Thievy hace del tótum revolútum una virtud



CAÓTICO. Thievy hace de la revolución una virtud. En cómputos globales, siempre termina siendo determinante / Samuel Sánchez (udlaspalmas.net)

Por la izquierda, por la derecha, por el centro. Thievy Bifouma (París, 13 de mayo de 1992) es imprevisible hasta en sus gestos. En ocasiones la jugada no exige una dedicación especial y derrocha su físico en buscar el balón, en otras, más claras, prefiere mantenerse al margen cuando desde la grada avivan su galopar. Egoísta y solidario al azar. La actitud anárquica de Thievy, lejos de ser un trauma, es una fuente de riqueza inagotable para el ataque del conjunto de Sergio Lobera. Hoy no vio portería, pero asistió a Nauzet en el segundo tanto. Siempre ofrece réditos.

El delantero parisino cedido por el Real Club Deportivo Espanyol se puso las botas ante la oxidada defensa del Huesca. Con su aceleración y velocidad punta parecía un Fórmula1 ante unos desgastados Seat 600. La locomotora Thievy, por difícil que se tornara la empresa, siempre llegó al balón antes que sus rivales. Fue un auténtico quebradero de cabeza, incluso para sus propios compañeros. El tótum revolútum que genera el francés hace complicada la lectura de sus movimientos. Son tan rápidos que adivinar sus intenciones se convierte en una quimera. Javi Guerrero acumula experiencias. El galo genera una ocasión, busca al madrileño en el área y nunca logran conectar. El día que sincronicen sus pensamientos caerá Roma.

Thievy concluyó el partido jurando en arameo, cabreado con el mundo, particularmente con Vitolo —con el resultado holgado ambos buscaron con insistencia su minuto de gloria— y desdichado por no encontrar la portería de Luis García. Lo intentó de todas maneras, pero es su debe: de tener el olfato goleador de un killer, Thievy sería un futbolista para un conjunto europeo. En la Unión Deportiva Las Palmas evoluciona en su propia anarquía, ésa que se cree negativa pero que ilumina el paso de los amarillos hacia lo más alto.