Sergio Lobera no ha dejado indiferente a nadie desde un principio. La Unión Deportiva Las Palmas tenía multitud de ofrecimientos por parte de entrenadores para dirigir la nave amarilla, pero en una tarde de domingo, la entidad de Pío XII sorprendió con la incorporación de un técnico sin experiencia en el fútbol profesional aunque con un currículum que hacía pensar que podría deparar un buen futuro. Hoy, se cumplen seis meses desde su nombramiento.

Su pasado por Can Barça ilusionaba a muchos. De hecho, se esperaba que quisiera plasmar el ‘sello blaugrana’ en la casa amarilla y eso intentó, con matices, durante sus primeros meses. Desde que el equipo arribó en Maspalomas en el periodo de pretemporada, el técnico aragonés no dejó nunca el balón de lado para inculcar a los jugadores un estilo con el que querían marcar las diferencias.
En lo que se refiere a un sistema defensivo, Sergio Lobera no intentó ser novedoso, pero en ataque ya se veía que el maño no se había olvidado de su pasado por La Masía. Los centrales se abrían, el mediocentro defensivo (Deivid) pasaba a ser tercer central para sacar la pelota mientras que los laterales subían como si de extremos se trataran. Mientras, los interiores tenían que llevar la magia y Chrisantus marcar los goles.
Obviando los resultados de una pretemporada sin casi nivel competitivo, el sistema se afianzaba cuando Las Palmas asaltó El Sardinero (0-1). La afición se ilusionó al ver a un equipo que dominaba a un recién descendido de Primera División y pensaba que los quince minutos que los amarillos sufrieron al final del partido eran simplemente fruto del cansancio y del escaso rodaje.

En casa, ante el Lugo (1-1), llegó el primer revés y a partir de ahí una cuesta hacia abajo que pudo derivar en la destitución del propio Sergio Lobera. El sistema y el juego era el mismo pero a la Unión Deportiva le faltaba gol y en defensa encajaba goles con demasiada facilidad. De hecho, había cierto temor a los minutos iniciales ya que varios equipos se adelantaron en el marcador antes de los diez minutos. Era llegar al área amarilla y cantar el primero. Un mal endémico que arrastró a Paco Jémez, otro entrenador en el que se compara la trayectoria de Lobera: los goles encajados oscurecieron un ataque brillante. Lobera, en su discurso, intensificó desde la dolorosa derrota ante el Girona (5-0) la utilización de un concepto. Equilibrio.
A un palmo de ser despedido
En la novena jornada la Unión Deportiva Las Palmas disponía en su casillero de la escalofriante cifra de seis puntos. Sergio Loberapudo salir despedido de la entidad de Pío XII tras la derrota ante el Real Madrid Castilla (3-2), pero el Consejo de Administración del representativo decidió darle una última oportunidad. Sería la propia afición amarilla quien se expresaría en el plebiscito en el encuentro de Copa del Rey ante el Racing de Santander. Los escasos 3.000 seguidores que presenciaron el inicio de la racha positiva amarilla —que aún perdura— mostraron su apoyo a Sergio Lobera, y para amplificarlo, pidieron la dimisión de Juanito, asesor de Miguel Ángel Ramírez. Los irreductibles seguidores amarillos eligieron un bando. Eligieron confiar en Sergio Lobera.

A partir de ahí, todo cambió. Sergio Lobera decidió ajustar su sistema de juego y cambiar varias piezas. Nauzet Alemán se ocuparía del centro de creación ante la ausencia de David González, y los laterales tendrían nuevos inquilinos. El nivel ofrecido por Pignol y Corrales no era el deseado, como se alertó por varios estamentos desde pretemporada, y se le dio la alternativa a David García y Dani Castellano. El equipo, defendiendo quince metros más atrás, tenía nueva consigna: esperar el fallo del contrario para matar al contragolpe. La velocidad en ataque de hombres como Thievy, Momo o Vitolo sería definitiva. Solo había que confiar. Y presionar como jabatos.
En Guadalajara los amarillos evidenciaron que con trabajo, sacrificio y mucho sudor cualquier cosa es posible. Remontaron y se llevaron tres puntos de oro. Sumada a la victoria ante el Sabadell los amarillos empezaron a despegar. Ponferradina, Rayo Vallecano, Hércules, Xerez, Córdoba, Huesca, Betis y Recreativo de Huelva. Lo sabido hasta la fecha. Trece citas consecutivas sin conocer la derrota. Algo más que una mera anécdota.
Lobera ha sabido tener cintura para modificar su idea inicial. Pero ello no ha supuesto una variación de su discurso. Plantea los objetivos día a día, generaliza en el grupo antes de individualizar y transmite valores positivos tanto a sus jugadores como al entorno del Club. Sergio Lobera ha cambiado las sensaciones de una entidad que repetía amargamente errores curso tras curso para situar a la Unión Deportiva en el mapa del fútbol nacional. Ha dado pequeños pasos en un camino con curvas y angosto. La distancia hacia el objetivo final todavía es amplia. Muchas plazas que torear y crisis que superar. Sin embargo, las directrices del proyecto, por su seriedad y posibilidad de crecimiento, invitan a soñar.
por Javier Marrero y Miguel Hernández