OPINIÓN | Hace exactamente doce años la Unión Deportiva Las Palmas abandonaba su hogar en una noche negra en Anoeta. Desde entonces ha deambulado y peleado, con sus más y menos, en escalones muy lejanos a los que nuestros padres y abuelos estaban acostumbrados. Siempre he admirado a nuestros mayores que nos relatan cuando tienen ocasión, con pasión y cierta nostalgia, las páginas doradas del equipo amarillo. Pero por dentro pienso, éstos no saben lo que es bailar con la más fea. Por aquel entonces ser de la Unión Deportiva Las Palmas era cool. En esta última década ha sido más bien un fenómeno clandestino. Como una tribu venida del extrarradio, ustedes me entienden.
Hay una generación de héroes anónimos, jóvenes que no llegan a la treintena, que son de la Unión Deportiva Las Palmas por dios sabe qué. Seguramente les veas por la calle, ataviados con su camiseta y bufanda amarilla, les preguntes por qué son de su equipo y no sepan contestar. Lo son y punto. No te van a contar que se enamoraron al ver jugar a Castellano, Germán Dévora, Guedes o Tonono, o la era de los argentinos con Brindisi, Carnevali o Morete. O que se desplazaron a Madrid a ver la final de Copa del Rey ante el Barcelona en el 78. Nada de eso.
Te contarán historietas para no dormir: de cómo peleamos por el equipo de nuestros padres en 2004, de Juan José Cobo Plana y los momentos más duros de la etapa concursal, de la deuda que aún nos acompaña, del descenso a Segunda B, de la peor temporada en la categoría de bronce, del gol de Marcos Márquez antes el Linares… En definitiva, de la historia reciente. Algo turbia, por qué no decirlo, pero que ha tejido el ADN del futuro de la masa social del club. La quinta de los sufridores.
Todos esos años de penurias se resumen en una semana de pasión. En siete días de acontecimientos irracionales, como que 25.000 entradas se vendan en 48 horas, como que no se hable de otra cosa que no sea el posible ascenso de la Unión Deportiva por las calles y cafeterías, dejando atrás toda la parafernalia marketiana del Madrid, Barcelona, Champions y Botas de Oro. Llegó el momento soñado. Es el momento de regresar a Primera y entregarles la gloria a esos héroes anónimos que sentirán, quién sabe si por primera vez, lo que significa el orgullo por sus colores.
[box size=»large»]por Miguel Hernández | Director de udlaspalmas.net
@mhernandez
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