Ríos amarillos por el barrio de Siete Palmas a causa de los 24.000 aficionados que se daría en el estadio. Sol en lo alto. Tres partidos consecutivos venciendo. Desde octubre sin perder en casa y una sensación de poder comerse el mundo y mojar con pan la salsa ¿Quién puede dar más? Pues el Guadalajara.
Esperaba una UD que saliera a marcar el tercer gol antes que los dos primeros, de eso ya se encargaría el público. Sin embargo esas personas que iban de violeta no pensaban lo mismo y vaya si lograron fastidiar la tarde a 24.000 personas. Egoístas que olvidan que la felicidad está en hacer felices a los que tienes al lado. Aunque con las pistas de atletismo tampoco es que estuviera muy al lado la afición.
No cabe duda que esta UD luce al galope como los jinetes de Rohan con Vitolo y Thievy a la vanguardia con Nauzet , Hernán y Momo golpeando los tambores de guerra. Cuando los amarillos corren y los contrarios ladran tras ellos las sensaciones son buenas. Pero para que eso ocurra suelen que darse una de las siguiente condiciones: A) un rival que tutee con la pelota en el campo de la UD dejando espacios tras el esférico. B) que Las Palmas sorprenda con un chispazo ante un equipo que espera atrás. Una vez se cumple uno de esos escenarios suena la Obertura Guillermo Tell, la banda sonora de esta temporada y toca perseguir la puesta de Sol a lomos de uno de los caballos.
Sin embargo el Guadalajara tuteó y dominó desde el juego posicional, sin necesidad de pelota, manteniendo además alejado de su área a los locales y dejándolos sin desiertos hacia los que cabalgar. Durante la primera parte lograron parar a los amarillos y el reflejo es que cuando eso pasa el juego ofensivo de la UD toma cierta forma de donut pudiendo ser un problema cuando tres de los cuatro que juegan por fuera lo hacen a pie cambiado. Aunque es cierto que en el partido de hoy esa circunstancia rosquillera fue mucho menos flagrante que el día que el Alcorcón visitó la isla.
Sin avasallar con el esférico los visitantes lograron diez saques de esquina en la primera parte. Uno cada cuatro minutos y medio, menos mal que no dispusieron de un Jan Koller. A pesar de ello la UD pudo tener ese minuto gloria, ese chispazo que decíamos antes, con una jugada de Tato y posterior pase al área que no encontró rematador y otra de Vitolo que tapó muy bien Razak. Esos fueron los únicos momentos en los que Las Palmas se reconoció a lo largo de los primeros 45 minutos. Aunque tampoco fueran clamorosas situaciones de gol servían para twittear que al menos estaban ahí aunque no se les viese, esperando a dar un zarpazo. No obstante los alcarreños seguían inhibiendo las señales de juego amarillos, ganando los rebotes, tapándolo todo, llegando las décimas de segundo correctas al milímetro correcto como un reloj suizo con GPS incluido.
La segunda parte comenzó distinta, el descanso parecía haber sentado de maravilla a la UD. En un minuto se había jugado con mayor intensidad y precisión que en toda la primera parte, incluso Thievy tuvo una oportunidad. Pero el fútbol guardaba para la siguiente jugada un gol en la otra portería, en lo que sería la última de peligro de los alcarreños. Paradójico, a quien a hierro hoy moría, a hierro ayer mataba. El tanto del empate pudo haber llegado tras las varias ocasiones que dispusieron los amarillos, en alguno de los cabezazos de Chrisantus, en algún tiro de Vitolo, o en la más clara, la de Thievy a pase de Nauzet. Pero lo que la semana iba al centímetro adecuado esta semana se iba un metro. Debe ser cosa de los terremotos del Hierro o de la propia naturaleza del balompié.
Puede ser efecto del Sol que me dio en la cabeza, de la canción de The Clash que escucho en el instante en el que escribo o que servidor ganó el sorteo del Euromillón, pero he de reconocer que no salí del estadio cariacontecido. Aunque probablemente sea por el orden de factores que se dio durante el partido, plomiza primera parte, mejoría y casta en el segunda, porque los once que salieron de titulares la tarde del sábado fueron los mismos que ganaron hace una semana 0-4 en Sabadell, porque el Moco vuelve a ser una opción para desatascar y porque Javi Guerrero puede volver ser el factor X. #Yosigosoñando.
por Néstor Cebrián
@NestorCebrian
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