El técnico amarillo cumple este miércoles su primer año como entrenador de la Unión Deportiva Las Palmas en una situación cómoda tras superar todas las expectativas puestas en él. Ha implementado un estilo reconocible y ha dotado de una identidad a un equipo valorado en todos los foros futbolísticos del mundo. 

Quique Setién cumple este miércoles 365 días al frente del banquillo de la Unión Deportiva Las Palmas. Un periodo corto de tiempo que ha supuesto una auténtica revolución en cuanto a conceptos, credibilidad y exposición futbolística del representativo canario en la élite del fútbol español.

La llegada del técnico cántabro venía avalada por su trayectoria en el Lugo –estuvo seis temporadas en el cuadro lucense–, donde logró dar una personalidad al equipo gallego. Salida de balón lavolpiana, extremos abiertos, medio del campo poblado y querencia, siempre, por tener el balón. La UD caminaba errante, sin un patrón de juego, con una crisis de identidad importante tras su ascenso a Primera División. La debacle en Getafe hace un año (4-0) propició la destitución de Paco Herrera, que ya no contaba con la confianza de los directivos amarillos. Su recambio era algo absolutamente distinto en concepto.

Desde el primer entrenamiento Quique Setién lo tuvo claro: los que mejor entrenasen y más rápido entendieran el fútbol que quería sería los que jugarían. Muchos futbolistas vieron en la llegada de Setién una auténtica salvación. Por características innatas, el jugador grancanario prefiere asociarse y mantener el balón en su poder. Únicamente faltaba alguien que los colocara en su sitio y sacara lo mejor de sí.

Hoy, un año más tarde, se pueden sacar conclusiones de este Año I de Quique Setién al frente de la nave amarilla. El porcentaje de error ha disminuido de forma importante. Ha disputado un total de 38 encuentros en Primera División –hasta entonces el cántabro no había entrenador en la élite– consiguiendo 51 puntos. El pasado curso logró una segunda vuelta espectacular que le valió reconocimiento mundial a él y sus pupilos, consiguiendo la permanencia en la mejor liga del mundo con holgura y con un fútbol de alto valor. Como si fuera un sueño.

Una idea innegociable

Desde el primer momento Setién –acompañado por Eder Sarabia como segundo– dejó claro que su idea de fútbol era innegociable. Si no funcionaba, él se iría. Pero no mutaría en absoluto su forma de entender el fútbol. Llegó a decir que por talento estos futbolistas –hundidos en la tabla tras la debacle de Getafe– disfrutarían con el balón y harían grandes cosas. No falló ni un milímetro su apuesta.

Su primera rueda de prensa fue una carta de presentación y una lección táctica. Únicamente utilizaba dos sistemas: el 4-1-4-1 con dos interiores o el 4-2-3-1 con dos medioscentros posicionales. El balón sería el gran protagonista y el objetivo: hacer que 90 minutos de fútbol de la Unión Deportiva merecieran la pena para el espectador. Un sentido romántico que ha venido como anillo al dedo a la idiosincracia del futbolista de Gran Canaria.

Quique Setién en su primer entrenamiento s / CanariasEnHora.com
Quique Setién en su primer entrenamiento s / CanariasEnHora.com

Jugadores revalorizados

En este esquema los mediocampistas tienen un papel fundamental. Son los que consolidan el juego, los que dan equilibrio y los que ordenan, en defensa y en ataque. Con un juego pausado pero tremendamente efectivo –el porcentaje de éxito en los pases aumentó de forma considerable–, los amarillos fueron haciéndose con el balón partido tras partido, desde aquel estreno de Setién ante el Villarreal en el Estadio de Gran Canaria (0-0).

Los porcentajes de posesión crecían y crecían, hasta llegar a competir de forma real con grandes del fútbol español como el FC Barcelona y Real Madrid por la posesión. Sin perder el orden. Lo más interesante de la ‘revolución Setién‘ ha sido comprobar que menos es más. Antes futbolistas como Roque, Tana, Vicente o Jonathan Viera querían hacer más cosas de las estrictamente necesarias. Ahora están en la rampa de salida hacia la Selección Española. Saben lo que hacen, pero sobre todo saben lo que no tienen que hacer.

Roque se situó tras la lesión de Vicente Gómez en Mestalla como único mediocentro. Y su nivel fue extraordinario. Él solo ordenó y fue el termostato del equipo amarillo. La entrada de Jonathan Viera como interior en el perfil izquierdo dotó a los amarillos de más movilidad, presencia y criterio en el medio. Tana, en la otra posición de interior, demostró desde el primer instante que es un jugador distinto: siempre es el que más corre, nunca se cansa y su trabajo con y sin balón ha sido absolutamente indiscutible.

Vicente ha ganado protagonismo este curso teniendo la continuidad que tanto demandaba, sin perder la cualidad de llegar a área contraria desde segunda línea. Haciéndolo fácil, entendiendo el fútbol como algo sencillo, estos jugadores han aumentado sus prestaciones. Unas capacidades que tenían dentro, pero que ningún técnico había sabido entender. Setién, con su mentalidad ajedrecista, ha puesto las piezas, las ha ordenado en el tablero y ha hecho mejorar tácticamente a unos futbolistas necesitados de un maestro espiritual.

Hoy se cumple el Año I de Setién al frente del banquillo de la Unión Deportiva Las Palmas. Un año de crecimiento acorde al proceso de mejora y expansión que está experimentando la entidad grancanaria. Setién ha encontrado su sitio. Todos bendicen esta relación que muchos consideran un cambio histórico: el gran error fue abandonar en su momento los principios que mueven al fútbol en esta tierra. Y no es otro que la querencia por el balón.











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