Poco que se le puede achacar a la UD Las Palmas de los últimos meses. Una vez dejado a un lado el debate sobre los encuentros fuera de casa, con las victorias en Almería y Sabadell, el equipo se ha conjurado para, por lo menos intentar, el ascenso a Primera por la vía rápida. No hay que meterse más presión de la necesaria. La derrota ante el Guadalajara no puede dejar que la ilusión se difumine. Es un tropiezo, simplemente eso. La realidad es que el equipo amarillo sigue en play-off y a sólo cinco puntos de la zona noble.
Quedan diez partidos de liga. Quedan treinta puntos. Seis partidos fuera y cuatro en casa. Queda visitar Ponferrada, Jerez, Córdoba, Huesca, Anduva y terminar la liga en Murcia. Queda que viaje a Gran Canaria el Hércules —volverá a ser Día del Abonado—, el Sporting, el Recre y el Numancia. Es decir, queda mucha liga, demasiada diría yo.
Para lo bueno y para lo malo, Las Palmas tiene diez partidos importantes. Puede acabar nadando para morir en la orilla o acabar en Murcia pidiendo la hora para llega a colarse en los play-off. Puede ascender en junio, en julio o directamente no subir. Todo puede pasar, simplemente porque todavía quedan diez partidos en una liga en la que nada está decidido. No se ascenderá en Ponferrada o se perderá el año si se pierde en El Toralín.
Lo que queda es un largo camino. El club ha vuelto a demostrar, volviendo a declarar ante el Hércules el día del abonado, que quiere que la afición sea el motor del equipo. Llevábamos mucho tiempo pidiendo medidas como esta.
Hay que exigir a una de las plantillas más completas de Segunda, pero teniendo los pies en el suelo. El Elche, el Almería, el Villarreal y el Alcorcón son ahora los favoritos, pero hasta el final serán muchos los equipos que tendrán en su mano el sueño de ascender. Las Palmas, sin lugar a dudas, es uno de ellos.
por Jesús Izquierdo
@jesus_izdo
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