
El empalamiento
El empalamiento es un método de tortura y ejecución donde la víctima es atravesada por una estaca. La penetración puede realizarse por un costado, por el recto, la vagina o por la boca. La estaca se solía clavar en el suelo dejando a la víctima colgada para que muriera.
En algunos tipos de empalamiento, la estaca no se afilaba y se insertaba evitando la muerte inmediata de manera que funcionara como tapón para que la víctima no se desangrara y así prolongar la agonía que podía llegar a durar hasta tres días. Una manera de realizar esta muerte gradual sería insertando el palo por el recto atravesando el cuerpo hasta que salga por el hombro derecho sin dañar así el corazón.
La cuna de Judas

Consiste en una pirámide puntiaguda, sobre la cual se alza a la víctima para después dejarla caer una o varias veces, de modo que la punta topara con la zona genital o anal con mayor o menor presión dependiendo de cómo evolucionara la confesión.
El Potro

El condenado era atado de pies y manos a una superficie conectada a un torno. Al girar el torno tiraba de las extremidades en sentidos diferentes, usualmente dislocándolas pero también pudiendo llegar a desmembrar.
El Desgarrador de Senos

La tortura consistía en aplicar las cuatro puntas estando al rojo vivo o frías sobre los senos, desgarrándolos.
Aplicado durante varios siglos, un número indeterminado de mujeres que fueron condenadas por delito de herejía, blasfemia, adulterio, aborto provocado, otros “actos libidinosos”, magia blanca erótica y algún delito más padecieron este tormento en sus senos.
Una vez que el artilugio había “dado el mordisco” al seno (con frecuencia de madres solteras) la sangre salpicaba sobre la criatura nacida de su vientre que se contorsionaba en el suelo evitando que le cayera.
Un caso famoso fue el de Ana Pappenheimer (acusada de brujería, Alemania, 1600), que después de ser torturada con el instrumento, tuvo que sufrir el despellejamiento y rasgamiento de sus carnes, le seccionaron sus pechos y una vez ensangrentados, dados a comer de manera forzosa a sus hijos que ya eran mayores.
La Pera Vaginal

La pera vaginal era un instrumento de tortura consistente en un objeto metálico con forma de pera que era introducido en la vagina de la víctima. Una vez en el interior, se abría, produciendo numerosos desgarros en el útero a los que muy pocas mujeres lograban sobrevivir. Se aplicaba en la Edad Media a aquellas mujeres de las que se decía que habían tenido relaciones sexuales con Satanás o con alguno de sus familiares.
La Rueda

a primera parte de la tortura consistía en atar firmemente al reo en un banco o en una cruz (para acceder con comodidad a las extremidades), tras lo cual el verdugo procedía a triturar, mediante una barra de hierro o cualquier otro instrumento, todos los huesos y articulaciones del condenado. La operación debía hacerse con cierta técnica, pues era preceptivo que el condenado no muriera por un derrame interno. No se le golpeaba por eso la cabeza, que quedaba intacta. El objetivo era que las extremidades pudieran ser dobladas y dislocadas por numerosos sitios.
Tras esto, el reo era colocado en una rueda de carro, de manera que los tobillos tocaran la cabeza, para lo cual las piernas debían dislocarse hacia arriba, poniéndose los brazos de manera que recorrieran todo el perímetro de la circunferencia. Tras esto, se enganchaba la rueda en un eje que a su vez se clavaba en el suelo, quedando la rueda elevada y en posición horizontal, con el condenado sobre ella.
Si tenemos en cuenta que al reo también se le rompían las costillas, lo que hacía que la respiración fuera extremadamente penosa, la condena a «ser quebrado de arriba a abajo y luego llevado a la rueda» significaba una muerte lenta y dolorosa que se podía prolongar durante horas, e incluso hasta un día.
La Sierra

Para mantener a la víctima consciente el mayor tiempo posible, además de evitar que se desangrase antes de tiempo, le colgaban boca abajo, de forma que su cerebro estuviera bien irrigado. Mientras, el verdugo comenzaba a serrar al condenado desde el ano o los genitales verticalmente hacia el abdomen, de tal forma que no perdía el conocimiento hasta que la sierra llegaba al ombligo y algunas veces hasta al pecho.
Aplastacabezas

Destinado a reventar los huesos del cráneo, la maquina denominada "Aplasta cabezas" estaba compuesta por dos barras de hierro forjado, y en cada punta, tornillos con el principio de prensa o morza.
La barbilla de la víctima se colocaba en la barra inferior, y el casquete era empujado hacia abajo por el tornillo. Los efectos de este proceso son evidentes. Primero, se destrozan los alvéolos dentarios, después las mandíbulas, y luego el cerebro se escurre por la cavidad de los ojos y entre los fragmentos del cráneo.
Doncella de Hierro

La doncella de hierro de Nuremberg era antropomórfica, con una cara que se podría reconocer como María la madre de Jesús y un cuerpo formado por dos puertas que lo asemejaban a un ataúd. Por fuera, la doncella parecía inofensiva y nada peligrosa, pero en su interior había unos clavos ocultos de hierro cuyo fin no era matar rápido, sino torturar despacio. El objetivo último de este artilugio en general era empalar a la víctima e infligirle un gran dolor y castigo.
Lo que más llama la atención es la presencia de docenas de clavos punzantes y oxidados. Estaban diseñados para ensartarse en la víctima esquivando los órganos vitales en cuanto la doble puerta se cerrase. Esto permitía que la persona siguiese viva y en posición vertical.
En segundo lugar, el hombre condenado estaba sujeto en un espacio extremadamente pequeño para maximizar su nivel de sufrimiento.
Otra característica secundaria pero importante era que las puertas de hierro podían ser abiertas independientemente. Esto era útil para comprobar que la víctima estaba teniendo un sufrimiento suficiente y negar el riesgo de posibles escapes.
Toro de Falaris

Los ajusticiados se introducían en el interior de una efigie de bronce hueca con forma de toro. La efigie se colocaba encima de una hoguera, con lo que la temperatura del interior aumentaba como en un horno. Los alaridos y los gritos de las víctimas salían por la boca del toro, haciendo parecer que la figura mugía.
El borceguí era el tipo de calzado más popular del siglo XV, cubría el tobillo y era abierto por su parte delantera y se ataba con correas o cordones. Pues bien, en este período se popularizó un método de tortura que se denominó con el nombre del calzado, puesto que consistía en apretar el tobillo de la víctima por medio de varias maderas enlazadas por unas correas o gatos de hierro, para administrar presión, hasta quebrantar los huesos.

El garrote consiste en un aro de hierro, con el que se sujeta contra un poste fijo, la garganta de la persona que se va a ejecutar; oprimiéndola por medio de un tornillo de paso muy largo hasta conseguir la estrangulación. También el tornillo penetraba en la parte trasera del cuello rompiendo las vértebras y por tanto, la espina dorsal. La muerte podía sobrevenir por dos medios, asfixia o por el quebranto de la columna vertebral de la víctima. En cualquier caso, el sufrimiento estaba garantizado.
El garrote vil, es el nombre con el que se conoce en España al garrote. Se introdujo en nuestro país a raíz del código penal de 1822. En 1832, se suprimió la horca y fue sustituida por el garrote vil, estando vigente desde entonces hasta 1978, como uno de los procedimientos utilizados para administrar la pena capital. Por fortuna, en 1978, se abolió la pena máxima en este país, en virtud de lo que se expresa en nuestra Constitución.
El garrote, además de ser el nombre con el que se conocía un método de muerte, era la denominación que tomó un aparato de tortura, propio de la Inquisición. Este instrumento consistía en una mesa, a la que se le adosaban unos "garrotes" o prensas, que oprimían las piernas de la víctima, por un lado; y los brazos y pecho, por otro. Aplicando presión lentamente en aquellas zonas del cuerpo, se producía un intenso y agudo dolor al provocar el quebranto de los huesos.


El Cepo, era un método más que de muerte, de castigo por delitos de robo, disturbios o pendencias; aunque en un momento dado se podía tener expuesta a la víctima hasta la muerte, si así se decidía por la corte de justicia. También fue utilizado como método de tortura para conseguir una confesión en las mazmorras de castillos, palacios de justicia o cárceles inquisitoriales. El Cepo era un instrumento que servía para sujetar al reo por la garganta y las muñecas; y según el modelo también por los tobillos, consistente en dos maderos ajustables. La víctima quedaba expuesta al público en la plaza de la ciudad, encontrándose a merced del populacho que lo vejaba y goleaba, a veces incluso hasta la muerte, con el beneplácito de la autoridad.

Otra cosa no, pero imaginación en la antigüedad....