«Ha sido una sensación rara, he tenido recuerdos muy bonitos». Así analizaba Juan Carlos Valerón el partido de su regreso a Riazor en los micrófonos de Canal Plus a la conclusión del choque. El Flaco regresaba a la que fue su casa durante trece años defendiendo la camiseta del club de su tierra y con el objetivo de lograr la victoria para su equipo. Y así fue.

Expectación en el aeropuerto, en el hotel, en su llegada al estadio y durante el transcurso del juego. Todos los ojos estaban puestos en Juan Carlos Valerón esta jornada y, sin embargo, la presión que sentiría cualquier profesional ante tal acoso mediático, no causó mella en el mediapunta de Arguineguín. Con la normalidad que siempre le ha representado, Valerón asumió las circunstancias del entorno que le rodeaban y se dedicó a actuar sobre el césped, donde fue determinante.
Era vital vencer en Riazor para que la Unión Deportiva no se alejase de la cabeza. Una victoria del Deportivo habría alejado a los gallegos a ocho puntos de los canarios pero finalmente los tres puntos viajan a Gran Canaria, lo que provoca que los de Lobera se sitúen sólo a dos del Dépor.
Y en esa victoria, Valerón tuvo un papel fundamental. El primer gol de Las Palmas llegó de penalti. Un penalti que llegaba a la postre de otra pena máxima que el colegiado había señalado a favor del conjunto coruñés y que había transformado Luis Fernández. Esa acción que acabaría con Chrisantus siendo derribado por Insua dentro del área, había sido iniciada, como no, por el veintiuno, quien antes ya había dejado destellos de esa calidad que tan bien conocen en Galicia, con un taconazo que obligó a más de uno a levantarse de su asiento.
Estaba como en casa, cómodo en un césped que conocía a la perfección, como si los años no hubiesen pasado por su cuerpo. El mismo cuerpo que se movía de un lado para otro en tres cuartos de campo obligando al joven Teles y a Juan Domínguez a realizar una persecución continua. Participó también en el segundo tanto de los insulares, el de la victoria. Una asistencia suya de cabeza en la frontal del área pequeña, ese lugar donde muchos pierden los nervios, sirvió para que Chrisantus fusilara a Germán Lux, quien desvió con su cuerpo el esférico. No obstante, apareció Aythami Artiles, otro de los que volvía a la que fue su casa, para marcar el gol de triunfo, en una especie de justicia poética, ante una afición que en muchas ocasiones le recriminó su rendimiento.
No salió sustituido del terreno de juego pero igualmente se llevó una ovación. Lo hizo cuando su nombre fue anunciado en el videomarcador de Riazor, siendo el último jugador en ser nombrado en un claro guiño del encargado de la megafonía a su figura. Valerón jugó como si lo hiciese de local. Jugó como en casa.