David González enamora a la misma velocidad que desespera. Eso es algo que está en la mente de los más arraigados seguidores que, desde hace ya una década, viven las peripecias del de La Feria con una vaivén de emociones. Sergio Lobera también lo conocía, y nada más aterrizar se corrió la voz: tal vez ‘El Moco’ no sea un futbolista del agrado para el fútbol que quiere implementar el maño. Y puede que esa teoría esté empezando a coger forma.
El curso pasado el doble pivote formado por Javi Castellano y el propio González asumió la titularidad de manera innegociable desde que el equipo comenzó a carburar. Un mediapunta reconvertido a mediocentro que, no sin dificultades, supo cuajar una de sus temporadas más regulares con la elástica amarilla. Y, en estas primeras pruebas de fuego de la pretemporada, Lobera ha apostado por mantener ese eje de acento canario, pero los síntomas quizás no estén del lado del 10.
El lunes, ante el Estrella, se marchó del terreno de juego contrariado. Había perdido dos balones en zona de peligro en pocos minutos, uno de ellos por hacer una de sus estéticas bicicletas pegado a la línea de cal. La mala fortuna fue que esa jugada que propició un contraataque, se produjo a escasos metros de la severa figura de Lobera, que no se cortó a la hora de reprocharle la acción. Instantes después, Sergio Suárez le reemplazaba y, ‘El Moco’, consciente de que incumplía con las directrices de su entrenador, abandonó el terreno de juego sin saludar a su compañero. Puede que haya sido una mera anécdota de pretemporada en el que las piernas aún no responden con precisión a lo que ordena la cabeza, o puede que el virtuosismo de David González realmente no esté convenciendo a Lobera.
Para el estilo de fútbol que impera el aragonés, en el que uno de los mediocentros (en este caso el incombustible Castellano) se incrusta entre los centrales a la hora de sacar el balón para crear superioridad desde la primera línea y salir con posesión, y el otro pivote debe encargarse de distribuir lo más rápido posible para que sea el balón el que corra y no el jugador, puede que González no sea la opción idónea. La costumbre de retener el balón se convertirá en su lastre principal para esta campaña. Con el gemelo, e incluso con Tyronne, el equipo ganó en fluidez para llegar a la zona de tres cuartos. Si David no se afianza y sin refuerzos a la vista para esa demarcación, puede que pronto empiecen las dudas en torno a quién debe llevar la batuta del conjunto en este prometedor año.
por Carlos Torrent
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