero ganó sus primeras elecciones se incluía la formación de un comité que comenzaría a estudiar el asunto a lo largo de la legislatura. El Gobierno resultante de aquellas elecciones (las del 2004) incumplió clamorosamente su promesa y no se atrevió a incluirla en las de 2008, recientemente celebradas y ganadas también por el PSOE. ¿Por qué? Por miedo a los obispos y a los neoliberales, que se han fusionado al modo de dos grandes empresas. Punto. Sólo hay un modo, pues, de que se aborde legalmente esta cuestión: que el Gobierno tenga más miedo a la ciudadanía que a los obispos. Y para que tenga más miedo a la ciudadanía que a Rouco hay que luchar desde todos los foros posibles. La muerte nos va a llegar a todos, y las posibilidades de que sea una muerta espantosa, indigna, exasperante, aumentan proporcionalmente al desarrollo de las nuevas tecnologías.

Es posible que el Gobierno tenga pocas posibilidades de maniobra para atajar la crisis económica o la recesión o como quiera que se llame en estos momentos lo que hasta hace poco era una desaceleración. Pero no tiene ninguna excusa para no hacer frente a demandas sociales que no cuestan dinero. Cuestan sensibilidad, desde luego, y empatía, pues hay que tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro para hacerse cargo de sus sufrimientos. No podemos esperar esa empatía de quienes persiguieron al doctor Montes por el delito de ser decente, de aliviar el sufrimiento de los enfermos terminales, por cumplir con sus obligaciones como médico. Pero sí deberíamos esperarla de los socialistas. Así que a ver qué pasa, coño.