Son muchas las causas que explican la mejoría de la Unión Deportiva Las Palmas en las últimas jornadas. Parafraseando a Sergio Lobera, seis victorias consecutivas no puede ser cuestión de casualidad. Como tampoco lo era el titubeante inicio tras la lejana victoria en Santander. Ahora, los amarillos se exhiben con la confianza del que liga todos los sábados en la pista de baile únicamente haciendo valer su presencia. Ya no se lanzan a la desesperada: con serenidad apoyan su codo en la barra y dejan que todo fluya mientras un Old Fashioned acaricia sus gargantas. La inercia positiva.
Existen ciertas sociedades que se han reinventado dentro del colectivo las cuales han favorecido al crecimiento global. Una de ellas es la sellada por Deivid y Murillo. Conforman una pareja solvente, transmiten seguridad al resto de compañeros y resultan, incluso, brillantes en algunos lances. Todo ello a pesar de su insultante edad —23 y 20 años, respectivamente— que demuestra que los futbolistas no mejoran sus condiciones exclusivamente con la experiencia. Los buenos jugadores lo son, o no lo son.
La otra, más esperada y reconocida por el respetable, es la formada por Nauzet Alemán y Momo. Ambos parecen conjurados para liderar a esta Unión Deportiva Las Palmas. Desde el partido de Copa del Rey ante el Racing han aumentado considerablemente su kilometraje, mostrándose sacrificados y solidarios con el resto de compañeros. Se entienden desde hace bastantes cursos, pero la ausencia de trato se hizo notoria en las primeras fechas. Ante el Hércules plasmaron un tanto que deja a las claras su compenetración: recuperación, asistencia entre numerosos rivales y gol. No importa el orden, multiplicaran la frecuencia de la escena.
Estas dos microsociedades —por definirlas de alguna manera—, apoyadas por el papel insustituible de Javi Castellano y Javi Guerrero, explican el despegue esperanzador de las últimas fechas. No resulta atrevido afirmar que el grupo seguirá evolucionando en las próximas citas dada la confianza individual de cada futbolista. Solo queda la duda de la gestión del conformismo por parte de Sergio Lobera. Hacer entender a los jugadores que la ambición no entiende de límites sería un perfecto inicio para conseguir el éxito deportivo.
por Miguel Hernández
@mhernandez
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