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Publicado: Jue May 28, 2009 11:03 am
por amarilla hasta la muerte
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Publicado: Mar Jun 02, 2009 12:03 am
por footballislife .
Aquí dejo mi blog:
http://www.thefootballislife.blogspot.com/
Un blog de carácter futbolero. Opiniones y artículos de un enfermo del fútbol. :timido:

Publicado: Dom Jun 07, 2009 8:54 pm
por amarilla hasta la muerte
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Publicado: Mar Ago 18, 2009 3:52 pm
por footballislife .

Publicado: Mar Ago 18, 2009 9:49 pm
por juanjap
Los límites de la locura

Uno.Un día te levantas, enciendes el cerebro y estalla un pensamiento-lapa que alguien (quizá tu subconsciente) ha colocado ahí durante la noche. Entonces, tu idea de lo que era normal salta hecha pedazos y si quieres reconstruirla has de recoger los trozos y pegarlos. Pero no encajarán. Ya nunca te relacionarás con las cosas del mismo modo. El pensamiento es lapa o no es. El pensamiento es terrorista.


Dos.Supongamos que tu trabajo te obliga a viajar mucho y por lo tanto a vivir parte del año en habitaciones de hoteles. Has entrado en cientos o miles de ellos. Ni siquiera tienes ya, cuando llegas a uno nuevo, la curiosidad de asomarte al cuarto de baño (ya entrarás cuando lo necesites), o de descorrer las cortinas de la ventana (todas las calles, en un momento determinado de la vida, son la misma calle). Colocas la maleta sobre la cama, la abres, sacas la ropa y la metes de cualquier modo en el armario sin revisarlo siquiera, por si tuviera alguna particularidad (todos los armarios, llegados a un punto de la existencia, son el mismo armario). Por fin, entras en el cuarto de baño y utilizas mecánicamente todos sus artefactos, que siempre resultan familiares, pues son los mismos que has visto en todas partes. El tipo que te mira desde el espejo, y que eres tú, tampoco te llama especialmente la atención. Has coincidido con él en miles de espejos, de modo que ni siquiera lo saludas. Definitivamente, todos los espejos son el mismo espejo y tú eres el mismo en todos ellos. Y si se te ocurre llamar al servicio de habitaciones para pedir un sándwich, no mirarás la cara del camarero o de la camarera, porque has visto millones de caras idénticas. En cuanto al sándwich, te lo comerás a ciegas, porque es el mismo que llevas comiéndote toda la vida cuando cenas fuera de casa.


Tres.Pero un día te despiertas en un hotel cualquiera de una ciudad cualquiera (todas son la misma también), te sientas sobre la cama, bostezas, abres los ojos, miras a tu alrededor y, ¡zas!, estalla un pensamiento-lapa. Esto de llegar a un lugar llamado hotel, compuesto por decenas de habitaciones colocadas en fila, como cajas de zapatos, es muy raro, te dices. Es muy raro que te den la llave de una de esas cajas y que cojas el ascensor disciplinadamente y la busques (están numeradas) y te introduzcas en ella y pases allí 24 ó 48 horas, utilizando muebles y enseres que te son completamente ajenos y que hace sólo unas horas ha utilizado un extraño o una extraña, que realizó movimientos idénticos a los que has realizado tú. Es raro que nunca hayas buscado rastros del ocupante anterior (un libro, un cabello, un trozo de uña, una nota manuscrita) si tenemos en cuenta que has dormido en su cama, que has utilizado su ducha, su lavabo, su retrete, quizá su bidé. Es muy curioso que jamás se te haya ocurrido pensar que en esa habitación ha habido posiblemente peleas conyugales, que sobre ese colchón se han masturbado decenas de personas, que a esa ventana se han asomado, antes que tú, otros individuos a los que la vida obligó a ir de acá para allá vendiendo detergentes o dando conferencias. Resulta sospechoso que jamás se te haya ocurrido la posibilidad de estar durmiendo sobre el mismo lecho sobre el que tal vez agonizó un cliente. En los hoteles también se mueren las personas, algunas se suicidan. ¿Por qué no iba a tocarte a ti la habitación de un difunto?


Cuatro.La idea-lapa ha hecho explosión, en fin, y tu familiaridad con aquella habitación ha saltado hecha añicos. De súbito, te sientes un extraño, quizá un intruso, en ella. La recorrerás con desconfianza, quizá con miedo. Al encender la televisión, pensarás en los miles de dedos que han realizado ese gesto antes que tú. Te dará aprensión caminar descalzo por la moqueta, introducirte de nuevo entre aquellas sábanas, utilizar el retrete, el bidé, la ducha… Todo ello por no hablar del miedo con el que abrirás el armario, tan inocente antes de que el pensamiento-lapa estallara al poner en marcha tu cerebro.


Cinco. Y cuando salgas del hotel para acudir a tu trabajo, a tus ocupaciones, comprenderás que aquella ciudad tiene secretos. Te darás cuenta de que, siendo todas las ciudades la misma ciudad, todas son al mismo tiempo diabólicamente distintas, del mismo modo que siendo todos los hombres el mismo hombre, algo hay en cada uno de ellos que los hace diferentes. A estas alturas ya estás listo para sentirte en tu propio cuerpo tan extraño como te has sentido en la habitación del hotel. ¿Cómo es posible que lo hayas utilizado hasta ahora con esa familiaridad malsana, equivocada, venenosa? Por si no lo sabes, acabas de llegar, amigo, a los límites de la locura. Buena suerte.

Juan Jose Millas

Publicado: Mar Ago 18, 2009 10:49 pm
por jipyamarillo
acabo de descubrir este post y me encanta , enhorabuena a todos los que han participado en el , intentare leer todas las paginas que me quedan, y lo seguire asiduamente a ver si puedo participar en algo saludos,

Publicado: Mié Ago 19, 2009 10:00 pm
por Amarilla
juanjap escribió:Los límites de la locura

Uno.Un día te levantas, enciendes el cerebro y estalla un pensamiento-lapa que alguien (quizá tu subconsciente) ha colocado ahí durante la noche. Entonces, tu idea de lo que era normal salta hecha pedazos y si quieres reconstruirla has de recoger los trozos y pegarlos. Pero no encajarán. Ya nunca te relacionarás con las cosas del mismo modo. El pensamiento es lapa o no es. El pensamiento es terrorista.


Dos.Supongamos que tu trabajo te obliga a viajar mucho y por lo tanto a vivir parte del año en habitaciones de hoteles. Has entrado en cientos o miles de ellos. Ni siquiera tienes ya, cuando llegas a uno nuevo, la curiosidad de asomarte al cuarto de baño (ya entrarás cuando lo necesites), o de descorrer las cortinas de la ventana (todas las calles, en un momento determinado de la vida, son la misma calle). Colocas la maleta sobre la cama, la abres, sacas la ropa y la metes de cualquier modo en el armario sin revisarlo siquiera, por si tuviera alguna particularidad (todos los armarios, llegados a un punto de la existencia, son el mismo armario). Por fin, entras en el cuarto de baño y utilizas mecánicamente todos sus artefactos, que siempre resultan familiares, pues son los mismos que has visto en todas partes. El tipo que te mira desde el espejo, y que eres tú, tampoco te llama especialmente la atención. Has coincidido con él en miles de espejos, de modo que ni siquiera lo saludas. Definitivamente, todos los espejos son el mismo espejo y tú eres el mismo en todos ellos. Y si se te ocurre llamar al servicio de habitaciones para pedir un sándwich, no mirarás la cara del camarero o de la camarera, porque has visto millones de caras idénticas. En cuanto al sándwich, te lo comerás a ciegas, porque es el mismo que llevas comiéndote toda la vida cuando cenas fuera de casa.


Tres.Pero un día te despiertas en un hotel cualquiera de una ciudad cualquiera (todas son la misma también), te sientas sobre la cama, bostezas, abres los ojos, miras a tu alrededor y, ¡zas!, estalla un pensamiento-lapa. Esto de llegar a un lugar llamado hotel, compuesto por decenas de habitaciones colocadas en fila, como cajas de zapatos, es muy raro, te dices. Es muy raro que te den la llave de una de esas cajas y que cojas el ascensor disciplinadamente y la busques (están numeradas) y te introduzcas en ella y pases allí 24 ó 48 horas, utilizando muebles y enseres que te son completamente ajenos y que hace sólo unas horas ha utilizado un extraño o una extraña, que realizó movimientos idénticos a los que has realizado tú. Es raro que nunca hayas buscado rastros del ocupante anterior (un libro, un cabello, un trozo de uña, una nota manuscrita) si tenemos en cuenta que has dormido en su cama, que has utilizado su ducha, su lavabo, su retrete, quizá su bidé. Es muy curioso que jamás se te haya ocurrido pensar que en esa habitación ha habido posiblemente peleas conyugales, que sobre ese colchón se han masturbado decenas de personas, que a esa ventana se han asomado, antes que tú, otros individuos a los que la vida obligó a ir de acá para allá vendiendo detergentes o dando conferencias. Resulta sospechoso que jamás se te haya ocurrido la posibilidad de estar durmiendo sobre el mismo lecho sobre el que tal vez agonizó un cliente. En los hoteles también se mueren las personas, algunas se suicidan. ¿Por qué no iba a tocarte a ti la habitación de un difunto?


Cuatro.La idea-lapa ha hecho explosión, en fin, y tu familiaridad con aquella habitación ha saltado hecha añicos. De súbito, te sientes un extraño, quizá un intruso, en ella. La recorrerás con desconfianza, quizá con miedo. Al encender la televisión, pensarás en los miles de dedos que han realizado ese gesto antes que tú. Te dará aprensión caminar descalzo por la moqueta, introducirte de nuevo entre aquellas sábanas, utilizar el retrete, el bidé, la ducha… Todo ello por no hablar del miedo con el que abrirás el armario, tan inocente antes de que el pensamiento-lapa estallara al poner en marcha tu cerebro.


Cinco. Y cuando salgas del hotel para acudir a tu trabajo, a tus ocupaciones, comprenderás que aquella ciudad tiene secretos. Te darás cuenta de que, siendo todas las ciudades la misma ciudad, todas son al mismo tiempo diabólicamente distintas, del mismo modo que siendo todos los hombres el mismo hombre, algo hay en cada uno de ellos que los hace diferentes. A estas alturas ya estás listo para sentirte en tu propio cuerpo tan extraño como te has sentido en la habitación del hotel. ¿Cómo es posible que lo hayas utilizado hasta ahora con esa familiaridad malsana, equivocada, venenosa? Por si no lo sabes, acabas de llegar, amigo, a los límites de la locura. Buena suerte.

Juan Jose Millas

ESPECTACULAR JUAN JOSÉ MILLÁS. Como siempre. Es increíble cómo de cosas tan cotidianas, insignificantes, triviales, es capaz de hacer arte.

Muy bueno juanjap, gracias.

Saludo.

Publicado: Mar Ago 25, 2009 9:46 pm
por juanjap
Me bajaría en marcha


Uno. Yo soy una de esas personas que corren para no correr, es decir, que se levantan a las seis de la mañana
para tenerlo todo terminado a las ocho, hora a la que emprenden las tareas de las doce, pues al mediodía liquidan los trabajos de después de comer y así de forma sucesiva. Soy de esas personas que se acuestan pronto para dormirse antes que el resto de la humanidad y que madrugan para estar despiertas cuando los otros sueñan. Total, que hago las cosas deprisa para hacerlas despacio. Por eso me levanto del cine antes de que termine la película y de la mesa antes de que llegue el postre y de la cama antes de que termine el polvo. Me fumo el cigarrillo de después de comer en el desayuno y el de la cena en el almuerzo. Si me lo permitieran, celebraría la Navidad ahora mismo, en agosto, para quitármela de encima, y la Semana Santa en Navidad, para disfrutarla antes. Cuando salgo de paseo con otros, soy el primero en llegar y el primero en volver. Sobra decir que acudo a las citas con una hora de antelación y que me muerdo las uñas mientras espero a la persona con la que he quedado. Yo soy, ya se habrán dado ustedes cuenta, una persona sin paz, un individuo ansioso, un tipo que jadea todo el rato.

Dos. Cuando escribo estas líneas, estamos a mediados de agosto. Objetivamente hablando, me queda medio mes de vacaciones, pero en mi cabeza se han terminado. Mis intereses se encuentran ya en septiembre, a veces en octubre. Por eso, padezco estados de ansiedad.
—¿Qué te pasa? –pregunta mi mujer.
—Que estoy harto de agosto –digo.
—El cinco de septiembre –dice ella– estarás harto de septiembre.
Y lleva razón. Los meses me duran cinco días y las semanas uno. Me levanto en lunes y me acuesto en viernes. Fui al médico y me recetó unos ansiolíticos que me tomaba ansiosamente, como es lógico. Pero me daba angustia la lentitud con la que discurrían las cosas en ese estado y volví al médico. Me dijo que para la angustia no tenía nada. Han inventado protectores de estómago para que las medicinas no nos caigan mal al cuerpo, pero no protectores de espíritu para que caigan bien al alma. A mí, la tranquilidad que me proporcionan los ansiolíticos me pone enfermo.


Tres. He reflexionado mucho sobre estas prisas que me consumen sin alcanzar ninguna conclusión. Son unas prisas sin significado. En ese sentido, la rapidez se parece mucho a la lentitud, pues las dos son absurdas. Digo esto porque me revienta la gente que se cree superior por hacer las cosas despacio. Hacer las cosas despacio es tan del género tonto como hacerlas deprisa. De acuerdo en que hay gente con paz y gente sin paz y que yo pertenezco a la segunda categoría. Pero la paz es tan idiota como la guerra, aunque quizá produzca menos colesterol, no sé.

Cuatro. Ayer me dio un ataque de tos que recibí con alivio, pensando que había cogido en agosto la gripe de noviembre, pero fui al médico y me dijo que había sido una falsa alarma. Me preocupó, la verdad, pues sabiendo que he de caer, preferiría hacerlo con dos o tres meses de antelación, para morirme sin agobios. Pero la gripe viene cuando quiere ella, no cuando quieres tú. El médico me habló de la gripe de 1956 asegurándome que quien la cogió entonces quedó inmunizado. Al llegar a casa telefoneé a mi madre, para preguntarle, pero mi madre lleva 15 años muerta y no me contestó. Ignoro, pues, si estoy inmunizado.


Cinco. Se preguntarán ustedes si esta ansiedad por llegar antes a todos los sitios y a todas las enfermedades funciona también en relación a la muerte. Con toda franqueza, sí: me gustaría estar muerto ya, pero incomprensiblemente mi muerte se ha ido retrasando y retrasando sin que yo pudiera hacer nada por adelantarla. Tampoco he conseguido que el lunes sea viernes ni enero diciembre. Eso es lo que me produce ansiedad: la lentitud con la que se mueve la noria. Me bajaría en marcha, pero cómo.


Seis. Mis prisas se han acentuado en los últimos meses. Cuando empiezo a leer el periódico estoy deseando terminarlo. Con frecuencia, lo comienzo por la última página y voy remontándolo trabajosamente hasta la primera. Con el telediario no puedo hacerlo. Me lo tengo que tragar entero, maldita sea, porque no han inventado un telediario que se pueda comenzar por el final. Por cierto, que leyendo los libros al revés he llegado a la conclusión de que tal es su verdadero orden. Hay muy pocas novelas que aguanten la disposición convencional y muy pocas vidas que resistan la sucesión cronológica. Me voy corriendo a hacer otra cosa, hasta luego.

JUAN JOSÉ MILLÁS

Publicado: Mar Ago 25, 2009 9:54 pm
por juanjap
Qué gran Cervantes Juan Gelman

Dos sonetos

1.

Hoy, en Montevideo, con Galeano,
el más idiota (Zavalita creo
que acuñó el macondismo filisteo
para mi tron) latinoamericano.

Destemplando el violín y otras cuestiones
se nos echó el amanecer encima,
de sobra sabes, Juan, que a mí la rima
me moja el corazón y los cojones.

Dos pájaros de un tiro a contra veda
guapeando el cordón de la vereda
dorada de Pocitos en cuclillas.

Cuánto gozo contigo cuando lloro
en Villa Crespo, al fin, torre del oro
que a Macarena enciende las mejillas.

2.

D’Artagnan flaco y con bigote cano
de Sydney West, salario del impío,
academia de gotan contra el frío,
más Vallejo que Góngora y Lucano.

El caso es que brindábamos con Juan
Gelman en Coyoacán sin aguacero,
huerfanitos de nieta de un cervantismo
zurdo, rusito, ex montonero.

Comprendo que, detrás del par de tetas
que ornan estos delirios post paganos,
un mustio trovador cotice poco.

Y sin embargo siguen los poetas
entre grescas de tirios y troyanos,
haciendo carne el verbo de estar loco.

Joaquín Sabina

Publicado: Jue Sep 24, 2009 7:26 pm
por Amarilla
Artículo de Arturo Pérez-Reverte publicado en XL-Semanal.


PERMITIDME TUTEAROS, IMBÉCILES


Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros -aquí matizaré ministros y ministras- de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros -el tuteo es deliberado- a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.


Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana -que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural-, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Aznar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña. Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al «retraso histórico». O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que «el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien» y que éste no ha fracasado porque «es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad», entre ellos el de que «los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms». Con dos cojones.


Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente -recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española-. Deslumbrante, lo juro, eso de que «lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres», aunque tampoco estuvo mal lo de «hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos»
Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p'alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.
Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil, que un malvado.

Publicado: Vie Sep 25, 2009 11:56 am
por RiverPlate
Amarilla, buen artículo amiga.

Yo en ocasiones le leo a APR aunque últimamente me estaba dando grima su vena "facha" y su lenguaje demasiado llano directo, y en ocasiones soez... pero en este artículo lo ha bordado. Claro y directo, y dando palos a todos los culpables... sin distinción de sexo, edad ni partido político.

Saludos.

Publicado: Dom Sep 27, 2009 1:52 pm
por Amarilla
RiverPlate escribió:Amarilla, buen artículo amiga.

Yo en ocasiones le leo a APR aunque últimamente me estaba dando grima su vena "facha" y su lenguaje demasiado llano directo, y en ocasiones soez... pero en este artículo lo ha bordado. Claro y directo, y dando palos a todos los culpables... sin distinción de sexo, edad ni partido político.

Saludos.
Así es River, en este artículo no se casa con nadie. De vez en cuando, hasta los fachas escriben muy bien. ;)

Saludos.

Publicado: Dom Sep 27, 2009 1:54 pm
por Amarilla
EL REGALO

Manuel Vincent
El diario EL PAÍS fue creado en el inicio de la Transición por pura necesidad ideológica sin pensar en el negocio. El éxito económico sorprendió a sus promotores. Este diario sintetizó los sueños más nobles de la II Republica destruidos por la guerra y todas las aspiraciones de modernidad que estaban en suspensión en el aire durante la dictadura. El regeneracionismo de Giner de los Ríos, la Institución Libre de Enseñanza, el pensamiento orteguiano, la política de Azaña, el laicismo, la libertad, la democracia y el europeísmo fueron su patrimonio espiritual y a este acervo histórico se sumó el talante de una minoría burguesa ilustrada y la creatividad más vanguardista de las nuevas generaciones. Este mensaje era lo que cada mañana la correa de transmisión del diario EL PAÍS llevaba a los quioscos, a las mesas de los políticos y a los despachos de los altos financieros. Desde el principio fue el diario de referencia, solvente, con una identidad muy marcada, el intelectual colectivo, como lo definió Aranguren. El Gobierno de Felipe González se integró en este mismo proyecto de viaje. Compartían los mismos valores y los mismos ataques desde la caverna. Aquel sueño periodístico, casi romántico, se convirtió en una formidable empresa cultural con gran proyección latinoamericana y según la derecha en un temible contrapoder fáctico. En su momento el propio Felipe González también se consideró desasistido por este periódico hasta el punto de afirmar que había perdido las elecciones contra Aznar por los 300.000 votos socialistas que El PAÍS llevó a la abstención por una simple cuestión de estética frente la corrupción. La derecha ideó todas las tretas posibles para arruinar esta empresa, sin excluir la tentativa de meter en la cárcel al patrón sirviéndose de la prevaricación de un juez. Lo que no consiguió la derecha reaccionaria está a punto de conseguirlo el puto fútbol. Estremece pensar que el burdo enredo de la televisión de pago, la falta de cintura de este Gobierno para asimilar la crítica a su política errática y cuatro pícaros que sólo piensan en forrarse acabe con aquel sueño en una batalla con fuego amigo, en la que El PAÍS puede perder la identidad y los socialistas las elecciones, como un regalo a su común adversario.

Publicado: Dom Oct 04, 2009 7:09 pm
por juanjap
ME MUERO DE MIEDO

Uno. Hemos aceptado con una naturalidad sorprendente la idea de Esperanza Aguirre de poner a los docentes a la altura de los policías. Ni los sindicatos de estudiantes ni los de profesores se han rebelado (de momento) porque parecen todos de acuerdo en salvaguardar el principio de autoridad. El principio de autoridad vigente es una basura. Lo sé porque soy una de sus víctimas, y no por nada en particular, sino por todo en general. Lo sufrí en el colegio, en la mili, en la oficina, incluso en la calle… Por otra parte, hay más principios de autoridad que estrellas en el cielo. El hampa, sin ir más lejos, tiene el suyo. Cuando dos principios de autoridad chocan, no vence el del más bueno, sino el del más perverso. Quiere decirse que la palabra autoridad y la palabra principio han de usarse con mucha precisión. Cuando Tejero asaltó el Congreso, lo primero que se anunció a los secuestrados fue que pronto aparecería “una autoridad competente, militar, por supuesto”. Observen la andanada verbal: “autoridad competente, militar, por su supuesto”. El adjetivo competente, aunque absurdo (estaría bueno que fuera incompetente), acojona. No digamos el término militar, ni la expresión por supuesto. Ahí tenemos un contexto histórico de la utilización de la palabra autoridad. En cuanto a la palabra principio, qué quieren que les diga. La gente que presume de principios tiene mucho peligro. Tejero, por insistir en el ya citado, era un saco de principios.

Dos. Si yo fuera profesor (lo he sido en algunos momentos de mi vida), preferiría que no me agredieran los alumnos, ni los padres de los alumnos, ni los compañeros de claustro, ni la señora de la limpieza… Pero me defendería de las posibles agresiones con las mismas armas de un ciudadano común y corriente. En todo caso, no con las armas de la policía. No digo qué preferiría en caso de ser alumno porque lo fui y lo recuerdo con horror. Una de las cosas por las que jamás regresaría a la infancia ni atado es por miedo al colegio, y a su patio, que se parece mucho al patio de la cárcel.

Tres. Personalmente, siempre he preferido hablar de usted a la gente, para poner distancia, porque la gente me da miedo. De modo que no tengo nada en contra de la idea de que los alumnos hablen de usted a los profesores. Otra cosa es que como idea para reforzar su autoridad me parezca una gilipollez. Me parece una gilipollez, pero no pienso discutirla. No nos han dicho si se trata de una medida de ida y vuelta, o sea, si los profesores tendrán que dar también el mismo tratamiento a los alumnos. La policía, por lo que he visto en las películas (y también en la vida), no se anda con muchas contemplaciones a la hora de dirigirse a los delincuentes. Les habla de tú y les llama cerdos, cabrones y cosas por el estilo.

Cuatro. En efecto, otra de las cuestiones en las que no cayó (o quizá sí, no sé) Esperanza Aguirre a la hora de poner al cuerpo docente a la altura del cuerpo de la policía es que en ese mismo acto ponía a los alumnos a la altura de los delincuentes. Mal asunto, ¿no? Si uno imparte clase con la idea de que quien le escucha es su enemigo natural, la impartirá mal, porque al enemigo ni agua. En fin, que no es la mejor actitud para seducir al discípulo. A menos, claro, que utilizando el modelo de policía bueno y policía malo de las comisarías, hubiera dos profesores por materia, uno condescendiente y otro gritón. Quizá funcionara, pero saldría caro.

Cinco. El hecho de que la propuesta de Esperanza Aguirre haya sido recibida con una pasividad tan alarmante por la mayoría de la población da una idea de hasta qué punto está encasquillada la realidad, o su discurso, que a veces son la misma cosa. Entendámonos: no es que la realidad no funcione en absoluto, sino que tira a medio gas, como una túrmix (¿se escribirá así?) averiada, que pica la carne, sí, pero la pica mal. La realidad actual pica carne (quizá no haga otra cosa), pero de mala manera, de modo que a veces nos llevamos a la boca una pasta poco homogénea, gelatinosa y llena de sustancias extrañas.

Seis. ¿Significa lo anterior que la metáfora del mundo que nos ha tocado vivir es una hamburguesa? Quizá sí. Pero no una hamburguesa de calidad, que las hay, sino de una hamburguesa hecha a base de cartílagos y materia fecal. Te pones a separar sus componentes con el cuchillo y el tenedor y encuentras de todo, incluso algo de chicha. Pero hasta la chicha está contaminada por la basura con la que la han picado. Estos días aparece en medio de la grasa dominante el principio de autoridad. Pero yo cada vez que escucho la palabra autoridad o la palabra principio me echo a temblar. Cuando aparecen juntas me muero de miedo.

Juan José Millás

Publicado: Dom Oct 04, 2009 7:14 pm
por juanjap
vacaciones de ferragosto

El ciber desde donde escribo hoy lo regenta una señora de Colombia, una mujer de mucha fe en los santos y en la Providencia, que gobierna sobre lo visible y lo invisible. Detrás de mí, en una repisa, hay una vela encendida al pie de un San Pancracio sin perejil; la vela es de color naranja, que es la tonalidad que hay que usar si se quiere progresar en los negocios, dicen los que saben de esos manejos misteriosos. Y por lo que se ve la cosa tiene resultados, porque no hay un ordenador libre y las cabinas telefónicas hablan solas. Pero de lo que quería hablarles es de las Vacaciones de ferragosto, porque es un himno, un elogio a la vejez, un canto a la vida, una apología de los años pasados y exprimidos hasta la última gota.

Las Vacaciones de ferragosto, una película dirigida por el debutante Gianni Di Gregorio, retrata a los mayores que están atrapados en la espiral de la medicalización desmesurada, a las personas que apenas tienen libertad para decidir en las tareas diarias. Los hijos, los parientes, son como carceleros que no dejan respirar los días maduros de personas que sólo padecen las consecuencias de lo inevitable: el paso del tiempo. La película , que vi en versión original, está protagonizada por el mismo Gianni Di Gregorio, que en esta comedia lleva el mismo nombre que en la realidad, y por un grupo de ancianas que son el ejemplo vivo de la vitalidad. Gianni es un solterón desocupado, rendido por el paro y la mala suerte; un solterón de buen carácter, un bonachón que no dice que no a nada ni a nadie, un cocinero de primera que prepara los mejores platos con la mejor voluntad.

Gianni es un amante del buen vino y acepta su precaria situación económica con paciencia, más que con resignación, mientras se moja los labios en una copa de tulipán. Ferragosto es una fiesta italiana muy antigua, que se celebra a mediados de agosto, y es en este contexto donde transcurre la acción de una historia que no ofende a nadie y que enseña a respetar, aún más, a quienes llevan sobre sus espaldas los años vividos. En Vacaciones de ferragosto, los actores dejan de serlo, la cámara es una convidada más a la fiesta de la vida, a los días que quedan por vivir. Las ancianas, maquilladas y femeninas, apartan la aprensión a la enfermedad y se lanzan en un carpe diem que no tiene límites en el calendario, se muestran espontáneas sin querer ser más jóvenes, y le dan cuerda al presente sin pensar en el mañana.

Juan Luis Calero
(Lo que cabe en el balayo)