El joven atacante del Granada ha entrado en el primer equipo como un cohete y su irrupción es una de las pocas buenas noticias del conjunto nazarí en la primera vuelta. Se ha ganado un sitio en el once titular a través de una energía y una vitalidad que contagia a sus compañeros.
Tiene dieciocho años y hasta hace poco más de un mes pocos conocían su nombre, incluso entre los propios aficionados de su equipo. Sin embargo, siete partidos han sido suficientes para que Adalberto Peñaranda se haya convertido en la gran esperanza del Granada a través de la cual se busca la permanencia en la categoría.
Debutó en Liga el 22 de noviembre ante el Athletic Club en un partido que su equipo logró vencer para llevarse tres puntos importantísimos. En ese encuentro ya se mostró lo suficiente como para repetir en el once la siguiente semana y Sandoval no dudó en apostar por él. Al fin y al cabo era una bocanada de aire fresco para una delantera en la que El–Arabi parecía ser el único argumento de peso en un combinado falto de pegada.
Así, participó en los siguientes partidos del conjunto andaluz tanto en Liga como en Copa del Rey consolidándose como pieza titular en los esquemas del entrenador pese a su evidente bisoñez. Fue en el duelo directo ante el Levante cuando se coronó anotando un doblete que daba el vital triunfo Granada a domicilio.
Peñaranda es un delantero corpulento, con una buena planta y gran envergadura. Es capaz de zafarse entre los centrales y con la pelota en sus pies no es nada tosco. Sin embargo, ha sido su espíritu luchador y su energía revitalizante lo que ha levantado al Granada. El ‘efecto Peñaranda’ ha levantado al bloque granadino. Saber contrarrestar la intensidad que propone el joven venezolano será clave para que la Unión Deportiva Las Palmas logre frenar a los de Sandoval en lo que será un partido de seis puntos, los tres que se ganan más los tres que deja de sumar el rival directo por evadir el descenso.