La dulce venganza de Jonathan Viera



CONTRACRÓNICA | El mejor futbolista del mejor partido de la temporada de la Unión Deportiva Las Palmas en Primera División. Jonathan Viera vivía este sábado en Mestalla un partido especial para él por todo lo contextual que llevaba consigo su regreso a un estadio en el que nunca pudo mostrar todo su fútbol como valencianista. Vestido de amarillo y erigido como líder de la nave amarilla en su retorno a la élite, el de La Feria saldó una deuda realizando una actuación memorable.

Desde el principio de la semana Jonathan sabía que esta no iba a ser una semana más en el calendario del curso. Su pasado como jugador del Valencia invitaba a toda la prensa a señalarle como el hombre al que acudir para analizar el partido, al que preguntarle si celebraría un gol en la capital del Turia y a si existía rencor por su poca gracia durante su etapa allí. El jugador, como siempre, se mostró natural ante todas estas cuestiones y esperó para hablar donde siempre lo hace: sobre el césped.

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Jonathan Viera fue el mejor en Mestalla / Foto: LFP.

Después del triunfo ante la Real Sociedad, Las Palmas llegaba a Mestalla llena de moral y viéndose capaz de plantar cara a un Valencia con un ambiente enrarecido y con una grada enfrentada a su entrenador, Nuno. Un técnico que fue el que decidió que Jonathan se buscase una salida en el verano de 2014 ya que no contaba con él entre sus planes. Quizá por un capricho del destino, es posible que la actuación del mediapunta grancanario en la plaza valencianista sea determinante para que el entrenador portugués sea cesado de su cargo esta semana.


Jonathan Viera fue el mejor de Las Palmas pero es que el equipo grancanario fue muy superior al Valencia en su propia casa. Alcácer adelantó pronto a los locales pero desde entonces el partido fue un auténtico monólogo de la Unión Deportiva con el dorsal veinte como principal protagonista. Volvió loco a Cancelo durante la primera mitad, se iba del lateral portugués cada vez que le encaraba, intentó probar suerte con un libre directo y repartió asistencias por doquier a sus compañeros.

Si su primera parte fue destacada, en la segunda se coronó. Siguió inquietando a su defensor hasta que le sacó la amonestación, lo volvió a intentar desde la frontal en una falta directa y, finalmente, obtuvo el premio que tanto buscó en forma de gol tras asistencia de Tana. Cumplió lo prometido, no lo celebró de manera ostentosa ante la que fue su afición. Sin embargo, en sus adentros seguro que tuvo un sentimiento especial, un alivio personal que sólo se produce cuando se siente saciado. La silenciosa sed de venganza de Jonathan se consumó en Mestalla. Una venganza dulce y merecida.