El año 2015 ha dado para mucho en la UD Las Palmas, ha ocurrido todo tipo de situaciones, entre otras, un cambio de entrenador. Con el equipo ya en Primera División y tras varios tropiezos, Setién sustituyó a Herrera con la misión de salvar al equipo.
La primera vuelta de Paco Herrera en la Liga Adelante fue impecable. Histórica. La ilusión del ascenso tras el batacazo del Córdoba volvió de forma brusca, a golpe de victorias y lideratos. Con el 2015 las cosas se complicaron, aunque se empezó el año ganando. Roque y Nauzet Alemán pusieron los goles para batir por dos tantos al FC Barcelona B, fue la primera victoria en este año.
En la segunda vuelta reaparecieron los fantasmas de antaño, el equipo perdió ritmo, intensidad, esa chispa que había hecho que liderara la clasificación casi toda la primera vuelta. Jonathan Viera volvió a casa para devolver la brillantez al juego de la entidad de Pío XII. Le costó entrar pero finalmente su clase comenzó a imponerse y terminó siendo clave en una recta final extraordinaria.
Al final, los 78 puntos conseguidos en la liga regular no sirvieron para ascender de manera directa. Esa cantidad habría bastado temporadas atrás pero no fue suficiente esa campaña. Con el cuarto puesto asegurado, llegaba el momento de la verdad. Los partidos en semifinales ante el Valladolid fueron de los más serios, el nivel de la defensa amarilla fue magnífico. La final fue otra película, un primer partido desastroso y una respuesta inolvidable.
Viendo como el ascenso se esfumaba tras el 3-1 de La Romareda, al entrenador catalán solo le quedaba plantear un partido ofensivo, sin trampas ni trucos. Jugarse el todo por el todo, apostar por la casa. Eligió a Roque, que venía siendo un habitual en partidos anteriores pero además incluyó a Asdrúbal y no dudó en poner toda la carne en el asador. Se consiguió el ascenso de la manera más bonita posible, jugando bien, remontando y sufriendo. Era una justa recompensa para un club que había sufrido un duro revés el año antes. Otros no se levantarían de un drama de esas magnitudes.
Un entrenador que realmente supo fusionar el espíritu de cantera con los futbolistas de fuera. No era la primera vez que se visualizaba un equipo programado para ascender que poco a poco se desinflaba. Acabó con la negatividad que reinaba después de temporadas de fracasos y decepciones. Se marcó un reto, creyó en su grupo y trabajó hasta lograr su objetivo.
Herrera asumió el mando también en la Liga BBVA, su primer rival fue el Atlético de Madrid. Sorprendiendo a algunos, salió con cinco defensas, un poco extraño pero lógico teniendo en cuenta el rival. Lo realmente desconcertante es que fuera repitiéndolo encuentro tras encuentro, los puntos se escapaban aunque las sensaciones nunca fueron del todo malas. Cambió la fórmula que le había proporcionado el éxito e intentó recuperarla demasiado tarde.
La filosofía de Herrera había menguado con respecto a Segunda División. Los isleños practicaban un fútbol vistoso, de toque pero buscando siempre la verticalidad antes que la posesión de balón. No importaba tanto la forma si el fin se conseguía. Ocho partidos tuvo Paco Herrera antes de ser cesado, en una relación con fecha de caducidad desde antes del ascenso a Primera. Las buenas maneras ante algunos equipos como el Celta de Vigo o el Sevilla no convencieron a la directiva. Faltaba gol, solidez defensiva y materializar esa percepción de buen fútbol al mezclarla con una plantilla netamente canaria.

El nuevo inquilino
De la noche a la mañana se rompió el contrato con Paco Herrera y se firmó a Quique Setién como sustituto. El que fuera entrenador del Lugo no tardó en adoctrinar a sus pupilos con la exigencia en forma de posesión. Cualquier pase, desmarque o despeje debe tener sentido, más allá de la situación. Desde Varas hasta Araujo el toque del cuero no se negocia. Se llega tocando, sin prisas, sin problemas de volver a empezar. Esa tozudez ha dado algún que otro quebradero de cabeza a la defensa, presa de pérdidas en zonas sensibles. Pero los resultados fueron llegando.
Con los números en la mano, no hay duda de que el cántabro está logrando sacar más partido a la plantilla del que obtuvo Herrera. Ocho partidos del barcelonés se traducen en cinco puntos, con los mismos partidos Quique Setién ha alcanzado los ocho puntos. Si se suma la victoria ante el Granada ya son 11 puntos, unas cifras aceptables para un conjunto que lucha por mantenerse.
Se empezó el 2015 ganando y se despide de la misma manera. La UD Las Palmas sigue peleando por superarse una vez más. La esperanza sigue latente y qué mejor regalo que haber salido del descenso tras varias jornadas teniendo pesadillas. Seguro que el mejor presente vendrá en mayo, en forma de salvación. 2015 es el año de Herrera. Y el inicio de un nuevo proyecto con Setién al mando. El barco navega.