OPINIÓN | Canariedad, estado de ánimo, gol, entrenadores, afición, círculo central y clasificación. Ésas son las siete diferencias del derbi canario para Yendy Hernández, periodista de Onda Cero Tenerife.
1.- Canariedad. El once de Las Palmas es un delicioso puchero con productos de la tierra. Solo “El Chino” Araujo escapa al DNI canario. Quizá por poco tiempo. El presidente amarillo Miguel Ángel Ramírez pretende bautizarlo como vecino de Telde a partir de diciembre. El Tenerife construyó un dique al fluir de canteranos este año. Ahora bien, los guantes de Roberto Gutiérrez (inesperadamente añorado) dan folklore a los blanquiazules. Bien es sabido que Las Palmas mima a su cantera como los Jameos del Agua cuidan de su cangrejo endémico. Templando la temperatura del agua, atenuando la luz y aislando ruidos. Evitando lanzar monedas al agua. Abrir la puerta del despacho de cantera del Tenerife significa escuchar el vacío. Tanta atención como la que precisa en invierno el despoblado caserío de Pedro Barba en la Graciosa. Ninguna.
2.-Estado de ánimo. La euforia grancanaria provoca que, en estas calmas de septiembre, hasta el relieve de la isla parezca más nítido y cercano desde la costa tinerfeña. Los resultados de la terapia de hipnosis para el olvido de La Tragedia de Siete Palmas han sido eficaces. Inmediatos. No obstante, el cuate Uli Dávila viene de marcar en Valladolid en el minuto 92. Caprichos del destino para un Tenerife que vive momentos depresivos. No se escucha un chiste desde la pretemporada en Barlovento. El vestuario blanquiazul es una tarde nublada en Garafía, a la espalda de La Palma. En la caseta amarilla ameniza a diario Manolo Vieira.
3.- Gol. Las Palmas ha tocado diana en todas las jornadas. Araujo los marca en cantidades industriales. Con las orejas, las uñas, las pestañas. Ese momento en la vida de todo delantero donde resulta indiferente el método, pues el balón indefectiblemente acabará dentro. En ataque, hoy por hoy, el Tenerife conduce un 600. Ayoze Pérez, el descapotable, marchó al exilio. La lesión de Ifrán es una condena. Aridane recibe injustamente las bofetadas de la afición. En suma, mientras Las Palmas disfraza a Araujo de Lagarto Gigante de El Hierro, los caminos hacia el gol del Tenerife están precitados por obras. Como la carretera de Teno.
4.-Entrenadores. El mestizaje del catalán Paco Herrera entre el paisaje grancanario parece idílico. Incluso la hojarasca de su voz disfónica parece más dulce. Su mensaje suena melódico entre las paredes amarillas. La ruta marcada por el recién llegado Herrera difiere de la deriva de Cervera en su tercer año. El técnico del Tenerife admite que su equipo está peor que el curso pasado. Álvaro está más huraño, incluso amaga con dejarse la barba. En resumidas cuentas, Paco Herrera luce fresco como el Parque Nacional de Garajonay cada mañana. A Cervera se le hunden los pies entre las Dunas de Corralejo.
5.- Afición. Juntos tras el dolor, Las Palmas suma 14.700 abonados. La afición, sedienta de alegría, durmió al raso de Siete Palmas haciendo cola para comprar la entrada del Derbi. Con la única preocupación de conseguir hielo para tomar una copa y brindar mientras se acurrucaba en su manta. La preocupación de los fieles tinerfeños no es única. El equipo es un erial y los pitos son hilo musical. En el amanecer de la liga, la afición amarilla salta como jóvenes en un concierto de Ray Castellano. La hinchada tinerfeña permanece estática, como Los Menceyes que custodian la Basílica de Candelaria. Hieráticos, pero con una fuerza incontenible en su interior esperando ser desatada.
6.- Círculo central. Escenario donde hervirá el partido. Las Palmas irrumpe con la simetría de Hernán, Javi Castellano y Roque. Mano de obra incansable en los andamios para permitir el vuelo de Nauzet, Momo y Araujo. Ahora bien, si Ricardo León encuentra el sitio en el Tenerife, no habrá perro que le ladre. El tinerfeño, inconmensurable en los últimos derbis, es el más instruido para liderar el juego. Puede que el Tenerife iguale fichas y vista con trivote. Aitor Sanz y Vitolo se elevarían como las fieras míticas de la Isla de Lobos. A su vera, Ricardo disfrutaría con la paleta del pintor de Tacoronte Óscar Domínguez. Deleitando con su brocha surrealista e ingeniosa. El centro del campo del Tenerife amenaza con dejar a los medios amarillos como los muflones en Canarias. Se sabrá que existen pero nadie logrará verlos.
7.- Clasificación. La última diferencia es la más sutil. La más insustancial. Tanto es así que sufrirá cambios durante el partido. El Tenerife juega en el Heliodoro. No es lugar para esconderse. Lejos de Gran Canaria, Las Palmas ha sido salpicada con agua bendita. Suerte en Mallorca y Santander. Los amarillos, más amarillos que nunca, casi fluorescentes, vuelven a suelo tinerfeño. Están en el piso más alto de la vegetación. Donde solo habita ella: la Violeta del Teide. El Tenerife empieza el partido desde entre tabaibas y cardones, cerca del mar del descenso. Llega el Derbi Canario.
Ese que al finalizar puede trasladar toda la grandeza y toda la miseria de una acera a la otra. Ese que da la vuelta a las diferencias en solo 90 minutos. Ese donde el primero puede parecer el último.
[box size=»large»]por Yendy Hernández
@Yendy_Hernández
Periodista de Onda Cero Tenerife
[/box]