¿Cojea la Unión Deportiva en la preparación psicológica?

La UD no trabaja directamente el apartado psicológico desde finales de 2007 / Carlos Díaz-Recio

Hace un mes comenzaba a rodar una Unión Deportiva con cambios aparentes en la escena. Completados seis cursos en Segunda División, el objetivo cambiaba por completo bajo directrices del propio Consejo de Administración de la entidad de Pío XII: se exigiría a los futbolistas amarillos, los cuales en numerosos casos han visto reducidos sustancialmente sus salarios, pelear por el play-off de ascenso a Primera División. Dar un salto cualitativo y cuantitativo, sintetizaban en coro desde la Dirección Deportiva.

Los deportistas de élite se ven afectados, como cualquier otra persona, por múltiples motivos que pueden minar su rendimiento y a la postre obstaculizar la consecución de los objetivos. Problemas cotidianos aparte, la lupa se centra en el rendimiento puramente deportivo.

Más allá de sistemas tácticos, de las capacidades reales de la plantilla conformada para el proyecto 2012-2013, o de la idoneidad del entrenador retumba una cuestión: ¿está suficientemente preparado el equipo en el apartado mental?

Cristiano Ronaldo admitía en fechas recientes estar triste, declaración que no encontró comprensión en los medios de comunicación ni en la opinión pública. Más allá de especulaciones, no es sino una muestra que hasta a las grandes estrellas pueden fallar emocionalmente. Son seres humanos por encima de figuras idolatradas. Los jugadores de la Unión Deportiva Las Palmas, naturalmente, también sufren estas coyunturas emocionales en distintos niveles.

¿Se trabaja el apartado psicológico en la Unión Deportiva Las Palmas? La respuesta es negativa. La última figura profesional en este ámbito en la casa amarilla fue el psicólogo Miguel Romero, apartado de sus funciones tras la llegada de Juan Manuel Rodríguez al banquillo del representativo en invierno de 2007. Sergio Lobera tampoco ha demandado cubrir la vacante, aunque reconoce ser sabedor de su importancia.

El papel del psicólogo deportivo en el conjunto amarillo surgió en la primera aventura de Juanito Rodríguez en el banquillo tras sustituir a Josip Visnjic en la temporada del ascenso a Segunda División.

«El deportista es como una silla con cuatro patas. Una de ella es la técnica-táctica, a cargo del entrenador; otra es la preparación física que está a cargo del preparador físico; una tercera es la referida al aspecto físico y salud, responsabilidad del equipo médico; y, por último, la cuarta pata se refiere a lo psicológico y debe estar a cargo del psicólogo deportivo», desliza Félix Guillén, doctor en psicología especializado en el ámbito deportivo y profesor de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. «Si falla una de las patas la silla se tambalea y acaba cayendo», indica el también presidente de la Asociación Canaria de Psicología del Deporte.

El aumento de la exigencia y la presión producen mayores probabilidades de aparición de bloqueos mentales en los futbolistas de élite. Por ello, Guillén considera que «lo razonable y coherente es trabajar la preparación psicológica» ya que es «fundamental para cualquier deportista».

Tras varias temporadas donde el futbolista de la Unión Deportiva Las Palmas pudo acostumbrarse a escalones extremadamente conformistas, el aumento de presión p0dría ser una de las causas que explicasen el indecoroso inicio de competición del conjunto dirigido por Sergio Lobera. Las principales evidencias de los citados bloqueos mentales son «la pérdida de algo de seguridad, baja su autoconfianza, aparece el nerviosismo, la confusión, no se ve claramente las cosas…», apunta el doctor Guillén. En su opinión estas situaciones son normales: «Lo inteligente es actuar con rapidez cuando eso ocurre», precisa.

Para Manuel García Morales, licenciado en psicopedagogía por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, doctorando en Psicología Deportiva y Director Deportivo por la RFEF, la relevancia del papel del psicólogo deportivo es fundamental. «La intervención psicológica incide en cuestiones claves que residen en la mente como la motivación, la confianza, la atención, la comunicación, las atribuciones de los hechos, la concentración, el control emocional, la relajación… y que forman parte del universo de la competición deportiva, tanto como los condicionantes físicos», explica, dando una particular visión: «En un equipo de fútbol hay veintidós pies y eso implica que también hay once cabezas. En el fútbol se juega con los pies y, sobre todo, con la cabeza», enfatiza García.

Para García, la presión que puedan sufrir los futbolistas, tanto de su entorno como del Club no es definitiva si está correctamente canalizada. «La presión no tiene por qué interferir negativamente en el rendimiento. La presión nos puede activar o nos puede bloquear todo va a depender de la capacidad de control que tengamos sobre ella», explica.

Puntos en juego 

«No estar fuerte mentalmente significa fallar un gol, ser expulsado o no llegar a un balón y eso se traduce en pérdidas de puntos y partidos, y, por tanto, en fracaso de un proyecto», subraya Félix Guillén, quién considera que en el deporte de élite «y concretamente en el fútbol los deportistas no se pueden permitir el lujo de esas frivolidades», explica en referencia a no tener apoyo o asesoramiento psicológico para pasar de un escenario de exigencia a otro más elevado.

Muchos futbolistas sobresalen en categorías inferiores pero, al llegar al primer equipo, la misión les parece inabordable. Para Guillén este extremo se solucionaría con la preparación mental desde la base: «Se puede hacer trabajando desde las categorías inferiores para cuando sean mayores estén mejor preparados psicológicamente. Prácticamente todos los grandes clubes tienen equipos de psicólogos para trabajar en las bases», citando el ejemplo del Sevilla Fútbol Club, quien dispone de un equipo de psicólogos de hasta ocho profesionales para sus categorías inferiores.

Manuel García, por su parte, apunta una consideración: plantear los problemas desde una actitud favorecedora. «Está demostrado que el rendimiento es mayor cuando tenemos expectativas y actitudes  positivas. Y un equipo que ve lejos llega alto», esgrime, explicando que debe centrarse el trabajo psicológico desde «una perspectiva global».

Necesidad de agradar

Una de las características de la plantilla de la Unión Deportiva es el numeroso producto nacido en Gran Canaria. Ello podría incubar un problema que sumado al aumento de las expectativas podría degenerar el rendimiento del futbolista grancanario. Es la presión del ambiente, la necesidad imperiosa de agradar. Manuel García afirma que es un sentimiento «inherente» a todo ser humano mientras haya control.

«La posible ansiedad ante la presión social, como todo síntoma de ansiedad, es una respuesta adaptativa, pero tener un nivel mínimo de ansiedad nos puede ayudar a mejorar el rendimiento porque nos lleva a concentrarnos y nos obliga a sacar nuestras aptitudes al máximo», esgrime García. «Sentir presión y que esta nos genere ansiedad es normal, lo que hay que aprender a controlarla. Conocer, estimular y apoyar los procesos adaptativos forman parte del asesoramiento y la intervención propia de cualquier planificación de un psicólogo o psicopedagogo deportivo», señala.

 

EL ÚLTIMO CASO DE ÉXITO

Rubén Castro se abraza a Patricia Ramírez tras un tanto del isletero / number1sport.es (Fran Vega)

Patricia Ramírez, una canaria afincada en Andalucía, es el último gran nombre que ha surgido en el mundo de la psicología deportiva. Conocida por su trabajo en el Real Betis de Pepe Mel y otros conjuntos, es una  voz autorizada habitual en sus dominios en los medios de comunicación de España.

Rubén Castro, ex amarillo y actual jugador del Betis, reconoció la importancia de su trabajo psicológico para recuperar su confianza en su juego y talento. La pasada campaña el de La Isleta tocó con fuerzas las puertas de la Selección Española en un final de campeonato espléndido.

No siempre es considerado un papel importante, sobre todo por los entrenadores. Muchos se creen capacitados para acaparar esa labor, como es el caso de José Mourinho con el Real Madrid, quien no emplea a nadie en esa faceta.

 

 











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