Jonathan Viera renace en el momento justo

Jonathan Viera mide a Hervás en una acción del choque / Toño Suárez (udlaspalmas.net)

CONTRACRÓNICA | Llegó en el mercado de invierno como fichaje estrella para la segunda vuelta, con unas expectativas a la altura del nivel que se le presume a un jugador de Primera División, y con el recuerdo, aún latente, en la mente de los aficionados de aquel futbolista que se gestó en la cantera, que maduró en el club y que fue creciendo con el paso de los partidos hasta convertirse en el ídolo de la grada. Sin embargo, su desempeño hasta el momento en la temporada del regreso al equipo de su tierra estaba siendo bastante discreto.

La falta de ritmo competitivo, la falta de confianza y las lesiones sufridas estaban lastrando a Jonathan Viera en la que debía ser la segunda mitad de temporada que certificase el ascenso de la Unión Deportiva después de acabar la primera como campeón de invierno. Por contra, el otro futbolista que también fue incorporado en el mercado de invierno, Alfredo Ortuño, sí estaba siendo capaz de ganar protagonismo en el juego del equipo con el devenir de las semanas hasta hacer con un hueco definitivo en el once titular.

Caprichoso el destino, la sustitución que resultó determinante para que Las Palmas venciese su decisivo encuentro de este fin de semana ante el Sabadell tenía como protagonistas a estos dos hombres. El ariete murciano, desaparecido y desacertado durante el primer acto, dejaba su sitio a Viera en el descanso para que el mediapunta grancanario contase con cuarenta y cinco minutos jugando en su posición natural, justo por detrás de Sergio Araujo.

Su ingreso al terreno de juego vino acompañado de un cambio de posiciones del resto de futbolistas que ya estaban sobre el césped. Valerón retrasó su demarcación hasta el mediocentro, dejando la zona de tres cuartos al de La Feria, mientras que Roque y Culio ocuparon las bandas de manera permanente y evitaron desplazarse de manera continuada hacia el centro de la cancha, como sí hicieron en la primera parte.

Viera, consciente de que su impacto en la escuadra insular no ha sido el esperado por todos, ha reconocido públicamente en varias ocasiones ser consciente de que su mejor nivel aún estaba por llegar. No obstante, la personalidad y el atrevimiento nunca lo ha perdido pese a que la suerte no le acompañaba, y esas acciones que en otros choques terminaban con pérdidas se tradujeron en brillantez este sábado ante los arlequinados.

Prueba de esas ganas de agradar que tiene Jonathan es la apropiación de la pelota que hizo cuando el colegiado señaló una falta favorable a la Unión Deportiva en la frontal del área. Agarró la pelota y no la soltó hasta que estuvo seguro de que él iba a ser el lanzador. La consecuencia: un golpeo perfecto que coló el esférico por la escuadra de la portería defendida por Nauzet Pérez.

Ya liberado de la presión, se dedicó a desplegar su mejor fútbol en los momentos en los que su equipo más lo necesitaba. Cuando el Sabadell creció en el partido, él fue el único que contó con la pausa y la claridad necesaria para enarbolar ocasiones de peligro para los amarillos. Hizo una doble pared de cabeza con Araujo que casi termina en gol del argentino y, posteriormente, hizo lo propio con Momo aunque con el balón a ras de hierba. En ambas oportunidades, el arquero rival evitó el tanto grancanario pero la sensación de peligro siempre estaba ahí cuando el veinte se adueñaba de la redonda.

En un momento crucial de la temporada en el que Las Palmas se ha convertido en un cazador cuya presa es una segunda plaza que sigue a cinco puntos de distancia, Jonathan Viera ha demostrado que aún no ha dicho su última palabra y que todavía tiene mucho que aportar. Con la plaga de lesiones que sufre el combinado – Roque se retiró del terreno de juego, mientras que Ángel, Nauzet y Javi Castellano están en la enfermería – recuperar a un jugador como éste para este tramo final de campeonato es una buena nueva que se recibe como caída del cielo.











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