Yo me quedo con las opiniones de las personas que saben de verdad, los laboralistas,
¿Es la reforma laboral la culpable de nuestra vergonzosa tasa de desempleo?
Continuamos inmersos en un período muy difícil donde la crisis no parece tener fin y la destrucción de empleo bate record tras record hasta alcanzar porcentajes totalmente vergonzosos.
Hace exactamente un año escribí en este mismo blog un artículo –aquí los llaman “post”, pero a mí me gusta más llamarlo “a lo cristiano”- en el que me mostraba esperanzado tras la reciente entrada en vigor de la “reforma laboral”. Han pasado doce meses, y sólo en el tercer trimestre de 2012 había en España 836.000 trabajadores menos que un año atrás. Es decir, que antes de promulgarse dicha importante reforma. Por lo tanto la pregunta es clara: ¿ha sido la reforma laboral la causante de esta incesante sangría y del aumento del paro? Quiero creer que no, pues continúo pensando que los mimbres de esa nueva norma a medio y largo plazo serán positivos, por cuanto la flexibilidad que aporta a nuestro caduco ordenamiento laboral es muy relevante. La potenciación de la flexibilidad interna en las empresas, la primacía de la negociación colectiva más cercana a la realidad de las sociedades que al ámbito sectorial y otras novedades importantes nos acercan, en el ámbito del derecho comparado, a los ordenamientos más modernos actualmente en el ámbito jurídico-laboral. Esa apuesta de nuestra norma por la flexiseguridad sin duda debe dar finalmente sus frutos.
Pues bien, ¿entonces qué sucede? ¿Por qué continuamos siendo una máquina de destruir empleo sin cercano atisbo de corrección?
Tales preguntas no tienen fácil respuesta y quizás –seguro- la culpa la tenga un sinfín de razones empezando por la “burbuja inmobiliaria”, siguiendo por estadistas miopes que no aplicaron reformas estructurales en épocas de “vacas gordas” pensando más en su bienestar político que en el propio país, y continuando por unos bancos que se niegan a dar créditos a las empresas y que exclusivamente se encuentran preocupados en sanear sus balances –de las cajas de ahorro mejor no hablar-.
Concretemos más y veamos la evolución de nuestro país últimamente. Nuestro PIB ha pasado de estar plano en el momento de la entrada en vigor de la reforma laboral -finales 2011/inicios 2012– a caer a una tasa del 1,6% el tercer trimestre de 2012. Si ese indicador no se incrementa en porcentajes relevantes cercanos a los dos dígitos, en nuestro país es materialmente imposible crear empleo. Así la tasa de caída del empleo ha pasado en esos mismos períodos de un 3,3% a un inconcebible 4,6%. Fíjense que los porcentajes de caída del PIB y del empleo son paralelos.
Profundizando en la destrucción de empleo que sufrimos es relevante apreciar cómo, mientras en el sector privado la destrucción de empleo se ha moderado, pues entre el trimestre previo a la entrada en vigor de la reforma y el primero posterior, la caída ha sido sólo del 0,6%, es el sector público el que se lleva la palma al destruir el 63% del empleo total en tales períodos. ¿Qué significa eso? Pues muy claro: mala gestión de las administraciones públicas y exceso de las mismas que han llevado a una insostenibilidad del sistema. Ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas, gobierno central, delegados del gobierno en las comunidades autónomas, delegados de las comunidades autónomas en las distintas capitales de provincia de las susodichas, “embajadas” en el extranjero de las comunidades, etc …. Increíble. No hay estado que soporte ese gasto totalmente suntuoso y realmente innecesario.
Mientras no se produzcan más reformas y de más calado la “cosa” continuará sin funcionar.
Lamentablemente mientras escribo estas líneas todos nos desayunamos, día sí y día también, con la insufrible corrupción que nos inunda y que llega hasta las entrañas de la vida civil y política, generando un descrédito absoluto de nuestro país. Es muy triste tener que pensar que esto no tiene remedio, yo creo que sí, y pienso en la honorabilidad de las personas, pero es que llega un momento en que ves tanta podredumbre a tu alrededor que lo más lamentable es que prácticamente haya que llevar a cabo actitudes heroicas para ser normal cuando ves que mucha gente ha “mangoneado” durante mucho tiempo y aquí ni dimite nadie, ni pasa nada, ni casi nadie va a la cárcel por estos temas.
La crisis va más allá de la económica pues es una crisis de valores. La ética, el honor, la seriedad y el esfuerzo parecen hoy cuestiones olvidadas cuando sólo esas palabras son las que nos sacarán del tremendo pozo en el que nos encontramos metidos… y lamentablemente hay muchos que, o no se dan cuenta o no quieren darse, con el único objetivo de mantener su “statu quo”.
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