Hace exactamente un año la Unión Deportiva Las Palmas caía de forma dolorosa en la vuelta de la primera eliminatoria por el ascenso a Primera División en Almería. Tras el pitido final los futbolistas amarillos se derrumbaron sobre el césped del Juegos del Mediterráneo, sabedores de la gran ilusión que movía tan magno objetivo para sus seguidores. Las Palmas visita El Molinón este domingo con la lección aprendida y la esperanza de convertir las lágrimas de tristeza en lágrimas de alegría.
Las imágenes hablan por sí solas. Tras el término del encuentro ante el Almería —los rojiblancos vencieron 2-1 en el partido de vuelta, haciendo bueno el 1-1 de la ida en el Estadio de Gran Canaria— los jugadores amarillos se derrumbaron. Vieron a los aficionados grancanarios en la grada, toda la ilusión que habían despertado y la desolación les embargó. Fueron lágrimas de dolor por no corresponder a una isla tras un gran partido ante el conjunto que finalmente ascendería a Primera División.
La Unión Deportiva Las Palmas fue superior aquel día, encontró premio a su esfuerzo con el empate de Chrisantus en el último minuto y salió a por todas en la prórroga, sabedor que el empate clasificaba al Almería, mejor posicionado en liga regular que los amarillos. El tanto de Charles de penalti no servía de nada: Las Palmas seguía necesitando un gol que no llegó. Jugadores como Deivid, Nauzet Alemán o Vicente Gómez, entre otros, rompieron a llorar con el pitido final del árbitro. No existió consuelo para los amarillos.
Ahora, con la lección aprendida y ciertos ánimos de convertir esas lágrimas de tristeza en lágrimas de alegría, afronta la Unión Deportiva Las Palmas su reto más ambicioso: eliminar al Sporting de Gijón este domingo en El Molinón, un recinto que será una olla a presión. El 1-0 de la ida da una corta ventaja a los grancanarios que manejan el sufrimiento como un argumento a gestionar.