Miguel Ángel Ramírez cumple este miércoles 8 de julio una década como presidente de la Unión Deportiva Las Palmas. En 2005, el club tenía serias opciones de ser liquidado; diez años después está en Primera División y fuera de concurso. Una década que se cumple en una temporada histórica. 

El 8 de julio de 2005 un joven empresario grancanario se hacía con la riendas de la Unión Deportiva Las Palmas. Con el respaldo de los accionistas mayoritarios de la sociedad, llegó al sitio que siempre había soñado desde niño: ser presidente del equipo de su tierra. Con luces y sombras en su gestión, Ramírez cogió un club en ruinas y lo ha dejado, diez años después, en Primera División y saneado. Un viaje desde las catacumbas hasta la decorosa élite del fútbol español en una década que ha significado el renacer para la Unión Deportiva.

Han acompañado a Ramírez en su travesía, en medio de estos dos extremos, numerosos sinsabores deportivos y extradeportivos, éxitos y fracasos, sin los cuales no se puede entender la realidad actual de la entidad de Ciudad Jardín. Un viaje repleto de bombas de relojería en el sentido jurídico con un proceso concursal que estuvo enquistado y pareció interminable. El club caminó, por momentos, arrastrando la pesada carga de una deuda que amenazaba con su desaparición semana tras semana. A cada artefacto desactivado, un aprendizaje y la esperanza que el camino se allanaría. Diez años después, 72 millones de euros más tarde, aquella entidad que parecía abocada a la desaparición sonríe con más fuerza que nunca.

Miguel Ángel Ramírez fue nombrado presidente con 37 años en una Junta de Accionistas celebrada en el Colegio Salesianos, pero llevaba ejerciendo como rector in pectore varios meses. Se encargó de galvanizar las relaciones entre la Unión Deportiva Las Palmas y la administración concursal, por entonces comandada por el magistrado de lo Juzgado de lo Mercantil número 1 de Las Palmas de Gran Canaria, Juan José Cobo Plana. También se encargó de aglutinar voluntades entre el empresariado, políticos y la banca. El escenario siempre fue complicado entre acreedores deseosos de cobrar. La Unión Deportiva, al borde de la quiebra, encontró en Ramírez a un idealista. El único camino era continuar hacia adelante, pasara lo que pasara, y hacer entender la importancia del equipo grancanario para la isla.

Poco a poco la armonía comenzó a hacerse dueña de la sede de Pío XII, un chalet que contó en 2005 con la presencia día y noche de Miguel Ángel Ramírez en pos de la salvación del representativo. Un club en ruinas, sin estructuras, con escasa capacidad para realizar fichajes y una afición en la que aguantaban 5.000 fieles. En ellos se apoyó para sacar a la Unión Deportiva adelante, con la ayuda incondicional de Nicolás Ortega, acompañante desde el primer paso, y Juan José Cobo Plana, quien con su forma de entender la Ley Concursal encontró los recovecos necesarios para no firmar la liquidación de la empresa. En eso mismo, en entender que la Unión Deportiva era más que una empresa, residió el éxito.

El 11 de enero de 2006 llegaría el primer día histórico para Miguel Ángel Ramírez y la Unión Deportiva Las Palmas. Se lograba aglutinar a la mayoría de los acreedores en el salón de actos de Infecar para celebrar el Convenio de Acreedores. Un éxito. La deuda pasó de 72 millones a 21 millones de euros, tras la aprobación de una quita del 50% del montante total, y del pago de varias cantidades a distintos acreedores a través de publicidad, así como el descuento de los intereses y créditos contra la masa generados por la deuda.

Muchos empresarios por amor a la Unión Deportiva Las Palmas condonaron la totalidad de la deuda, y otros redujeron su cuota de forma considerable. Llegó el momento de encontrar una entidad bancaria que se comprometiera a dar un crédito a la Unión Deportiva. Todas dieron la espalda al club. En medio, embargos a ex consejeros y peticiones desesperadas para encontrar avalistas. Apareció el Cabildo de Gran Canaria para dar garantías y la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) dio luz verde para el crédito de 21 millones de euros que se destinaría al pago a los acreedores.

En lo deportivo la situación estaba clara: la única forma de encontrar oxígeno era con el ascenso a Segunda División. Con Juanito Rodríguez como mano derecha desde el inicio en la dirección deportiva, se confió el proyecto al técnico Josip Visnjic el reto del ascenso. En la plantilla, jugadores como Marcos Márquez, Darino, David García o Aythami Artiles. Todos sabían de la importancia de ascender ese curso, algo que se conseguiría tras pasar la eliminatoria ante la Real Sociedad B y el Linares, con el ascenso en el Estadio de Gran Canaria el 22 de junio de 2006.

Cobo Plana y Miguel Ángel Ramírez, en una imagen de 2006 / Canarias7
Cobo Plana y Miguel Ángel Ramírez, en una imagen de 2006 / Canarias7

Nueve temporadas en Segunda

Los primeros años en la categoría de plata se saborearon como nunca. La afición, consciente de la liberación que suponía abandonar el pozo de la Segunda B, sabía el vía crucis que faltaba por recorrer. Las noticias extradeportivas dejaron de ocupar las portadas de los medios con el paso de los meses. Mandaba el fútbol. Toda una alegría.

Desde la llegada de Ramírez a la entidad de Pío XII no se produjo una denuncia de ningún futbolista que a 30 de junio pusiera en juego la categoría del equipo amarillo, algo habitual desde la entrada en el Siglo XXI. La gestión de austeridad promete mantenerse. «Que cada euro que salga nos duela», insiste el presidente en cada intervención en los medios de comunicación.

Con la venta de algunos futbolistas como Rondón o Colunga la Unión Deportiva sobrevivió. No continuaron numerosos entrenadores. Con el paso del tiempo Ramírez cambiaría de proceder a la hora de mantener a los técnicos más tiempo ante las crisis deportivas. Carlos Sánchez Aguilar, Juanito, Juan Manuel Rodríguez, Javier Vidales, Paco Castellano, Sergio Kresic, Paco Jémez, Sergio Lobera o Josico hasta llegar al actual, Paco Herrera, con el que consiguió el ascenso a Primera División el pasado 21 de junio.

Tras el fracaso que supuso el primer intento de asalto a Primera División en la temporada 2009-2010, en la primera gran inversión de Ramírez para lograr estar en la élite —confió el proyecto a Sergio Kresic—, llegó un cambio definitivo sin el cual no se puede entender la actual UD. Por necesidad o convicción, se dio paso a la cantera. A los Jonathan Viera, Vitolo, Vicente, Juanpe y compañía. También se revisó la política de fichajes: si eran de la tierra, tenían más valor.

Poco a poco se fue edificando un proyecto que, en muchas ocasiones terminó salvando el cuello en la última jornada de Liga. Las ventas de Jonathan Viera y Vitolo volvieron a dar respiro a la entidad, siempre justa en sus presupuestos y con escasas ayudas empresariales e institucionales. Fiel testigo de ello ha sido Patricio Viñayo, incorporado por Ramírez como director de comunicación en 2006 y posteriormente encargado de la gestión y dirección de la entidad de Pío XII como Director General de Gestión.

Del drama del 22J a la alegría del 21J

El último curso ha resultado histórico y agotador, por partes iguales, para un presidente que celebra su décimo aniversario como rector en Primera División. El 22 de junio de 2014, después de una temporada con altibajos, la Unión Deportiva llegó al último partido con todo por ganar ante el Córdoba. Unos tristes acontecimientos derivaron en un tanto que produjo una herida que no dejó de sangrar. Un drama que fortaleció a la entidad y sus seguidores.

Aumentó la masa social, que pasó de 10.000 a 15.000 socios, y la Unión Deportiva se levantó. Paco Herrera y los futbolistas tenían claro que la única manera de cicatrizar aquella herida era luchando cada día por el sueño. 364 días después Las Palmas conseguía levantar los brazos, en su tercer play-off consecutivo, tras una remontada mágica ante el Real Zaragoza.

La alegría de Miguel Ángel Ramírez denotaba un sinfín de vivencias, muchas de ellas amargas, para conseguir aquel ansiado día. Ramírez, con sus éxitos y fracasos, aprendió a dirigir un club de fútbol desde el aprendizaje diario. «Esto no se estudia en una Universidad», admite constantemente en sus apariciones públicas. El paso de los años ha levantado a una Unión Deportiva que mira hacia un nuevo horizonte, muy distinto del de hace diez años atrás. En 2015, con el proceso concursal cerrado y el equipo de nuevo en la Primera División, se abre una nueva etapa. Y con Ramírez, una década después, al frente.

[#ENCUESTA] ¿Qué nota le pone a la presidencia de Ramírez? Vote aquí











Artículo anteriorEl primer asiento amarillo que amenaza al gris del Estadio
Artículo posteriorLuces y sombras de una década