Los cobardes hablan cuando saben que pueden esconderse en la madriguera y evitar sentirse salpicados de la crítica a la que todos estamos expuestos. Bueno, todos no. Porque el amigo chasnero, a pesar del paso de las años se acuesta cada noche con el rintintín de "Pitti cabrón, esto es afición" merodeando su cabeza.
PD- Unos juran por Dios y otros por Cristo Marrero. El chasnero tiene más desviaciones mentales que las que uno le preveía.
http://canarias24horas.com/index.php?op ... Itemid=254
Pitti, prometo no reirme (al menos públicamente) ante esta nueva pinta de neoyorkino rapero made in Anaga que nos ofreces. Como Peter Pan o Michael Jackson, algunos se creen que el tiempo se paró para ellos hace veintitantos años. Fitetú.Do-do (2-2)
José Manuel Pitti
viernes, 09 de noviembre de 2007
"No sean brutitos, haganmenelfavol, ultramolientes" (Pitti, cabrón chicharrero y más nada)
Si se repasa detenidamente mi comentario anterior, que titulé "Welcome to Pequeño Maracaná" y en el que reafirmé mi condición de ciudadano hospitalario, se podrá revalidar cuál es el destinatario de mi crítica, malcriadez, desahogo y/o defensa más o menos legítima: los aseados impúberes, generalmente mucho más mal hablados que yo, de la Peña Ultranaciente.
En caso alguno, aclaro, dirigí mi reflexión, y tampoco determinadas ilustraciones, a la institución, porque -como me recuerdan constantemente desde esta orilla mía, donde algunos me acusan de traidor- dedico simpatía, incluso desde mi condición de tinerfeñista confeso y convicto, a la Unión Deportiva Las Palmas; ni a su presidente, mi admirado Miguel Ángel Ramírez, que mete mucho más que Marcos Márquez y me alegro por él, y que, no sólo eso, me parece un tipo cojonudo; ni a sus profesionales, porque hace tiempo que -a pesar del do-do (2-2) del pasado sábado- no asisto a un recital de Fukuda & The Wailers; ni a la afición grancanaria, que -aún a pesar de que en algunos casos se deja manejar por la monarquía absoluta de la dinastía Almeida y el actual heredero del trono, el joven Ruymán II de Siete Palmas- siempre me pareció ejemplo de lealtad; ni al recuerdo de Segundo I del Insulá, a quien he invitado sinceramente, y reitero mi invitación, a que deponga las almas, y, sin rencor, se avenga al diálogo; y mucho menos a las nobles gentes de Gran Canaria, a quien tampoco me parece procedente quitar el "Gran", entre otras razones, porque, siendo yo natural de Granadilla de Abona, temo que la nomenclatura de mi pueblo -aplicándose una elemental regla de tres en la surrealista succión de grandezas- quede reducida a Adilla de Abona.
Mis críticas fueron dirigidas exclusivamente a los integrantes de la "Peña Ultranaciente", pero tampoco exactamente a todos, sino a aquellos, quince o doscientos, que -durante años, domingo tras domingo- dejaron de animar a la Unión Deportiva Las Palmas, y, megáfono en mano, emplearon toda su energía en insultarme, denostarme, ultrajarme, vilipendiarme, afrentarme, agraviarme y mancillarme, sencillamente porque -como hice cada vez que el equipo amarillo me dio una razón- ponderé los éxitos de mi Tenerife en España y Europa. Jamás olvidaré la obsesión que desperté entre ellos, entre los ultraolientes quiero decir, sin que yo jamás la provocara -y lo juro por la dentadura postiza de Segundo-, porque, cada vez que la Unión Deportiva Las Palmas ganaba un partido, una eliminatoria o un derby, ya olvidaban el "pío, pío" (tan bonito, melódico y cadencioso) y se ensañaban con aquel bolero, "Pitti, cabrón, chicharrero, maricón", indudablemente creativo, grasiento y no obstante pegadizo, pero -especialmente en alguno de sus epítetos- antiguo, increíble, y, sobre todo, inhumano, prehistórico y homófobo.
Tengo buenos camaradas homosexuales, porque no pregunto a nadie por donde mete o es metido antes de entablar una relación amistosa, pero, por otras partes, si yo renunciara a mi condición de estéreosexual, jamás me acostaría con un ultranaciente; lo que escribo al objeto de evitar que -en esa hipótesis de imposible cumplimiento- alguno de ellos se detuviera en la profundidad de mi mirada, en la dulzura de mi discurso o en la elegancia de mis manos, y, atrapado en la irreemplazable entidad de mi ternura, se llegare a enamorar de mí.
Aún así, y aclarando que mis drogas son el cortado de leche y leche, el sarpicón de purpo y el Clipper de fresa, debo ser autocrítico (16 v e inyección), y, puesto que -en la ocasión de ese comentario, "Welcome to Wembley"- fui más ultra que periodista, reconozco que se me fue el baifo, y, por tanto, quiero pedir disculpas a todos aquellos imbéciles, lerdos, insustanciales, bobitos, totisos y taburnaques que -integrando esa presunta peña- se sintieron aludidos en mi reflexión, comprometiéndome, por mis partes , a que jamás volveré a dedicarles adjetivos tan absolutamente merecidos.
Envío mi felicitación a los grancanarios que -constituidos en mayoría aplastante- están alejados de esos planteamientos y actitudes trogloditas, en cuanto que -por más que me jode como seguidor del Tenerife, que lo soy, naturalmente- no cabe duda que la Unión Deportiva Las Palmas mereció no sólo el empate sino unas tablas, doblemente hiriente para nosotros blanquiazules, expresadas en ese típico do-do
Me perdonen, sinceramente, los machanguitos de la "Peña Ultranaciente". Fue sin querer, y, si no me creen, lo juro por Cristo Marrero.
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