
EL POST DE COLUMNISTAS, ARTÍCULOS DE OPINIÓN
- Amarilla
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¡¡¡No se lo digas a mamá!!!
Mariló Montero
Mariló Montero
Me gustaría saber la identidad de los nueve expertos en los que la ministra Bilbaína Aído se escuda para defender que una niña de dieciséis años puede abortar sin consultar con sus padres.
Me gustaría saber de qué son expertos y si son padres y madres. Me gustaría saber en qué se fundamentan para decir que dejar tan dramática decisión en manos de una
adolescente aterrada es lo mejor para ella. Me gustaría saber si se han parado a pensar que esa criatura, tras mantener una relación sexual precipitada, va a empezar a sufrir lo que la literatura científica ya ha diagnosticado ante un aborto.
El síndrome de aborto reune quince síntomas psicológicos que van desde la angustia al sentimiento de culpabilidad, la ansiedad, los terrores nocturnos, la depresión, los trastornos de alimentación o de la vida sexual. Síntomas que pueden llegar a aparecer, dicen los psicólogos de la Asociación de Víctimas del Aborto, incluso años después de haber abortado.
Me gustaría saber con qué valor lanza la joven ministra Aído, con una sonrisa, como quien anuncia un anticonceptivo novedoso, que una niña de dieciséis años está tan capacitada para abortar como para casarse. Una niña de dieciséis años no está capacitada para abortar ni para casarse, por mucho que se esté normalizando lo que son parches en la vida. Una cosa es que lo haga y otra bien distinta la sacudida que la vida le da a una adolescente casada, quien sale adelante gracias a los apoyos de la
familia.
Me gustaría saber quién le va a informar a una adolescente de dieciséis años de que si se queda preñada puede abortar sin decírselo a los padres y también en quién se va a apoyar ante semejante circunstancia. ¿En la mamá-administración, o en su mejor amiga, con la que intercambia los vaqueros e inventa en su habitación coreografías de Beyoncé? Me gustaría saber si esos expertos conocen lo que es ser padres y las complicaciones a las que nos enfrentamos par conquistar la confianza de nuestros hijos en la difícil adolescencia.
Me gustaría saber el protocolo de actuación que se llevará a cabo cuando una niña de dieciséis años acuda al centro para abortar y cómo será tratada. Me gustaría saber qué pretenden con esta propuesta de ley, que autoriza a que se rompa la confianza entre hijos y padres.
Y me gustaría saber qué se pretende de los padres el día que nuestra hija decidiera abortar en soledad. ¿La recibimos con un aplauso? ¿Le damos sopa caliente? ¿Le preguntamos si llegó a ponerle nombre? ¿O quién habría sido el padre? ¿Debemos obviar el tema, o celebrarlo con una barbacoa? ¿Trae esas instrucciones la nueva reforma de la ley del aborto? Una cuestión más: ¿meterán en la cárcel a una madre que le discuta esa decisión a su hija adolescente? O es la ley del "no se lo digas a mamá porque no la necesitas".
Señorita Aído, me gustaría saber si mi hija ha abortado sola. Porque soy su madre.
Pues no se va a enterar, Señora Montero, a menos que se lo diga su hija. Como igual pudo Ud no haberse enterado cuando su hija lo hizo por primera vez, por segunda o por tercera, o cuándo cogió ladillas, o si una vez la atendieron en urgencias por una cogorza. Igual que puede no enterarse (si ella no se lo dice) de que fue al médico por su cuenta y le diagnosticaron cáncer de ovarios.Amarilla escribió:¡¡¡No se lo digas a mamá!!!
Mariló Montero
Me gustaría saber la identidad de los nueve expertos en los que la ministra Bilbaína Aído se escuda para defender que una niña de dieciséis años puede abortar sin consultar con sus padres.
Me gustaría saber de qué son expertos y si son padres y madres. Me gustaría saber en qué se fundamentan para decir que dejar tan dramáagmp3mp3mp3realtica decisión en manos de una
adolescente aterrada es lo mejor para ella. Me gustaría saber si se han parado a pensar que esa criatura, tras mantener una relación sexual precipitada, va a empezar a sufrir lo que la literatura científica ya ha diagnosticado ante un aborto.
El síndrome de aborto reune quince síntomas psicológicos que van desde la angustia al sentimiento de culpabilidad, la ansiedad, los terrores nocturnos, la depresión, los trastornos de alimentación o de la vida sexual. Síntomas que pueden llegar a aparecer, dicen los psicólogos de la Asociación de Víctimas del Aborto, incluso años después de haber abortado.
Me gustaría saber con qué valor lanza la joven ministra Aído, con una sonrisa, como quien anuncia un anticonceptivo novedoso, que una niña de dieciséis años está tan capacitada para abortar como para casarse. Una niña de dieciséis años no está capacitada para abortar ni para casarse, por mucho que se esté normalizando lo que son parches en la vida. Una cosa es que lo haga y otra bien distinta la sacudida que la vida le da a una adolescente casada, quien sale adelante gracias a los apoyos de la
familia.
Me gustaría saber quién le va a informar a una adolescente de dieciséis años de que si se queda preñada puede abortar sin decírselo a los padres y también en quién se va a apoyar ante semejante circunstancia. ¿En la mamá-administración, o en su mejor amiga, con la que intercambia los vaqueros e inventa en su habitación coreografías de Beyoncé? Me gustaría saber si esos expertos conocen lo que es ser padres y las complicaciones a las que nos enfrentamos par conquistar la confianza de nuestros hijos en la difícil adolescencia.
Me gustaría saber el protocolo de actuación que se llevará a cabo cuando una niña de dieciséis años acuda al centro para abortar y cómo será tratada. Me gustaría saber qué pretenden con esta propuesta de ley, que autoriza a que se rompa la confianza entre hijos y padres.
Y me gustaría saber qué se pretende de los padres el día que nuestra hija decidiera abortar en soledad. ¿La recibimos con un aplauso? ¿Le damos sopa caliente? ¿Le preguntamos si llegó a ponerle nombre? ¿O quién habría sido el padre? ¿Debemos obviar el tema, o celebrarlo con una barbacoa? ¿Trae esas instrucciones la nueva reforma de la ley del aborto? Una cuestión más: ¿meterán en la cárcel a una madre que le discuta esa decisión a su hija adolescente? O es la ley del "no se lo digas a mamá porque no la necesitas".
Señorita Aído, me gustaría saber si mi hija ha abortado sola. Porque soy su madre.
Las personas de 16 años tienen ciertos derechos, como a la emancipación, firmar consentimientos informados y decidir sobre tratamientos médicos y quirúrgicos.
Lo normal es que si una chica de 16 decide abortar, cuente con su madre. Si su hija no lo hace, hágaselo ver.
Y la reforma de la ley del aborto no obliga a no decírselo a los padres.
- RiverPlate
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- Amarilla
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Gracias por aportar esta visión pelotero. Es muy enriquecedora.pelotero escribió:Pues no se va a enterar, Señora Montero, a menos que se lo diga su hija. Como igual pudo Ud no haberse enterado cuando su hija lo hizo por primera vez, por segunda o por tercera, o cuándo cogió ladillas, o si una vez la atendieron en urgencias por una cogorza. Igual que puede no enterarse (si ella no se lo dice) de que fue al médico por su cuenta y le diagnosticaron cáncer de ovarios.Amarilla escribió:¡¡¡No se lo digas a mamá!!!
Mariló Montero
Me gustaría saber la identidad de los nueve expertos en los que la ministra Bilbaína Aído se escuda para defender que una niña de dieciséis años puede abortar sin consultar con sus padres.
Me gustaría saber de qué son expertos y si son padres y madres. Me gustaría saber en qué se fundamentan para decir que dejar tan dramáagmp3mp3mp3realtica decisión en manos de una
adolescente aterrada es lo mejor para ella. Me gustaría saber si se han parado a pensar que esa criatura, tras mantener una relación sexual precipitada, va a empezar a sufrir lo que la literatura científica ya ha diagnosticado ante un aborto.
El síndrome de aborto reune quince síntomas psicológicos que van desde la angustia al sentimiento de culpabilidad, la ansiedad, los terrores nocturnos, la depresión, los trastornos de alimentación o de la vida sexual. Síntomas que pueden llegar a aparecer, dicen los psicólogos de la Asociación de Víctimas del Aborto, incluso años después de haber abortado.
Me gustaría saber con qué valor lanza la joven ministra Aído, con una sonrisa, como quien anuncia un anticonceptivo novedoso, que una niña de dieciséis años está tan capacitada para abortar como para casarse. Una niña de dieciséis años no está capacitada para abortar ni para casarse, por mucho que se esté normalizando lo que son parches en la vida. Una cosa es que lo haga y otra bien distinta la sacudida que la vida le da a una adolescente casada, quien sale adelante gracias a los apoyos de la
familia.
Me gustaría saber quién le va a informar a una adolescente de dieciséis años de que si se queda preñada puede abortar sin decírselo a los padres y también en quién se va a apoyar ante semejante circunstancia. ¿En la mamá-administración, o en su mejor amiga, con la que intercambia los vaqueros e inventa en su habitación coreografías de Beyoncé? Me gustaría saber si esos expertos conocen lo que es ser padres y las complicaciones a las que nos enfrentamos par conquistar la confianza de nuestros hijos en la difícil adolescencia.
Me gustaría saber el protocolo de actuación que se llevará a cabo cuando una niña de dieciséis años acuda al centro para abortar y cómo será tratada. Me gustaría saber qué pretenden con esta propuesta de ley, que autoriza a que se rompa la confianza entre hijos y padres.
Y me gustaría saber qué se pretende de los padres el día que nuestra hija decidiera abortar en soledad. ¿La recibimos con un aplauso? ¿Le damos sopa caliente? ¿Le preguntamos si llegó a ponerle nombre? ¿O quién habría sido el padre? ¿Debemos obviar el tema, o celebrarlo con una barbacoa? ¿Trae esas instrucciones la nueva reforma de la ley del aborto? Una cuestión más: ¿meterán en la cárcel a una madre que le discuta esa decisión a su hija adolescente? O es la ley del "no se lo digas a mamá porque no la necesitas".
Señorita Aído, me gustaría saber si mi hija ha abortado sola. Porque soy su madre.
Las personas de 16 años tienen ciertos derechos, como a la emancipación, firmar consentimientos informados y decidir sobre tratamientos médicos y quirúrgicos.
Lo normal es que si una chica de 16 decide abortar, cuente con su madre. Si su hija no lo hace, hágaselo ver.
Y la reforma de la ley del aborto no obliga a no decírselo a los padres.
En cualquier caso, creo que la señora Montero a lo que hace referencia es a la posibilidad de que una menor aborte sin consentimiento de los padres. Evidentemente, una menor tiene derecho a hacerlo, pero es un tema difícil que pueda hacerse sin al menos el conocimiento, que no consentimiento de sus padres. Y por otro lado, muchas veces una menor por temor, vergüenza, miedo...decide mantenerlo en secreto, y no siempre es consecuencia de que no haya buena relación con sus padres. Como dice River, tema peliagudo.
Saludos.
- Amarilla
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Meter y sacar
Juan José Millás
Juan José Millás
Los verbos entrar y salir son los que más se practican en el día a día. Nos pasamos la vida saliendo de unos sitios (de la cama, de casa, de la oficina, etcétera) y entrando en otros (el cuarto de baño, el despacho, el cine, el autobús, etcétera). Toda nuestra actividad se reduce a entrar y salir. Entra esta idea en la cabeza y se va otra. A veces vuelve la otra y se va ésta. Y mientras las ideas entran y salen del cerebro, los cuerpos entran y salen del bar o del cine o del burdel. Contemplada desde esta perspectiva, la existencia es un continuo mete-saca. Penetra el espermatozoide en el óvulo y sale un niño del útero. Introducimos a equis personas en sus respectivos ataúdes y nacen otras tantas de otros tantos cuerpos. Nos tragamos el humo del tabaco por la boca y lo expulsamos por la nariz. Nos ingresan la nómina por domiciliación bancaria y la sacamos a través del cajero automático. Todo lo que entra sale, en ocasiones como entró y a veces un poco transformado.
Las calorías no siempre salen en la misma proporción en la que entran. Hay gente que se mete cuatro mil y sólo consume dos mil, o viceversa. Por eso hay gordos y delgados. Pero la cantidad de los primeros compensa la de los segundos. Ahora mismo hay miles de personas llenando una maleta y otras tantas vaciándola, miles vomitando y miles ingiriendo. Hay millones de individuos registrándose en hoteles y otros tantos abandonándolos. No existe actividad alguna que no consista en entrar o salir, meter o sacar. ¿Qué está haciendo usted en este instante? ¿Meterse estas líneas en la cabeza? De acuerdo, no tardará en sacarlas. ¿Se encuentra quizá en la cocina de su casa? No tardará en extraer algo de la nevera. O en meterlo.
No vayan ustedes a creerse que las ideas de las líneas anteriores son mías, no soy tan ingenioso. Pertenecen a dos señoras con el pelo cardado que hace poco se tomaban unas tortitas con nata en la mesa colindante a aquella en la que yo apuraba mi gin-tonic de media tarde.
—Y cuando decimos que Fulano saca lo peor de mí, ¿tenemos idea de cómo entró? –preguntó la del vestido rojo.
—Podemos intentar averiguarlo –respondió la del vestido verde–. A ver, ¿quién saca lo peor de ti?
—Zapatero, por ejemplo. Lo oigo hablar y me olvido de mi educación y de mis principios cristianos.
—¿Quieres decir que le deseas lo peor?
—Exacto. ¿Pero quién metió dentro de mí lo peor? Porque si lo saco es porque lo tengo, ¿no?
—Puede haber entrado de varias formas. Con algunas lecturas, por ejemplo.
—Pero si yo no leo.
—Entonces, con la educación.
Conocía a estas dos señoras de otras ocasiones. Solían fumarse unos porros que hurtaban a sus hijos y combatían el bajón de azúcar con las tortitas, de las que disfrutaban como cosacas. Sus conversaciones de piradas estimulaban mucho mi imaginación, de modo que daba gracias a Dios cuando coincidíamos.
—¿Y Rajoy saca lo mejor de ti? –preguntó la del vestido rojo.
—A veces. Pero a veces también saca lo peor. Con Rajoy tengo unas relaciones, cómo te diría, ambidextras. A veces no me saca nada, ni lo peor ni lo mejor.
—Pues a mí quien no me saca nada es Rosa Díez.
—A mí, en cambio, me saca siempre lo mejor.
—¿Y quién crees que te ha metido lo mejor antes de que te lo saque Rosa Díez?
—Un profesor que tuve en primero de Derecho.
—¿Un profesor te metió lo mejor? –preguntó con sorna la del vestido rojo.
—No empieces con esas cosas –protestó, ruborizándose, la del vestido verde.
Yo me metí un sorbo de mi gin-tonic y me dieron ganas de ir al baño a sacar un poco de orina, pero me aguanté para ver cómo acababa la conversación.
—Lo que tenemos que ver ahora –dijo la de verde– es cómo nos sacamos las calorías que nos estamos metiendo con las tortitas.
—Y con el chocolate.
—Pues eso.
Como después de la última reflexión se quedaran calladas, fui al baño y cuando regresé se estaban levantando para salir. Acabé el gin-tonic sin prisas y abandoné el bar. El sol que había salido por el Este se estaba poniendo por el Oeste. Me metí en un taxi y salí de él. Luego entré en una librería y salí de ella. Entré en mi casa y el telediario me sacó de quicio. Me pregunté quién rayos me había metido en el quicio para que pudiera salir ahora de él.
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Verdad palmaria
JUAN JOSÉ MILLÁS 29/01/2010
Los toros, pueden gustar o no gustar, claro, cada uno es cada uno. Pero sería estimulante que los aficionados a esa expresión cultural hicieran una crítica del gusto. En otros ámbitos admitimos sin problemas que disfrutamos con pasatiempos detestables y nos aburrimos con distracciones admirables. ¿Qué hay de malo en aceptar los aspectos oscuros o mal considerados de nuestras inclinaciones? El maltrato a los animales está mal visto (ya era hora), incluso hay leyes que lo persiguen, aunque estableciendo salvedades. Nada que objetar a las salvedades, la vida es así, no lo he inventado yo, etcétera. También la tortura está prohibida, a menos que la ejerzas en Guantánamo, con gente cuya piel es más oscura que la tuya. Y el terrorismo se persigue de manera implacable, excepto cuando se trata de bombardear Irak. Anomalías culturales, qué le vamos a hacer, lo que no quita para darse cuenta de que el terrorismo es terrorismo incluso si lo practico yo.
Parece evidente que al toro de lidia se le maltrata. ¿Que a usted le gusta? Nos parece muy bien, no lo vamos a censurar. Pero hombre, hombre, reconozca que las banderillas, las puyas, el estoque y demás instrumentos quirúrgicos hacen daño (además de humillar). En el acto de arrojar una cabra viva desde un campanario hay belleza, no vamos a negarlo. A mí al menos me sobrecoge esa lucha titánica entre el cuerpo del animal y la fuerza de la gravedad (de la que siempre sale vencedora, por cierto, la última), por no mencionar la precisión matemática del movimiento uniformemente acelerado, que se cumple con todas y cada una de las cabras, no importa su condición. Todo eso está muy bien y si a uno le gusta le gusta. Pero hay tortura, hay maltrato, hay vilipendio. ¿Por qué a los taurinos, muchos de ellos intelectuales de pro, les cuesta tanto admitir esta verdad palmaria?
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La niebla
MANUEL VICENT
El carácter español está sometido al sistema binario, que en matemáticas e informática se representa utilizando únicamente el cero y el uno. El carácter español también se desarrolla internamente como las computadoras con sólo dos niveles de voltaje: el uno para el encendido y el cero para el apagado. Este sistema lo aplican los españoles a la economía, a la política y a la moral. Ésta es la patria genuina del sí y el no, del bien y el mal, del sol y la sombra, del amigo y el enemigo, del cielo y el infierno, un espacio mental sin fisuras. La ciencia y la cultura europeas se han construido sobre la duda metódica, pero en este rabo de Europa sin desollar que es la península ibérica, la duda se interpreta como una falta de coraje. Entre Caín y Abel aquí no se interpone nadie con un poco de flema que los desarme. Algunas tertulias políticas parecen hoy un concurso para ver qué analista es más de derechas, incluso más facha, en una proporción directa entre sus flamantes corbatas y su cerebro obsoleto, lleno todavía de un viejo odio consolidado. Los mismos que ayer ensalzaron a un político o a un juez hasta convertirlos en héroes, mañana los destruirán por el simple placer de sacarle el serrín de las tripas, como hacen los niños con los muñecos. Ahora se trata de saber quién da más leña al presidente del gobierno, quién ahonda con más saña en la desgracia social del paro, quién atiza la frase más audaz, más hiriente, que conduzca a la idea de que este país está en plena ruina, pero estos líderes de opinión y analistas económicos, cuando huelan que ha cambiado el aire, pondrán la fase en el encendido y nos darán la misma tabarra con un optimismo exacerbado. Sobre este país cae ahora la densa niebla de la crisis económica. Todos los analistas opinan, gesticulan, gritan cada uno en dirección contraria, pero parece que ninguno sabe nada ni hace nada para salir de ella, aunque en los restaurantes de lujo estos señores con los carrillos morados hablan de la crisis saludándose con una cigala en la mano después de poner el voltaje a cero para el apagado. De momento cae la niebla sobre el gobierno, la oposición, la economía y el poder judicial. Es la que entumece los huesos y con la que se enmascara el fantasma del fascismo que viene.
Nuestros hijos deben saberlo
José Miguel Monzón Navarro (Gran Wyoming)
Que el juez Garzón pueda ser apartado de la carrera judicial por “intentar” investigar crímenes del franquismo es un ataque más a la democracia desde la Justicia, que debería ser garante del sistema. Cabe preguntarse la relación entre este proceso y la investigación a la que han sido sometidos altos cargos del Partido Popular por su relación directa con vergonzosos casos de corrupción, al amparo de Rajoy y Cospedal, que no han dudado en denunciar una conspiración política contra sus compañeros sin aportar la menor prueba. En lugar de escandalizarse por el contenido de las conversaciones telefónicas en las que se da cuenta del reparto del botín, estos próceres de la Patria cuestionan la legalidad de esas escuchas, se presentan como víctimas. El principal responsable de esa conspiración, si es que creen en ella, sería el juez instructor del caso Gürtel, que se llama Baltasar Garzón.
Le acusan de prevaricador por intentar investigar crímenes del franquismo. Los denunciantes, Manos Limpias, son herederos del régimen fascista que encarceló, torturó, secuestró, y asesinó a ciudadanos inocentes una vez terminada la guerra, bajo el manto de la legalidad vigente con la colaboración de jueces que dictaban sentencias en juicios sumarísimos donde se privaba del derecho a la defensa al acusado. Estos defensores de aquel régimen con la colaboración de algunos miembros de la Justicia quieren privar a los españoles del derecho a la Verdad. En nuestro Código Penal está vigente la imprescriptibilidad de los delitos contra la humanidad, aunque algunos que nos gobernarán definan aquellos tiempos como de “extraordinaria placidez”. Por eso hay que investigar.
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No es un artículo pero es una opinión de Gabilondo de apenas 2 minutos que me parece interesante escuchar.
http://www.youtube.com/watch?v=EXqe_m1nJcs
Saludos.
http://www.youtube.com/watch?v=EXqe_m1nJcs
Saludos.
Interesantísimo artículo de Isaac Rosa
“Lamentamos que se hayan sentido heridos sentimientos y convicciones. La muestra sólo ha recibido la visita de 38 personas.” -Comunicado de la Universidad de Granada-
No falla. Entre los muchos automatismos con que respondemos a diario, y que nos facilitan el pensamiento por la vía de la consigna memorizada, hay uno que nunca falla: en cuanto alguien, artista, cómico o escritor, hace una crítica en clave humorística del catolicismo, los ofendidos responden con la misma cantinela: “Qué valiente, a ver si te atreves a hacer lo mismo con el Islam.”
Según ese razonamiento, meterse con Mahoma te cuesta la vida sin remedio, mientras que meterse con Cristo y familia sale gratis, no implica riesgos. Pues que se lo digan a Fernando Bayona, el artista que ha visto clausurada su exposición en Granada tras recibir amenazas de muerte a su correo personal. O que se lo cuenten a Leo Bassi, que lleva años amenazado y al que pusieron un artefacto incendiario en un teatro lleno. O al autor de aquel Me cago en dios, al que dos ultras golpearon sobre el escenario en plena obra, culminando toda una campaña de acoso.
Vale, los integristas islámicos son más brutos que los integristas católicos -al menos a día de hoy, porque si la comparación es histórica no sé quién ha quemado a más herejes-. A cambio, los pirados de la Yihad no cuentan entre nosotros con poder político y económico, medios de comunicación afines, poderosos activistas, privilegios institucionales, y capacidad para que todo un rectorado universitario cierre una exposición en día y medio.
Pero sobre todo, artistas como Bayona actúan dentro de una cultura, una tradición y una realidad donde es el catolicismo, y no el Islam, quien ha monopolizado durante siglos los discursos, los símbolos, la moral y las conciencias. Y que, como demuestran una y otra vez episodios como el de Granada, se resiste a perder su hegemonía y sigue siendo la llaga que escuece al mínimo roce.
Que hay fanáticos amparados en el Islam es cosa sabida, y denunciable. Pero eso no hace buenos a esos otros talibanes que serían capaces de parar hoy un rodaje como La vida de Brian, y exigirían a los Monty Python valentía para filmar La vida de Mahoma.
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Muy bueno taki. Muy bueno. Hago mías las palabras del autor.takiroud escribió:Interesantísimo artículo de Isaac Rosa
“Lamentamos que se hayan sentido heridos sentimientos y convicciones. La muestra sólo ha recibido la visita de 38 personas.” -Comunicado de la Universidad de Granada-
No falla. Entre los muchos automatismos con que respondemos a diario, y que nos facilitan el pensamiento por la vía de la consigna memorizada, hay uno que nunca falla: en cuanto alguien, artista, cómico o escritor, hace una crítica en clave humorística del catolicismo, los ofendidos responden con la misma cantinela: “Qué valiente, a ver si te atreves a hacer lo mismo con el Islam.”
Según ese razonamiento, meterse con Mahoma te cuesta la vida sin remedio, mientras que meterse con Cristo y familia sale gratis, no implica riesgos. Pues que se lo digan a Fernando Bayona, el artista que ha visto clausurada su exposición en Granada tras recibir amenazas de muerte a su correo personal. O que se lo cuenten a Leo Bassi, que lleva años amenazado y al que pusieron un artefacto incendiario en un teatro lleno. O al autor de aquel Me cago en dios, al que dos ultras golpearon sobre el escenario en plena obra, culminando toda una campaña de acoso.
Vale, los integristas islámicos son más brutos que los integristas católicos -al menos a día de hoy, porque si la comparación es histórica no sé quién ha quemado a más herejes-. A cambio, los pirados de la Yihad no cuentan entre nosotros con poder político y económico, medios de comunicación afines, poderosos activistas, privilegios institucionales, y capacidad para que todo un rectorado universitario cierre una exposición en día y medio.
Pero sobre todo, artistas como Bayona actúan dentro de una cultura, una tradición y una realidad donde es el catolicismo, y no el Islam, quien ha monopolizado durante siglos los discursos, los símbolos, la moral y las conciencias. Y que, como demuestran una y otra vez episodios como el de Granada, se resiste a perder su hegemonía y sigue siendo la llaga que escuece al mínimo roce.
Que hay fanáticos amparados en el Islam es cosa sabida, y denunciable. Pero eso no hace buenos a esos otros talibanes que serían capaces de parar hoy un rodaje como La vida de Brian, y exigirían a los Monty Python valentía para filmar La vida de Mahoma.
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No entiendo
ROSA MONTERO
Hoy, aniversario del golpe del 23-F, he recordado aquella anécdota genial y al parecer verídica: cuando, al principio del golpe, los de la televisión sueca recibieron las imágenes del guardia civil Tejero asaltando el Congreso, enviaron un télex a Prado del Rey que decía: "No entendemos. ¿Es un programa informativo o dramático?". "Informativo", contestaron desde TVE. Y ellos insistieron: "No entendemos. ¿Qué hace un torero con pistola en el Parlamento?". No me digan que no es un agudo retrato de la peor España, de un país de opereta entre lo violento y lo grotesco.
Han pasado 29 años, pero yo a veces sigo sintiéndome como los perplejos técnicos suecos ante ciertos excesos de la vida española. Por ejemplo: leo que piden año y medio de cárcel para el dueño de Custo por poner en sus camisetas al pajarito Piolín, que es de la Warner. De paso diré que me extraña que los partidarios de abolir la propiedad intelectual no se hayan lanzado a protestar al grito de ¡Piolín también es nuestro! o ¡Mickey Mouse gratis en todas las pecheras! O sea, que bajarse películas les parece de perlas, pero todos tienen divinamente claro que no pueden utilizar la imagen del Pato Donald, pongo por caso, porque sus propietarios (que esos sí que son ricos) se cabrean. En fin, dicen que Custo fue advertido y no rectificó, y si es así me parece bien que lo multen. Pero lo que no consigo entender es que pidan año y medio de cárcel por copiar un pajarito, mientras que en este país se empala y tortura salvajemente a un burro, se sierran patas de perros y se ahorcan galgos, y todo esto no sólo no se castiga con cárcel, sino que a menudo ni se multa. Ayer hubo en Madrid una concentración ante la sede del PSOE para reclamar que cumplan su promesa electoral: necesitamos urgentemente una Ley Nacional de Protección Animal. Pero se ve que en España sólo protegemos a los animales dibujados. Ya digo que no entiendo.
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La Virgen María
JUAN JOSÉ MILLÁS
Si alguien acusara al presidente del Gobierno de tráfico de drogas, nos echaríamos las manos a la cabeza. Si de haber asesinado a un contribuyente, pondríamos el grito en el cielo. Si de haber atracado un banco, exigiríamos que la justicia actuara de inmediato para encarcelar, de probarse los hechos, al presidente, o para condenar, de lo contrario, a sus acusadores. Ahora bien, si usted tacha al presidente del Gobierno de cómplice de los terroristas, aquí no pasa nada. Ni Zapatero se presenta en el juzgado de guardia, ni el fiscal actúa de oficio, ni los compañeros de partido del que llevó a cabo la denuncia lo desautorizan de forma rotunda. ¿Por qué? Ni idea. Los terroristas trafican con drogas, matan a mansalva y desvalijan bancos a punta de pistola. Debería provocarnos espanto la posibilidad de estar gobernados por un etarra. Hay algo, en fin, que no encaja entre las condenas retóricas a los del tiro en la nuca y la facilidad con la que cualquiera de nosotros podemos convertirnos en uno de ellos. Sólo falta que para defender a Mayor Oreja salga Rajoy sentenciando, en plan conciliador, que el que esté libre de pecado tire la primera piedra.
Es lo que ha dicho el Papa, por cierto, a propósito de los obispos y curas pederastas. Personalmente, estoy un poco acomplejado, pues no he violado ni maltratado nunca a críos de 10 años. Pero si Ratzinger Zeta ocultó y protegió a sus párrocos corrompidos, la justicia española continúa anulando pruebas o desestimando sumarios a todo tren. Parece el séptimo de caballería cabalgando en ayuda de los de la trama Gürtel, que están rodeados. Los profesores de bachillerato lo tienen crudo para hacer una lista de héroes que mostrar, como ejemplo a seguir, al alumnado. De entrada, ni jueces ni políticos ni patriarcas de la Iglesia. Belén Esteban es, hoy por hoy, la Virgen María.