Morete-Markov. escribió:De momento, empezamos mal: "La misma fuente declinó cualquier opinión sobre los objetivos de Catalunya Omnium en asuntos tan sensibles para un amplio sector de la población catalana como el uso del velo, la construcción de mezquitas o algunas costumbres islámicas que colisionan frontalmente con las leyes españolas, tales como la ablación y la poligamia. “Se nombrará un portavoz autorizado para hablar de estas cosas”, dijo. ¿Un portavoz autorizado para conocer un programa de un partido? Es decir, no tenemos programa que estudiar.
http://www.alertadigital.com/2011/10/20 ... ya-omnium/
Un claro ejemplo de la imposibilidad de integración de los musulmanes en Europa, no solo por la creación de su propio partido de orientación islámica y todo lo que conlleva, empezando por el rechazo sistemático de nuestras leyes y libertad religiosa, sería estúpido disfrazar a estas alturas una realidad incuestionable, para los musulmanes la religión abarca la vida social y religiosa y está por encima de las leyes hechas por los hombres y la Constitución de los países democráticos, ellos deben plena obediencia al Corán siendo este libro su guía espiritual y social, al no existir separación entre religión y estado su vida está marcada por unas costumbres ancestrales que no se pueden permitir y no tienen cabida en una Europa democrática defensora de la libertad* y los derechos humanos*. ¿ No es más fácil integrarse en uno de los cientos de partidos políticos ya existentes? ¿De dónde surje la necesidad de crear uno nuevo que tal vez pudiera ser excluyente? ¿ O nos podremos afiliar y seremos libres de portar un crucifico en el pecho en sus reuniones, no miraremos a La Meca para orar no sé cuantas veces al dia y comeremos cerdo hasta las trancas?
"Los infieles somos peores que perros (¿creen que nos llaman perros porque no se les ocurre otra cosa? el perro es más impuro que el cerdo) y los que no son gentes del libro (judíos y cristianos) son sub-perros. Con la sharia en la mano podrían prohibir los perros, en Lleida ya han pedido al ayuntamiento que no les dejen subir al transporte público porque les ofenden, o prohibir comer por la calle cuando es Ramadan y abrir bares y restaurantes como pasa en algunos barrios de París, que te pueden romper la cara por comer de día en Ramadán, poner tribunales islámicos para los musulmanes con lindezas como que la palabra de una mujer valga la mitad que la de un hombre y pedir que se reimplante la dhimmitud, que es que los infieles paguemos tributo, por ejemplo subiendo los impuestos de la carne no halal, o prohibir los cerdos y su carne... ojo con lo que deseamos, no sea que se convierta en realidad. Esto, evidentemente referido a los exaltados, que los hay y muchos." (Mme. Guillotine)
Obviamente habría que puntualizar cosas. La incompatibilidad entre Islam y democracia es un tópico muy arraigado en Occidente, que se realimentó con la obra de Samuel P. Huntington (1996): "El fracaso de la democracia liberal en las sociedades musulmanas tiene su fuente en la naturaleza de la cultura y la sociedad islámica, inhóspita para los conceptos liberales y occidentales". Por el contrario, autores como Mohamed Charfi consideran que en el último siglo y medio un nutrido grupo de pensadores musulmanes han demostrado que "el Islam es una religión de amor y concordia, es perfectamente capaz hoy día de combinar la democracia y los derechos humanos". El origen del malentendido se encuentra en el peso que la tradición islámica ha dado a la sharia o el fiqh, es decir, el derecho musulmán clásico, que "es un corpus de reglas jurídicas que trata de todos los problemas de la vida en sociedad". Dichas reglas emanan de la interpretación que se ha dado a las disposiciones jurídicas contenidas en el Corán y en los hadits (hechos o dichos atribuidos al Profeta) y que, en general, fue codificada en el siglo XIII. Además, la utilización del Islam para legitimar posiciones de opresión política ha sido, como en otras religiones, una constante histórica que ha impedido la reinterpretación de la sharia a la luz de los cambios que se iban produciendo.
En la actualidad, la mayoría de los países islámicos toman el derecho musulmán clásico como una referencia, especialmente por lo que respecta al estatuto personal. Sin embargo, el Islam conservador está muy bien organizado, es oficial y tiene referentes claros: la sharia y considerar el laicismo como un gobierno sin Dios (ateocracia). Por el contrario, el Islam liberal no está apenas organizado y apela a la modernidad y al laicismo sin llegar a definir exactamente cuáles deberían ser sus contenidos en una sociedad musulmana. De ahí resulta que se den por buenas determinadas interpretaciones que, en realidad, fuerzan los textos sagrados o ni siquiera se basan en los mismos. Y ello sucede, particularmente, con la exclusión de género, con los castigos corporales (lapidaciones, mutilaciones, etc.), con la libertad de conciencia y con el Estado islámico por el que abogan muchas organizaciones islamistas.
No faltan los pensadores musulmanes que abogan por una revisión crítica de la historia del Islam, que cuestionan la autenticidad de los hadits y proponen una reinterpretación de las reglas jurídicas contenidas en el Corán de acuerdo con las circunstancias actuales y el respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales. Es un debate vivo en medios del Islam europeo, que no muestra ninguna incompatibilidad con el Estado de derecho y democrático, y, en menor medida, en medios reformistas de países islámicos. En este sentido, Tariq Ramadan subraya tres cuestiones: a) el concepto de sharia no se entiende ni se aplica de la misma manera en todos los países musulmanes; b) los castigos corporales incorporados al código penal se fundamentan en una lectura sesgada de los textos, no tienen su origen en la religión, sino en una tradición "paternalista" común a otros países y, en los países de la península Arábiga, se aplican sobre todo a los inmigrantes musulmanes pobres y no a los ricos, a menudo corruptos, que roban al pueblo y vienen a Occidente a depositar su dinero.
En conclusión, como sostiene Burhan Ghalion, "el verdadero mal que aqueja a las sociedades musulmanas no procede del Islam, sino de su política" y de las políticas de Occidente hacia los países musulmanes. O, si se prefiere, en palabras de Charfi, "Dios no es fanático, sino los ulemas de ayer, así como los ulemas y los integristas de hoy". Integristas que, manipulando otros mensajes religiosos, se han apoderado del poder en el corazón del Imperio. Y éste es el problema, ni más ni menos, el fanatismo implantado y manipulador que, como primera medida, hace saltar chispas: después, viene todo lo demás. ¿Están Occidente y el mundo musulmán preparados para una convivencia basada en el respeto y la razón?
Es evidente que no, ahí tienen las pruebas.
http://www.mundoarabe.org/islam_y_sharia.htm
* (Con su correspondiente dosis de cinismo)