
En el santuario de la afición por su ascendente dentro y fuera del campo, involvidable su figura, el capitán del último ascenso a Primera es voz autorizada para pasar revista a una UD en la que ha vuelto a aparecer el vértigo. Paqui percibe calidad en el plantel, pero echa en falta jerarquía.
Paqui añora «un verdadero líder» en la plantilla porque percibe «que no hay un futbolista que destile carisma, que imponga al resto», aunque, reconoce, «eso también puede deberse a la juventud que hay en el grupo». Así, una retrospectiva a su época le hace rescatar momentos y situaciones «que ahora no se dan».
«Olías, Paquito, Jaime Molina, Vinny, yo... Había un vestuario con futbolistas de recorrido y que dominaban el fútbol desde todos los puntos de vista. A mí hasta me llamaban los padres de los futbolistas jóvenes para decirme que si los tenía que agarrar del cuello para enderezarlos, que lo hiciera. Entonces ya subieron Jorge, Rubén, Ángel, Guayre, Carmelo...Y vivimos miserias, como estar un año sin cobrar, que se dice pronto, o ver que nos acusaban de dopaje, entre otras historias para no dormir. Pero había referentes en la caseta, gente que hasta en su día libre se preocupaba.Cada semana había una bronca de las buenas para que todo el mundo estuviera tenso e implicado Y funcionó porque subimos a Primera y, en el descenso, hasta el último partido pudimos salvarnos, pese a que nos comían las deudas», evoca.
Eso sí, no quiere que su crítica «se considere destructiva» pues, avisa, «éste es un fenómeno generalizado en el fútbol y se extiende a la mayoría de los clubes». La UD, en este sentido, «es uno más» porque, a su juicio, el fútbol «ha involucionado, ha perdido romanticismo» en el oficio que él ejerció: ser capitán con todos los galones («y eso implicaba desde dar una patada cuando tenía que darse, presionar al árbitro, jugar si te necesitan aunque estés cojo, pegar cuatro gritos en la caseta proteger a los compañeros, conectar con la afición»).
«Ahora, por el espíritu mercantilista del deporte, los colores se sienten menos. Quitas a Casillas y Ramos en el Madrid o a Xavi y Puyol en el Barcelona y ya no hay más símbolos, gente que lleva el escudo como antaño. Y Las Palmas no es ajena a esto. Tiene grandes jugadores, profesionales que hacen su trabajo lo mejor que pueden. Pero no, no se ve, o por lo menos yo no veo, un referente claro en el campo y en el vestuario, un capitán, un líder, que con una mirada ya guíe al resto», abunda.
Sin embargo, confía en que esta ausencia capital no obstaculice el ascenso a Primera: «El equipo tiene sus opciones y queda muy poco. Ha fallado en algunos partidos pero, en general, su respuesta es enorme. Los números están ahí. Debemos animar a todos. Que no les pueda la presión, que la gente les siga arropando. Soy optimista».
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Verdades como puños mi amigo, desde que se fue el qu se ve de espaldas con el 18 a la espaldas, este equipo no tiene un lider ni dentro, ni fuera del campo.