Texto íntegro del editorial de 'El Día'
Se publicó el martes, 7 de febrero, bajo el título 'Ni pedimos imposibles ni somos ilusos'
ESTAMOS por el bien de Canarias. Por eso nos reafirmamos en lo que venimos diciendo las últimas semanas: que el calificativo de "gran" para una isla es una gran equivocación y un gran atropello para la fluidez de los asuntos en el Archipiélago: la justicia, la equidad, el equilibrio y, en definitiva, la desaparición del pleito. Y no tiene por qué ser una ilusión ese objetivo: torres más altas han caído. Volvemos a decir que estamos desengañados de las acciones de los políticos, pero eso no significa que seamos unos ilusos que confían ciegamente en ellos. ¿Que por qué lo decimos? ¿Acaso es de iluso buscar el bien de Canarias? ¿No es eso lo que dicen buscar el presidente y los parlamentarios con su trabajo?¿No es lo que quieren cabildos y ayuntamientos? Sí, claro, al final, pedimos cosas de ilusos, pero eso no quiere decir que lo seamos.
En la provincia de enfrente se han quedado paralizados porque, según creemos, hemos descubierto su gran secreto. El apelativo de "gran" para la isla de Canaria les ha valido hasta ahora para engrandecerse; lo han utilizado a modo de derecho de pernada de señor medieval, señor de una isla sobre las seis restantes. Y de ahí las rapiñas cometidas no sólo sobre Tenerife, sino sobre las otras –la fiesta carnavalera de los Indianos, la apropiación de la figura de Cristóbal Colón, etc.– . Y lo que más mortifica al resto de los isleños es que esto lo haga la tercera isla en importancia, sin más mérito que haber sido la primera o la segunda en caer bajo el vasallaje de los conquistadores. ¿Saben los lectores una cosa? Ahora, cierto autor de cierta prensa clama porque el Gobierno autónomo ha quitado los perros del escudo oficial de la Comunidad –que a nosotros nos parece que no representaban exclusivamente a G. Canaria, sino a todo el Archipiélago–, pero no protesta porque la isla que está al pie del mismo, que siempre se ha dicho que era Tenerife y se reproducía en un tamaño superior a las restantes, haya quedado igual que las demás con el cambio. En fin, mucho se han volcado ATI, API y toda la Coalición Canaria con la isla redonda en detrimento de las restantes, sobre todo en cuestión de obras públicas. Ahora, si se quejan los canariones es por su "grandeza".
Esa prensa canariona es la misma que nos cita a diario, pero tergiversando deliberadamente nuestros argumentos para confundir a los que sólo les siguen a ellos y no nos leen directamente. Si lo hicieran, comprobarían que no decimos lo que ellos dicen. Por ejemplo, en el editorial del domingo pasado comprobarían que nunca hemos hablado de que quieran cerrar este periódico, sólo de amordazarlo. Otro caso: demuéstrennos que hemos arremetido contra los políticos, medios de comunicación, las instituciones y hasta contra el nuevo obispo de Las Palmas. Lo que sí hemos hecho es criticar la intencionalidad de ciertos políticos y de las instituciones donde están. Y al señor obispo Cases, al que respetamos muchísimo, sólo le hemos rogado y aconsejado que nos lea y nos conozca mejor para que así tenga un cabal conocimiento de cómo somos y cómo no los canarios. Estas manipulaciones van destinadas a que tanto el "mogollón" como los lectores de buena fe de su isla arremetan contra nosotros. También otro diario de esa provincia oriental tituló a toda página que el Papa Benedicto XVI otorgó a monseñor Cases el título de obispo de las Islas Canarias. Así que, de nuevo, pedimos al aludido que nos aclare si esto es cierto. Por cierto, al fin hemos sabido que la subdelegada del Gobierno central en Las Palmas, Carolina Darias, lo es sólo para esa provincia, y no para toda Canarias, como se empeñan en rotular los redactores gcanarios de la Televisión Autonómica, jugando a la confusión con la denominación del cargo, una estrategia que tan buenos resultados le ha dado a sus amos canariones en otros asuntos.
Seguiremos en esta línea si nos vemos forzados a ello. Ya hemos dicho lo esencial y, aunque hubiera dudas históricas –que no las hay– sobre el epíteto "gran", estamos seguro de que se lo añadieron al nombre de la isla gracias al ahínco y la insistencia hace escasamente un siglo para destacar sobre las demás. De hecho, lo gcanarios son muy aficionados a cambiar nombres. Por ejemplo, el Dedo de Dios se llamaba originalmente Roque Torcido y, torcidamente, porque sonaba más bonito, más poético y más turístico, lo rebautizaron.
Hoy, la razón política, la democracia, el anhelo por conseguir el equilibrio y la unidad del Archipiélago exigen que el nombre de esa isla vuelva a ser el primigenio, el que tenía desde Plinio, que era Canaria, como ha venido recogiendo la cartografía desde entonces. Para que se nos entienda: para amarnos todos, el "gran" tiene que desaparecer. Y la mejor ocasión para hacer ese cambio, ya lo hemos dicho, es la reforma del Estatuto de Autonomía, que está ahora en el Parlamento canario, y que es donde se define oficialmente a cada una de las islas. Seguimos convencidos de que el "gran" no le corresponde a Canaria, es falaz y propicia la continuidad del pleito y la desunión de los canarios, así como los agravios y las rapiñas, entre otras cosas.
Reiteramos nuestro gran respeto para monseñor Cases, al igual que respetamos al obispo de Nivaria, de Tenerife o de La Laguna, monseñor Bernardo Álvarez. Y un consejo para el político de Las Palmas que intentó azuzar al "mogollón" contra EL DÍA dando nuestra dirección de correo electrónico: pues sí, señor político, es preferible la doble autonomía y una comunidad autónoma de una sola isla a una autonomía de siete islas con una de ellas creando malestar en las restantes con sus políticos rapaces. Aunque crear una doble autonomía exija un cambio no sólo institucional, sino también constitucional, y quitar el "gran" sólo necesite trabajo del Parlamento canario, el "papeleo y cambio de señales" subsiguiente y consenso cerebral, amén.
http://www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=20282