La gaviota

David Ojeda

Fútbol y política asociados, géneros cuyo maridaje se interpreta desde la conveniencia. Mal empezamos. No me cabe duda que por su representación accionarial la Unión Deportiva es una empresa íntegramente privada; y en ese orden sus propietarios tienen el derecho de vender su alma al Partido Popular o a quién les de la gana. Pero difícil es entonces, al menos para este ciudadano de a pie, comprender porque se utiliza su elemento aglutinador de la sociedad grancanaria para presionar a la clase política.

Hubo una época en la que las gradas del Estadio Insular desterraban cualquier simbología política. Y aunque entre camerinos se coció en los fuegos del Cabildo buena parte de la desestructuración del orden interno del club (desde Gerencia Deportiva a Luis González), nunca hubo una utilización tan ostentosa del escudo como se ha hecho en estos meses.

Me duele ver como la Unión Deportiva atenta contra normas básicas de la democracia y en plena jornada de reflexión se utiliza la televisión pública para pedir el voto a un determinado político. Me duele que figuras del club, que en su día publicaron aquello de «ni la mujer del consejero cree en la Unión Deportiva», ahora publiciten las ideas de éste y aplaudan su retorno al cargo desde la web oficial. Me espanta que desde los canales de comunicación del club se celebre la victoria en el Cabildo del Partido Popular el día después de las elecciones.

Por encima de todo me asusta el abrazo a una corriente. La Unión Deportiva es de todos, independientemente de su signo político. Y ojo, en política las reglas del juego están escritas hace mucho tiempo. Nadie da si no hay algo que recibir a cambio.

Por David Ojeda, redactor de Canarias7 y colaborador de Cadena Ser Las Palmas.











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