EL POST DE COLUMNISTAS, ARTÍCULOS DE OPINIÓN
- juanjap
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SENSIBILIDAD FRANCISCANA
JUAN JOSE MILLAS
Leyendo hace poco una noticia acerca de la ley que prepara la Junta de Andalucía para garantizar a la ciudadanía el derecho a una muerte digna, tropecé con la noticia de que uno de los miembros del Comité de Ética andaluz responsable de la ponencia en la que se basará esa ley era un cura. ¿Un cura? Me quedé perplejo, la verdad. ¿Qué hace un cura en ese comité? ¿Por qué no incluir también a un fontanero, a un pocero, a un electricista, a un autor de teatro, a un poeta de la experiencia, a un escritor de novelas policiacas, a un director general del Ministerio de Industria, a un pregonero de las fiestas de San Fermín o al director de un burdel? Qué manía ésta de que los curas y los neoliberales tengan la última palabra sobre todo aquello que me concierne de manera más íntima, incluso sobre mi propia muerte, que debería ser el territorio menos enajenable, más firmemente mío, y no de la Iglesia, en todo caso, ni de los economistas (liberales o no) ni de los secretarios de Estado, ni de los ingenieros de caminos ni de los obispos o las obispas protestantes.
Lo peor de todo es que el cura de marras (qué rayos significará marras), en una entrevista que le hacían en un periódico, presumía de progre y asociaba la actitud de la Iglesia frente a la muerte con la sensibilidad franciscana. Si ustedes me lo permiten, me cago en la sensibilidad franciscana. Resulta que Inmaculada Echevarría, una pobre mujer que había pedido que le retiraran el respirador artificial porque estaba hasta el gorro de vivir una vida que no era vida, y que tardó seis meses en lograrlo, tuvo que cambiar de hospital, para fallecer como Dios manda, porque aquél en el que se encontraba era religioso e imperaba en él una sensibilidad franciscana muy partidaria del sufrimiento, de los estertores, de la agonía dolorosa. Imagínense lo que es ser llevado de acá para allá, en trance semejante, como un mueble. Pues bien, preguntado Francisco Alarcos, que así se llamaba el cura, sobre este caso concreto de sensibilidad franciscana, respondía con un galimatías verbal semejante a aquella loca adivinanza (también de orden místico) cuya respuesta era la gallina.
Pero, en fin, qué hace un cura opinando sobre mi muerte. Pues lo mismo que un crucifijo presidiendo la ceremonia de toma de posesión de un ministro. ¿Por qué una Administración socialista como la andaluza no puede prescindir de estos individuos? ¿Por qué una Administración socialista como la española no puede prescindir de los crucifijos? Ni idea, pues hasta las encuestas empiezan a reflejar que hay una mayoría de la población partidaria de más laicismo, es de decir, de más racionalidad, pero también de menos sufrimiento a la hora de fallecer. Un 80 por ciento de los españoles, según una reciente encuesta de Metroscopia, apoya la eutanasia activa. Quiere decirse que es uno de los pocos asuntos en los que están de acuerdo los votantes del PP y del PSOE. ¿A qué esperamos, pues? A Godot, esperamos a Godot, que lo normal es que no llegue.
Lo curioso es que en el programa con el que Zapatero ganó sus primeras elecciones se incluía la formación de un comité que comenzaría a estudiar el asunto a lo largo de la legislatura. El Gobierno resultante de aquellas elecciones (las del 2004) incumplió clamorosamente su promesa y no se atrevió a incluirla en las de 2008, recientemente celebradas y ganadas también por el PSOE. ¿Por qué? Por miedo a los obispos y a los neoliberales, que se han fusionado al modo de dos grandes empresas. Punto. Sólo hay un modo, pues, de que se aborde legalmente esta cuestión: que el Gobierno tenga más miedo a la ciudadanía que a los obispos. Y para que tenga más miedo a la ciudadanía que a Rouco hay que luchar desde todos los foros posibles. La muerte nos va a llegar a todos, y las posibilidades de que sea una muerta espantosa, indigna, exasperante, aumentan proporcionalmente al desarrollo de las nuevas tecnologías.
Es posible que el Gobierno tenga pocas posibilidades de maniobra para atajar la crisis económica o la recesión o como quiera que se llame en estos momentos lo que hasta hace poco era una desaceleración. Pero no tiene ninguna excusa para no hacer frente a demandas sociales que no cuestan dinero. Cuestan sensibilidad, desde luego, y empatía, pues hay que tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro para hacerse cargo de sus sufrimientos. No podemos esperar esa empatía de quienes persiguieron al doctor Montes por el delito de ser decente, de aliviar el sufrimiento de los enfermos terminales, por cumplir con sus obligaciones
como médico. Pero sí deberíamos esperarla de los socialistas. Así que a ver qué pasa, coño.
JUAN JOSE MILLAS
Leyendo hace poco una noticia acerca de la ley que prepara la Junta de Andalucía para garantizar a la ciudadanía el derecho a una muerte digna, tropecé con la noticia de que uno de los miembros del Comité de Ética andaluz responsable de la ponencia en la que se basará esa ley era un cura. ¿Un cura? Me quedé perplejo, la verdad. ¿Qué hace un cura en ese comité? ¿Por qué no incluir también a un fontanero, a un pocero, a un electricista, a un autor de teatro, a un poeta de la experiencia, a un escritor de novelas policiacas, a un director general del Ministerio de Industria, a un pregonero de las fiestas de San Fermín o al director de un burdel? Qué manía ésta de que los curas y los neoliberales tengan la última palabra sobre todo aquello que me concierne de manera más íntima, incluso sobre mi propia muerte, que debería ser el territorio menos enajenable, más firmemente mío, y no de la Iglesia, en todo caso, ni de los economistas (liberales o no) ni de los secretarios de Estado, ni de los ingenieros de caminos ni de los obispos o las obispas protestantes.
Lo peor de todo es que el cura de marras (qué rayos significará marras), en una entrevista que le hacían en un periódico, presumía de progre y asociaba la actitud de la Iglesia frente a la muerte con la sensibilidad franciscana. Si ustedes me lo permiten, me cago en la sensibilidad franciscana. Resulta que Inmaculada Echevarría, una pobre mujer que había pedido que le retiraran el respirador artificial porque estaba hasta el gorro de vivir una vida que no era vida, y que tardó seis meses en lograrlo, tuvo que cambiar de hospital, para fallecer como Dios manda, porque aquél en el que se encontraba era religioso e imperaba en él una sensibilidad franciscana muy partidaria del sufrimiento, de los estertores, de la agonía dolorosa. Imagínense lo que es ser llevado de acá para allá, en trance semejante, como un mueble. Pues bien, preguntado Francisco Alarcos, que así se llamaba el cura, sobre este caso concreto de sensibilidad franciscana, respondía con un galimatías verbal semejante a aquella loca adivinanza (también de orden místico) cuya respuesta era la gallina.
Pero, en fin, qué hace un cura opinando sobre mi muerte. Pues lo mismo que un crucifijo presidiendo la ceremonia de toma de posesión de un ministro. ¿Por qué una Administración socialista como la andaluza no puede prescindir de estos individuos? ¿Por qué una Administración socialista como la española no puede prescindir de los crucifijos? Ni idea, pues hasta las encuestas empiezan a reflejar que hay una mayoría de la población partidaria de más laicismo, es de decir, de más racionalidad, pero también de menos sufrimiento a la hora de fallecer. Un 80 por ciento de los españoles, según una reciente encuesta de Metroscopia, apoya la eutanasia activa. Quiere decirse que es uno de los pocos asuntos en los que están de acuerdo los votantes del PP y del PSOE. ¿A qué esperamos, pues? A Godot, esperamos a Godot, que lo normal es que no llegue.
Lo curioso es que en el programa con el que Zapatero ganó sus primeras elecciones se incluía la formación de un comité que comenzaría a estudiar el asunto a lo largo de la legislatura. El Gobierno resultante de aquellas elecciones (las del 2004) incumplió clamorosamente su promesa y no se atrevió a incluirla en las de 2008, recientemente celebradas y ganadas también por el PSOE. ¿Por qué? Por miedo a los obispos y a los neoliberales, que se han fusionado al modo de dos grandes empresas. Punto. Sólo hay un modo, pues, de que se aborde legalmente esta cuestión: que el Gobierno tenga más miedo a la ciudadanía que a los obispos. Y para que tenga más miedo a la ciudadanía que a Rouco hay que luchar desde todos los foros posibles. La muerte nos va a llegar a todos, y las posibilidades de que sea una muerta espantosa, indigna, exasperante, aumentan proporcionalmente al desarrollo de las nuevas tecnologías.
Es posible que el Gobierno tenga pocas posibilidades de maniobra para atajar la crisis económica o la recesión o como quiera que se llame en estos momentos lo que hasta hace poco era una desaceleración. Pero no tiene ninguna excusa para no hacer frente a demandas sociales que no cuestan dinero. Cuestan sensibilidad, desde luego, y empatía, pues hay que tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro para hacerse cargo de sus sufrimientos. No podemos esperar esa empatía de quienes persiguieron al doctor Montes por el delito de ser decente, de aliviar el sufrimiento de los enfermos terminales, por cumplir con sus obligaciones
como médico. Pero sí deberíamos esperarla de los socialistas. Así que a ver qué pasa, coño.
- Pato WRC
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La suerte de Concepción
Por Francisco Pomares
¿Puede alguien enterarse de cuántas obras se han adjudicado a Miguel Concepción en el último año? ¿Y hacer una relación de cuáles de esas obras han sido adjudicadas por corporaciones públicas gobernadas por Coalición? ¿Sabe alguien de dónde ha sacado Concepción el dinero necesario para financiar la adquisición de los dos ATR con los que ha aumentado la flota de su compañía aérea en estos últimos meses de crisis y dificultades para todos? ¿Sabe alguien a quién va a venderle Miguel Concepción por unos cuantos kilos los derechos de retransmisión del Club Deportivo Tenerife, que hoy son de Audiovisual Sport? ¿No lo sabe nadie? Pues será cuestión de enterarse...
Porque lo cierto es que Miguel Concepción está teniendo una suerte enorme durante el paulinato: su empresa constructora va viento en popa en un momento en el que todo quisque hace aguas, las instituciones financieras le prestan todo lo que necesita cuando nadie quiere prestar un duro ni para pagar la hipoteca, y encima va la Tele Canaria -sí, la de Willy García- y se lo monta en plan Tele Madrid con el Átletico y el Getafe y le hace una oferta de quitar el hipo para quedarse con los derechos del Club que preside.
Lo preside "porque Paulino me lo pidió", según ha contado en más de una ocasión, y si no lo hubiera contado tampoco sería un secreto, porque la mitad de los empresarios chichas con algo que pedirle al Gobierno fueron convocados por Rivero para echarle una manita al CD Tenerife. Una reunión ya famosa, en el restaurante La Ermita, de El Sauzal, y de la que Concepción salió mandamás de los blanquiazules.
O sea, que las cosas le van mejor que nunca al constructor, propietario de radios y televisiones y de clubs, y amigo del presidente, incluso mejor que en la época en que Rivero era consejero de Obras Públicas del Cabildo de Tenerife y Traysesa -su empresa- fue denunciada en los medios por los empresarios de la construcción de Tenerife por quedarse con toda la guita del Cabildo. Pero quizá lo que escribo sea sólo una percepción personal. Quizá no le vaya tan bien a Miguel Concepción como todos creemos.
Lo que es seguro es que no le va tan bien como él cree que debiera irle: el otro día me lo encontré en un avión -por cierto, iba en uno de Binter, de la competencia, en el vuelo de Gran Canaria a Tenerife- y se me quejó de lo mal que le van las cosas, de lo mal que lo trata la Administración canaria y del poco caso que le hacen en todas partes, a pesar de lo mucho que ha ayudado a Paulino Rivero siempre que se lo ha pedido.
Como no podía quejarse de no tener obras -las tiene- o de que no le concedieran licencia para su televisión -se la dieron-, o que no haya dinero fresco para el CD Tenerife -lo hay, y mañana más- se quejó sobre todo de que Rivero no haya cumplido aún la promesa que le hizo de "meter en cintura a Binter y abrir los mercados para todos". Me preocupa mucho ver a Concepción ansioso. Porque si a él le va mal, entonces es que esto no tiene arreglo.
- Amarilla
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Funcionamos
JUAN JOSÉ MILLÁS
Si la crisis económica hubiera provocado la caída de publicidad de la que hablan los responsables de los medios, debería notarse ya en nuestros cerebros y en nuestros corazones. De hecho, para conocer el estado físico y emocional de un grupo humano, lo primero que conviene es averiguar la cantidad de publicidad en sangre de ese grupo. Si nos arrebataran de golpe el torrente publicitario que fluye en nuestras venas (televisión, periódicos, vallas callejeras, móviles, radio, autobuses, metro, taxis, correo ordinario, boca a boca, Internet, etc.), nos quedaríamos catatónicos. Imaginen una vida sin Intimísimi, sin Renault, sin Telefónica, sin Fayri, sin atún claro Calvo, sin ron Bacardí, sin el Gordo de la Lotería Primitiva (Lotería Primitiva, Dios mío, qué nombre). No es posible, pues, que se haya producido la catástrofe de la que nos informan, a menos que la realidad haya empezado a sustituir, en plan metadona, a las operaciones de propaganda. ¿No son, en cierto modo, los congresos de los partidos actos publicitarios? ¿No son las campañas electorales campañas de publicidad? ¿No ha sido la turné del Papa un anuncio? ¿De qué?, cabría preguntarse.
No tenemos ni idea, pero eso nos pasa también con los spots de la tele: cuanto mejores son, más dificultades tenemos para retener el producto que divulgan. En este orden de cosas, el viaje de Obama a Irak y Oriente Medio es una obra maestra, pues le hemos comprado a ciegas lo que vende, sea lo que sea. Si votáramos en las elecciones estadounidenses, obtendría el 80% de los votos. ¿Y en el fondo qué sabe la gente de este señor, además de que es mulato y guapo? Pues lo mismo que de Tinto de verano don Simón, tinto de verano para ti, tinto de verano hay que beber, viva don Simón. Quiere decirse que no estamos tan mal. El sistema, pese a la crisis económica, funciona.
- RiverPlate
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Y que sean las propias mujeres (ya por suerte cada vez menos) las que defiendan esta abominable y aberrante práctica. Por suerte (por decir algo) en pocas décadas las mujeres más ancianas habrán pasado a mejor vida (sniff) y las futuras féminas podrán disfrutar del sexo, y vivir una vida plena sin traumas innecesarios.
La ablación del clítoris... silencio y gritos en el desierto
Una mujer sujeta la cabeza de una niña de seis años en el momento de sufrir esta práctica.
SAL EMERGUI (Rahat)
29 de julio.- "Antes los hombres solo queríamos casarnos con una mujer que pasó la mutilación de clítoris. Era algo normal. Pero hoy yo no aceptaría una así", nos dice un beduino ya veterano en la localidad de Rahat, en el desierto del Néguev, al sur de Israel. Aunque en los últimos años este fenómeno se ha reducido considerablemente, centenares de jóvenes beduinas aún sufren la ablación de clítoris.
Las costumbres, la propia familia y la presión social son el peor enemigo de las niñas que sueñan ser mujeres en los poblados beduinos. Tanto las que ejecutan la mutilación femenina como las que lo sufren o las que se oponen prefieren mantenerse en el anonimato. No hay apellidos, solo iniciales, silencio y mucha vergüenza. Gritos de desesperación en el desierto.
Las autoridades israelíes se sienten impotentes para frenar este fenómeno. "La ablación de clítoris en las jóvenes beduinas solo llega a nuestro conocimiento una vez se ha realizado y en muchas ocasiones ni eso. En la mayoría de casos, las familias lo niegan", se defienden los portavoces de la red de clínicas en el sur del país.
Rahat es una localidad beduina de mayoría musulmana, cerca de Beer Sheva, la capital del sur de Israel. Entre sus más de 40.000 habitantes, la ablación de clítoris es un término conocido pero tabú. "Se hace, claro que se hace pero en silencio. Si empiezas a preguntar, al final te echarán de aquí a patadas", nos avisa un joven de Rahat que aclara: "Nuestra ciudad es más moderna y grande y se hace muchos menos que en los pequeños poblados".
Antes de llegar al estremecedor capítulo de cómo se elimina tejido de partes de los genitales femeninos, otro beduino nos explica el motivo: "Dañar seriamente el clítoris para reducir el gozo de la mujer cuando realiza relaciones sexuales así como reprimir su deseo sexual. Para evitar que sienta placer sexual y también para que llegue virgen al matrimonio".
Según diversos informes, hoy en día hay unas 135 millones de mujeres que han sufrido esta mutilación, común sobre todo en varios países de Africa. "Es una cosa de mujeres, ellas lo ejecutan y ellas lo sufren", explica un residente de Rahat que si quisieran lo podrían evitar. Ellos no cortan pero son más que cómplices.
Una cuchilla utilizada en una de estas prácticas.
Así es una ablación de clítoris en un poblado beduino: un mes antes, la madre de la niña le explica en qué consiste, su finalidad y la importancia de no resistirse. Entonces una mañana, cuando no hay presencia masculina en la casa y a plena luz del día, llegan varias mujeres a la casa de la niña. Una se dedica a taparle la boca para que no chille y el resto se esfuerza en cogerla de las manos y piernas para que no se resista. Para que no moleste durante el acto. Entonces, la mujer con más experiencia y 'habilidad', lava con jabón y agua el clítoris de la niña. Procede a la mutilación con un cuchillo especial y pequeño, nada que ver con las cuchillas viejas de afeitar del pasado. Las mujeres limpian el charco de la sangre derramada. En muchas ocasiones, la chica se desmaya. En otras, llora de impotencia. Siempre, grita de dolor. Un grito en medio del desierto.
Una mutilación mal hecha acaba con la chica en el hospital, el último lugar al que desea llegar la familia. La norma es que todo quede en ese cuarto de la casa. Si no hay más remedio y la niña se encuentra en estado grave, la llevan a un centro sanitario donde prefieren callarse. En más de una ocasión, la mujer desangrada o infectada fallece llevándose a la tumba el secreto familiar. Hace unos meses, una adolescente de 16 años fue salvada en el Hospital Soroka de Beer Sheva, tras sufrir una mutilación genital. En otro caso, la niña solo tenía 9 años.
El terrible daño físico se multiplica con las secuelas psicológicas y un profundo sentimiento de depresión. En muchos casos, la chica beduina mutilada sexualmente contempla cómo tras casarse su marido contrae matrimonio con otras mujeres ya que la poligamia, pese a que la ley israelí lo prohíbe terminantemente, sigue siendo un hecho en más del 20% de las familias beduinas del país.
Muchas, aunque no se atreven a dar la cara, luchan contra la ablación del clítoris, defendiendo a su hija pero también a las futuras generaciones. "Me da rabia que los que apoyan este crimen físico y psicológico hablen en nombre del Islam. La religión musulmana no da permiso para esta barbaridad. Mi hija tiene derecho a disfrutar de su cuerpo. Si Alá hubiese querido que no tuviera placer sexual, la habría concebido de otra forma", nos dice una madre beduina, académica y decidida a ser una barrera entre su niña y el cuchillo del pasado.
Saludos.
- Amarilla
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Juezas, abogadas, médicas y miembros
ROSA PEREDA
Hace pocos días, un conocido comunicador de la derecha, en uno de estos debates televisivos que sólo hay cuando gobierna la izquierda, tras decir "la jueza" con toda naturalidad, se desdecía: bueno, la señora juez. Y no digo que levantara la veda de las críticas a la ministra -y decimos ministra, y no señora ministro- que han llovido hasta el hartazgo. Abría, por así decir, esta vuelta a la pureza del idioma, mancillado por los femeninos de oficio con prestigio. Unos femeninos que siempre existieron en nuestra lengua, pero para nombrar otra cosa. La jueza era la señora del juez, y no la señora juez. Más que nada, porque las señoras juez, que ahora son de uso normal, o sea, las juezas, eran impensables. Sencillamente, no existían.
No es que crea que las juezas sean de uso, que con esto del idioma hay que tener cada vez más cuidado. Al idioma le está pasando lo que a la tierra misma, que se degrada y hay que cuidarla. Con una diferencia importante, que no evita el miedo: la lengua no deja de ser un instrumento, una creación, un producto virtual. Vital, por supuesto, aunque de una utilidad que no lo exime, como a tantas cosas y hasta personas, de la belleza. Que nunca deja de ser colectivo ni funcional, y que, por su propia rareza, va con leyes propias, que no pueden dejar de depender de la gente. Si algo, material o espiritual, verdadero o falso, imaginario o real, necesita ser nombrado, la gente encontrará la palabra para hacerlo. Cambiando el sentido de una palabra anterior, importándola de otras lenguas como las frutas fuera de estación, inventando una nueva, recuperando una vieja que ya no tenía nada que hacer, y que podía llevar siglos dormida en el idioma.
Cuando una realidad nueva pide ser nombrada, se la nombra. Ahora hay arquitectas y médicas, hay ingenieras y abogadas, hay alcaldesas y diputadas. Y hasta alguna presidenta de depende qué. Y ministras, tantas como ministros. Y juezas. Y las academias pueden hacer poco para evitar que esa realidad nueva encuentre en los propios mecanismos de la lengua, en los más cómodos y en los más fáciles -adecuando el género de las palabras al sexo de las personas, por ejemplo, la manera de que no haya agujeros de sentido ni zonas vacías de significado en el conjunto de la lengua.
Género de las palabras, sexo de las personas: en castellano, las palabras tienen género. Más de dos, por supuesto (estaban el neutro, el epiceno y el ambiguo, si no recuerdo mal: cuántas realidades prevé la lengua). Pero en todos los idiomas, las palabras tienen sexo. Y edad. El sexo y la edad del emisor. Las palabras cambian con las feromonas que se emiten, vaya si cambian, y si no, vean qué difícil es hacerse oír cuando se tienen cincuenta. Y qué difícil es hacerse oír cuando se es mujer.
Me parece que ahí está el quid de esta cuestión. La gran novedad del siglo que acabó, lo que va a definir el naciente, es precisamente el sexo de los emisores, para ser más exacta, la aparición de las "emisoras". El hecho de que las mujeres hayan tomado -hayamos tomado- la palabra y se decidan a poner género a las que nombran su trabajo o su estatus. El que se haga con humor y un poco como si nada, forma parte del juego. Y así lo hemos visto en el gran congreso internacional Mundos de Mujeres 08, que se celebró en Madrid la segunda semana de julio. Cuatro mil mujeres de todo el mundo, que vinieron a hablar de sus cosas. Convocadas desde hace tres años por Teresa Langle de Paz, su coordinadora general, bajo el paraguas de la Complutense, transmitían de manera plástica, física, ese poder real que la mujer va adquiriendo. En todos los terrenos. Por ejemplo, Voces Mediterráneas II, un congreso dentro de ese gran congreso, permitió que un montón de señoras de los dos márgenes del mar hablaran sin tapujos de los problemas de la zona y el papel de las mujeres en su compleja solución. Pero a lo que íbamos: había algunos varones. Muy pocos. Poquísimos. ¿Cómo reducir al masculino? Un poco ridículo llamar "señores" a un auditorio de cien mujeres y siete varones, ¿no? Y tampoco decir "señoras", porque sería como excluirlos, encima de que habían venido... Pues ese es el problema siempre. Que en la reducción gramatical prevista, las mujeres no somos visibles.
Bibiana Aído, la ministra de Igualdad, abrió una caja de ruidos que, rápidamente, está poniendo en campaña a los puristas y a la derecha a un tiempo. A mí también me resulta pesada la duplicación ésa de "compañeras y compañeros", etc., aunque creo que ha sido beneficiosa para el lado de las compañeras. Ha nombrado su existencia. Pero, claro, la ministra ha puesto el dedo en una llaga complicada. ¡Lo de miembras! Tendría que haberse dado cuenta de que miembro no hay más que uno. Y es masculino, y donde más les duele.
- bylY
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Quedarse rojo con la zona azul
Cristóbal D. Peñate
Este artículo lo escribí justo antes de enterarme de que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria estudia prescindir de los absurdos parquímetros que hay distribuidos estratégicamente por diversas zonas de la ciudad. Tras leer la noticia he decidido no cambiar un ápice del artículo porque soy como santo Tomás: hasta que no lo vea no lo creo. Yo no muevo montañas.
Tengo la impresión de que los ayuntamientos han inventado los parquímetros de las zonas azules, además de para recaudar vorazmente, para fastidiar al pobre mientras favorece al rico. Lo contrario de lo que hacía Robin Hood.
Es evidente que los ricos no necesitan parquímetros porque no tienen que aparcar sus lujosos coches en la calle; todos ellos cuentan con garaje propio. Si en alguna ocasión tienen que estacionar en la vía pública, prefieren hacerlo en un parking bien pertrechado porque a ellos les importa un rábano tener que apoquinar pasta porque, entre otras cosas, es de lo poco que les sobra.
Los ricos, si no tienen plaza en propiedad, pueden permitirse el lujo de alquilar una. Les da igual lo que cueste. En cambio, los pobres que tienen coche pero el sueldo justo para llegar a fin de mes son los únicos que se ven obligados a aparcar en la calle.
Antes un pobre normal, corriente y moliente (o sea, usted o yo mismo: hoy el millonario tiene que tener al menos un millón de euros, no de pesetas, en el banco) podía aparcar en cualquier calle su utilitario o su coche viejo (el mío tiene 24 años, cuatro más que mi hija mayor, por lo que mis hijos no han conocido otro carro que el que sigo usando).
Pero ya ni la calle es para los pobres. A los indigentes e inmigrantes (si es inmigrante indigente, aún peor) los están barriendo las autoridades de las calles. Hemos pasado de "la calle es mía" de Fraga a que la calle es sólo del ayuntamiento, que nos obliga a los pobres automovilistas a pagar cada día parquímetro, como si no tuvieran suficiente con el impuesto de circulación de vehículos que le apoquinamos cada año, además de la gasolina que pagamos a precio de oro.
Los más perjudicados de los parquímetros son los trabajadores que faenan por las inmediaciones de la zona azul y los vecinos que viven en esa calle de toda la vida que ahora está pintada con color restrictivo. ¿Por qué un trabajador tiene que dejar la mitad de su sueldo en un parquímetro o en un parking privado al tener que ir cada día a faenar? ¿Por qué yo mismo tengo que dejar el coche a diez manzanas porque las calles de mi casa y adyacentes están todas pintadas de azul? Lo peor es que los ayuntamientos dividen a los ciudadanos: los de primera no tienen parquímetros y los de segunda son los pringados.
Hay muchos ciudadanos que no pueden permitirse el lujo de disponer de un presupuesto de 100 euros extras al mes para pagarse una plaza de garaje. Los parquímetros son tan regresivos como las multas de tráfico: sólo les afecta a los pobres, que pueden ver seriamente diezmado su salario, mientras que a los ricos se las trae al fresco porque apenas les supone merma en su peculio.
Por eso extraña que en ayuntamientos supuestamente progresistas, como el socialista de Las Palmas de Gran Canaria, no sólo hayan mantenido los parquímetros sino que incluso los hayan aumentado. Las ampliaciones han molestado a vecinos y trabajadores de las nuevas zonas prohibidas y ahora el concejal del ramo ha anunciado una marcha atrás (hablando de coches) dentro de unos meses, pero sólo en esas calles y no en las que ya llevan sufriendo la medida restrictiva desde hace años. No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza con la zona azul. Es de sonrojo.
Los políticos, da igual que sean de derecha o de izquierda, del PP o del PSOE, nacionalistas o mediopensionistas, pasan completamente del ciudadano de la clase media porque ellos son unos privilegiados, empezando por sus propios coches. Los administradores de lo público emplean, paradójicamente, el coche más privado de los públicos: el oficial que pagamos todos.
Para quedarte con el encefalograma plano no hay nada mejor que usar el coche oficial cada día. Te aleja pronto de tu puesto de trabajo y, sobre todo, de la cruda realidad.
Cristóbal D. Peñate
Este artículo lo escribí justo antes de enterarme de que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria estudia prescindir de los absurdos parquímetros que hay distribuidos estratégicamente por diversas zonas de la ciudad. Tras leer la noticia he decidido no cambiar un ápice del artículo porque soy como santo Tomás: hasta que no lo vea no lo creo. Yo no muevo montañas.
Tengo la impresión de que los ayuntamientos han inventado los parquímetros de las zonas azules, además de para recaudar vorazmente, para fastidiar al pobre mientras favorece al rico. Lo contrario de lo que hacía Robin Hood.
Es evidente que los ricos no necesitan parquímetros porque no tienen que aparcar sus lujosos coches en la calle; todos ellos cuentan con garaje propio. Si en alguna ocasión tienen que estacionar en la vía pública, prefieren hacerlo en un parking bien pertrechado porque a ellos les importa un rábano tener que apoquinar pasta porque, entre otras cosas, es de lo poco que les sobra.
Los ricos, si no tienen plaza en propiedad, pueden permitirse el lujo de alquilar una. Les da igual lo que cueste. En cambio, los pobres que tienen coche pero el sueldo justo para llegar a fin de mes son los únicos que se ven obligados a aparcar en la calle.
Antes un pobre normal, corriente y moliente (o sea, usted o yo mismo: hoy el millonario tiene que tener al menos un millón de euros, no de pesetas, en el banco) podía aparcar en cualquier calle su utilitario o su coche viejo (el mío tiene 24 años, cuatro más que mi hija mayor, por lo que mis hijos no han conocido otro carro que el que sigo usando).
Pero ya ni la calle es para los pobres. A los indigentes e inmigrantes (si es inmigrante indigente, aún peor) los están barriendo las autoridades de las calles. Hemos pasado de "la calle es mía" de Fraga a que la calle es sólo del ayuntamiento, que nos obliga a los pobres automovilistas a pagar cada día parquímetro, como si no tuvieran suficiente con el impuesto de circulación de vehículos que le apoquinamos cada año, además de la gasolina que pagamos a precio de oro.
Los más perjudicados de los parquímetros son los trabajadores que faenan por las inmediaciones de la zona azul y los vecinos que viven en esa calle de toda la vida que ahora está pintada con color restrictivo. ¿Por qué un trabajador tiene que dejar la mitad de su sueldo en un parquímetro o en un parking privado al tener que ir cada día a faenar? ¿Por qué yo mismo tengo que dejar el coche a diez manzanas porque las calles de mi casa y adyacentes están todas pintadas de azul? Lo peor es que los ayuntamientos dividen a los ciudadanos: los de primera no tienen parquímetros y los de segunda son los pringados.
Hay muchos ciudadanos que no pueden permitirse el lujo de disponer de un presupuesto de 100 euros extras al mes para pagarse una plaza de garaje. Los parquímetros son tan regresivos como las multas de tráfico: sólo les afecta a los pobres, que pueden ver seriamente diezmado su salario, mientras que a los ricos se las trae al fresco porque apenas les supone merma en su peculio.
Por eso extraña que en ayuntamientos supuestamente progresistas, como el socialista de Las Palmas de Gran Canaria, no sólo hayan mantenido los parquímetros sino que incluso los hayan aumentado. Las ampliaciones han molestado a vecinos y trabajadores de las nuevas zonas prohibidas y ahora el concejal del ramo ha anunciado una marcha atrás (hablando de coches) dentro de unos meses, pero sólo en esas calles y no en las que ya llevan sufriendo la medida restrictiva desde hace años. No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza con la zona azul. Es de sonrojo.
Los políticos, da igual que sean de derecha o de izquierda, del PP o del PSOE, nacionalistas o mediopensionistas, pasan completamente del ciudadano de la clase media porque ellos son unos privilegiados, empezando por sus propios coches. Los administradores de lo público emplean, paradójicamente, el coche más privado de los públicos: el oficial que pagamos todos.
Para quedarte con el encefalograma plano no hay nada mejor que usar el coche oficial cada día. Te aleja pronto de tu puesto de trabajo y, sobre todo, de la cruda realidad.
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Una gestión que hace aguas
"La intención de vender este año el 100% la aerolínea acabó como el rosario de la aurora. La propiedad optó por un plan de ahorro de 90 millones de euros. Ahora, por desgracia, le sale muy caro"
José S. Mujica Las Palmas de Gran Canaria
Spanair remitió un correo electrónico el pasado martes, a los titulares de la tarjeta de fidelidad, alardeando de las facilidades de facturación en la terminal B de El Prat, en Barcelona. La misiva queda ahora anulada, a todos los efectos, por el impacto de Barajas.
Cualquier esfuerzo publicitario va a resultar baldío. Es más, la compañía va a tener que esmerarse ante familiares, usuarios e investigadores de la tragedia, sobre todo, porque la calidad es una herramienta de la prescindió hace tiempo, justo cuando empezaron las primeras tiranteces, en 2003, con la venta del 95% de las acciones al grupo escandinavo SAS.
La pasada semana, como premonición de algo tenebroso, José Manuel Soria compareció en una rueda de prensa con el presidente del sindicato de pilotos, Sepla. El consejer de Economía y Hacienda apremiaba a Spanair a desvelar los secretos del desmantelamiento progresivo que sufría la corporación. Soria mostró su preocupación por la conectividad, el empleo y el turismo que acusaban las Islas como consecuencia del cierre de las bases de Las Palmas y Tenerife y la supresión de varias rutas estratégicas.
El pasado sábado, los servicios del 112 del Gobierno canario, activaron el dispositivo de emergencia ante el aterrizaje forzoso en Gran Canaria de un vuelo de Spanair que debía cubrir la ruta Lanzarote-Madrid. Casualmente, el aparato acusó una supuesta avería en el motor izquierdo de la que todavía no hay confirmación oficial.
Tanto desbarajuste en los despidos (el 8 de agosto, la dirección presentó ante la Dirección General de Trabajo un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que afecta a 954 trabajadores a tiempo completo, aunque podría llegar a un máximo de 1.062 personas) y tanta incertidumbre en la eficiencia de la gestión (SAS desinvirtió en España al dejar de considerarlo mercado estratégico por la subida del crudo, la competencia low cost y el fracaso de la venta), acaba afectando al ánimo de la plantilla y como errar es innato al ser humano, los controles de calidad acaban resitiéndose, guste o no guste.
Además, merece destacarse un hecho muy significativo que, para la Administración española, ha pasado desapercibido. El rotativo británico The Times publicó ayer en su edición virtual (timesonline.co.uk) un afiladísimo análisis sobre la catástrofe de Barajas. En el sexto párrafo desvela que el pasado mes, la Agencia Federal de Aviación Americana ordenó la inspección de los modelos MD-80s (como la gama del siniestrado) por fallos en los circuitos eléctricos.
Spanair se ha caracterizado por el uso prolongado de estos aparatos, que han provocado en los últimos meses retrasos, quebraderos, suspensiones y sustos a los clientes y tripulación de la compañía.
Algunos de los MD-80s ha sido revendidos a países subdesarrollados (sobre todo, africanos) para que terminen de amortizarlos, porque así son, en definitiva, las reglas del mercado...
Pero, ¿existe alguna relación entre los desajustes en la gestión y la repetición reciente de incidencias? ¿Hubo diligencia por parte de las instituciones competentes en España para replicar la revisión los modelos MD-80s?¿Conocen los usarios de la compañía (también los de tarjeta de fidelidad)los detalles de este plan de extrema inspección?
La compañía de seguros de transporte aéreo de Estados Unidos, ha registrado 16 accidentes que afectan a modelos MD-82, sólo en los cinco últimos años. Por ejemplo: Thai Orient, en Tailandia (89 muertos); West Caribbean Airways, Venezuela (152 muertos) o Lyon Air, Indonesia (25 muertos).
El Ministerio de Fomento debería tranquilizar a familiares y usuarios de las garantías plenas cuestionadas ahora por la Agencia norteamericana.
Pero debajo de esas dudas técnicas, subyace una historia de duras discrepancias en la gestión. La aerolínea arrastra cuatro años consecutivos de pérdidas y sus máximos dirigentes, Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz, no lograron entenderse con la cúpula de la SAS. La intención de vender este año el 100% de la compañía acabó como el rosario de la aurora: sin acuerdo, pese a las ofertas de Iberia, Gadair e inversores catalanes. Nada satisfizo a unos y otros, que aplicaron un plan de ahorro de 90 millones de euros que, ahora, por desgracia, sale demasiado caro.
"La intención de vender este año el 100% la aerolínea acabó como el rosario de la aurora. La propiedad optó por un plan de ahorro de 90 millones de euros. Ahora, por desgracia, le sale muy caro"
José S. Mujica Las Palmas de Gran Canaria
Spanair remitió un correo electrónico el pasado martes, a los titulares de la tarjeta de fidelidad, alardeando de las facilidades de facturación en la terminal B de El Prat, en Barcelona. La misiva queda ahora anulada, a todos los efectos, por el impacto de Barajas.
Cualquier esfuerzo publicitario va a resultar baldío. Es más, la compañía va a tener que esmerarse ante familiares, usuarios e investigadores de la tragedia, sobre todo, porque la calidad es una herramienta de la prescindió hace tiempo, justo cuando empezaron las primeras tiranteces, en 2003, con la venta del 95% de las acciones al grupo escandinavo SAS.
La pasada semana, como premonición de algo tenebroso, José Manuel Soria compareció en una rueda de prensa con el presidente del sindicato de pilotos, Sepla. El consejer de Economía y Hacienda apremiaba a Spanair a desvelar los secretos del desmantelamiento progresivo que sufría la corporación. Soria mostró su preocupación por la conectividad, el empleo y el turismo que acusaban las Islas como consecuencia del cierre de las bases de Las Palmas y Tenerife y la supresión de varias rutas estratégicas.
El pasado sábado, los servicios del 112 del Gobierno canario, activaron el dispositivo de emergencia ante el aterrizaje forzoso en Gran Canaria de un vuelo de Spanair que debía cubrir la ruta Lanzarote-Madrid. Casualmente, el aparato acusó una supuesta avería en el motor izquierdo de la que todavía no hay confirmación oficial.
Tanto desbarajuste en los despidos (el 8 de agosto, la dirección presentó ante la Dirección General de Trabajo un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que afecta a 954 trabajadores a tiempo completo, aunque podría llegar a un máximo de 1.062 personas) y tanta incertidumbre en la eficiencia de la gestión (SAS desinvirtió en España al dejar de considerarlo mercado estratégico por la subida del crudo, la competencia low cost y el fracaso de la venta), acaba afectando al ánimo de la plantilla y como errar es innato al ser humano, los controles de calidad acaban resitiéndose, guste o no guste.
Además, merece destacarse un hecho muy significativo que, para la Administración española, ha pasado desapercibido. El rotativo británico The Times publicó ayer en su edición virtual (timesonline.co.uk) un afiladísimo análisis sobre la catástrofe de Barajas. En el sexto párrafo desvela que el pasado mes, la Agencia Federal de Aviación Americana ordenó la inspección de los modelos MD-80s (como la gama del siniestrado) por fallos en los circuitos eléctricos.
Spanair se ha caracterizado por el uso prolongado de estos aparatos, que han provocado en los últimos meses retrasos, quebraderos, suspensiones y sustos a los clientes y tripulación de la compañía.
Algunos de los MD-80s ha sido revendidos a países subdesarrollados (sobre todo, africanos) para que terminen de amortizarlos, porque así son, en definitiva, las reglas del mercado...
Pero, ¿existe alguna relación entre los desajustes en la gestión y la repetición reciente de incidencias? ¿Hubo diligencia por parte de las instituciones competentes en España para replicar la revisión los modelos MD-80s?¿Conocen los usarios de la compañía (también los de tarjeta de fidelidad)los detalles de este plan de extrema inspección?
La compañía de seguros de transporte aéreo de Estados Unidos, ha registrado 16 accidentes que afectan a modelos MD-82, sólo en los cinco últimos años. Por ejemplo: Thai Orient, en Tailandia (89 muertos); West Caribbean Airways, Venezuela (152 muertos) o Lyon Air, Indonesia (25 muertos).
El Ministerio de Fomento debería tranquilizar a familiares y usuarios de las garantías plenas cuestionadas ahora por la Agencia norteamericana.
Pero debajo de esas dudas técnicas, subyace una historia de duras discrepancias en la gestión. La aerolínea arrastra cuatro años consecutivos de pérdidas y sus máximos dirigentes, Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz, no lograron entenderse con la cúpula de la SAS. La intención de vender este año el 100% de la compañía acabó como el rosario de la aurora: sin acuerdo, pese a las ofertas de Iberia, Gadair e inversores catalanes. Nada satisfizo a unos y otros, que aplicaron un plan de ahorro de 90 millones de euros que, ahora, por desgracia, sale demasiado caro.
- bylY
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Una medida poco elegante
RANDY MAMOLA Gran Premio de San Marino
Me parece muy bien que Dani Pedrosa decida cambiar de neumáticos y pase a competir con Bridgestone, no tengo ningún problema con eso. Lo que no me parece tan bien es que lo haga ahora, de la noche a la mañana y a mitad del campeonato. Más que nada, porque creo que es poco profesional que sólo se lo permitan a él. ¿Por qué sólo a él? Estoy seguro de que si se reuniera a todos los pilotos de Michelin y se les preguntara, a mano alzada, quién querría cambiar sus neumáticos por los Bridgestone, serían muchos los que darían un paso hacia adelante. Sin embargo, no se ha hecho así, y la forma cómo ha sucedido todo desprende un tufillo que no me gusta.
Durante la transmisión de la carrera, tenía a Nicky a mi lado. La noticia aún no se había hecho pública, pero a mí me había llegado el rumor de que, a lo mejor, Dani se entrenaría hoy con una moto equipada con Bridgestone. Y se lo he preguntado a Nicky. Su respuesta ha sido la siguiente: "Lo único que puedo asegurar es que yo acabaré las cinco carreras que faltan con neumáticos Michelin. No sé qué hará la otra parte del equipo. No, esto no es ningún equipo". Desde mi punto de vista, no creo que hacer las cosas de esta forma sea bueno para el deporte, porque los contratos, como el que vinculaba a Honda con Michelin en el caso de Pedrosa, están para cumplirse.
Los que han tomado la decisión del cambio de neumáticos de Pedrosa (él, Repsol y Honda) son plenamente conscientes de las críticas que recibirán por hacerlo de esta forma. Y sin embargo no se han detenido. ¿Por qué? Pues porque tal como están las cosas, el tiempo apremia y en estos momentos Honda va muy por detrás de Yamaha y Ducati en el ámbito del desarrollo. En este aspecto, si Dani hubiera esperado a final de año para calzar los Bridgestone en su moto, puede que fuera demasiado tarde y la temporada se le volviera a escapar nada más comenzar. No hay que olvidar que a Rossi le ha costado varios meses calibrar su Yamaha desde que el año pasado también dejó a Michelin en la cuneta.
Hay una cosa que está clara y que debe haber sido clave para que la decisión se haya tomado ahora. Desarrollar una moto y llevarla un paso más allá siempre será más fácil si los neumáticos trabajan mejor, y en ese aspecto no tengo ninguna duda: los Bridgestone se han mostrado superiores. ¿Quién tenía la moto más rápida el año pasado? Stoner. Es precisamente por esta circunstancia que Rossi se empeñó en calzar su Yamaha con Bridgestone; para poder llevarla un poco más allá y exprimirla al máximo.
Con todo, creo que Rossi fue mucho más elegante en su día, cuando esperó al final de la temporada pasada para dejar Michelin y subirse al carro de Bridgestone. Pedrosa, Repsol u Honda, quien haya tomado la decisión, no ha estado a la altura de las circunstancias.
RANDY MAMOLA Gran Premio de San Marino
Me parece muy bien que Dani Pedrosa decida cambiar de neumáticos y pase a competir con Bridgestone, no tengo ningún problema con eso. Lo que no me parece tan bien es que lo haga ahora, de la noche a la mañana y a mitad del campeonato. Más que nada, porque creo que es poco profesional que sólo se lo permitan a él. ¿Por qué sólo a él? Estoy seguro de que si se reuniera a todos los pilotos de Michelin y se les preguntara, a mano alzada, quién querría cambiar sus neumáticos por los Bridgestone, serían muchos los que darían un paso hacia adelante. Sin embargo, no se ha hecho así, y la forma cómo ha sucedido todo desprende un tufillo que no me gusta.
Durante la transmisión de la carrera, tenía a Nicky a mi lado. La noticia aún no se había hecho pública, pero a mí me había llegado el rumor de que, a lo mejor, Dani se entrenaría hoy con una moto equipada con Bridgestone. Y se lo he preguntado a Nicky. Su respuesta ha sido la siguiente: "Lo único que puedo asegurar es que yo acabaré las cinco carreras que faltan con neumáticos Michelin. No sé qué hará la otra parte del equipo. No, esto no es ningún equipo". Desde mi punto de vista, no creo que hacer las cosas de esta forma sea bueno para el deporte, porque los contratos, como el que vinculaba a Honda con Michelin en el caso de Pedrosa, están para cumplirse.
Los que han tomado la decisión del cambio de neumáticos de Pedrosa (él, Repsol y Honda) son plenamente conscientes de las críticas que recibirán por hacerlo de esta forma. Y sin embargo no se han detenido. ¿Por qué? Pues porque tal como están las cosas, el tiempo apremia y en estos momentos Honda va muy por detrás de Yamaha y Ducati en el ámbito del desarrollo. En este aspecto, si Dani hubiera esperado a final de año para calzar los Bridgestone en su moto, puede que fuera demasiado tarde y la temporada se le volviera a escapar nada más comenzar. No hay que olvidar que a Rossi le ha costado varios meses calibrar su Yamaha desde que el año pasado también dejó a Michelin en la cuneta.
Hay una cosa que está clara y que debe haber sido clave para que la decisión se haya tomado ahora. Desarrollar una moto y llevarla un paso más allá siempre será más fácil si los neumáticos trabajan mejor, y en ese aspecto no tengo ninguna duda: los Bridgestone se han mostrado superiores. ¿Quién tenía la moto más rápida el año pasado? Stoner. Es precisamente por esta circunstancia que Rossi se empeñó en calzar su Yamaha con Bridgestone; para poder llevarla un poco más allá y exprimirla al máximo.
Con todo, creo que Rossi fue mucho más elegante en su día, cuando esperó al final de la temporada pasada para dejar Michelin y subirse al carro de Bridgestone. Pedrosa, Repsol u Honda, quien haya tomado la decisión, no ha estado a la altura de las circunstancias.
- Pato WRC
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Cobar-Día
Francisco Pomares
Buena se ha liado con las declaraciones de Rivero sobre la pretensión de Pepe Rodríguez de cambiarle el nombre a Gran Canaria por el de Canaria. Rivero se había preparado su entrevista en su tele, para mayor gloria y lucimiento, y a una pregunta con respuesta obligada, no se le ocurrió otra cosa que responder con una no-respuesta. Es decir, con una respuesta que no responde a la pregunta realizada, sino a otra que nadie le hizo. ¿Por qué actuó así el presidente de Canarias? ¿Por qué no contestó claramente que está en contra de que a Gran Canaria se le cambie el nombre? No creo que lo hiciera por insularismo, afinque Rivero es el más insularista presidente que ha padecido esta región.
Creo que lo hizo cediendo al reflejo del miedo: Rivero no se atreve a plantarle cara a Pepe Rodíguez, editor y director del periódico El Día, que se pasa un día sí y otro no reclamando un cambio de Estatuto que incorpore quitarle el gran a Gran Canaria, a la que el se refiere siempre como la tercera. La verdad es que en Tenerife, nadie hace caso a los editoriales de El Día.
Los únicos que parecen molestos por el disparate independentista que se ha instalado en los editoriales -una surrealista independencia sin Gran Canaria, por cierto- son los militares. Pero los militares tienen a gala no decir ni pío. El resto de los servidores públicos de Tenerife pasan por la editorial demencia cotidiana de Pepe Rodríguez como pisando huevos. Excepto algún universitario con narices, nadie censura públicamente los dislates de El Día.
Lo que ocurre en Tenerife, dónde toda la clase política disimula y silba no sólo ante el peripatético posicionamiento independentista de Pepe Rodríguez o sus editoriales xenófobos, sino ante el insulto recurrente a los grancanarios calificados editorialmente de "ratas que soplan y muerden", es algo impensable en cualquier otro lugar de España. Un periódico que se atreviera a calificar de tal manera a un colectivo de ciudadanos españoles acabaría inmediatamente en los tribunales, amén de ser sometido a la censura ciudadana y el ostracismo social.
Pero El Día está en Tenerife. Y la dirigencia política y social de Tenerife o enmudece o aplaude por lo bajini la repugnante agresividad anticanariona de Pepe Rodríguez con compadreo y babosería. Incluso el presidente del Gobierno de Canarias, en vez de defender a sus ciudadanos, juega un juego miserable: por un lado se hace el loco, y por el otro premia a Pepe Rodríguez con licencias de televisión (vendrán las de radio) para que siga haciendo región.
La respuesta huidiza y contemporizadora de Paulino Rivero a las agresiones de El Día a Gran Canaria, dan asco. Siempre he creído que este presidente es un político de bajos vuelos y un demagogo, pero nunca pensé que además fuera un cobarde...