CONTRACRÓNICA | Es tal la diferencia de plantilla que existe actualmente entre el Sevilla y la Unión Deportiva Las Palmas que el partido entre ambos se decidió a favor de los hispalenses a través de la entrada al campo de dos hombres de banquillo que mejoraron a los que ya estaban en el césped. Unai Emery cambió el signo del choque con dos modificaciones y a los de Quique Setién, que habían plantado cara en el Sánchez Pizjuán, se les escapó de las manos un partido controlado. Luego, Prieto Iglesias también resultó decisivo con un penalti no señalado que habría dado vida a los amarillos.
Y es que hasta el momento en el que Vitolo y Krohn-Dehli ingresaron al terreno de juego, no sería descabellado decir que Las Palmas había merecido más que el flamante finalista de Copa. Con la nueva disposición táctica propuesta por el técnico cántabro situando un único pivote y dos hombres por delante, la UD pobló acertadamente la línea medular y desactivó a Banega, principal cerebro sevillista. Además, el plan se ejecutó a la perfección por medio de una presión alta, una línea defensiva buscando provocar el fuera de juego de manera continua y una buena concentración para salir rápido al contragolpe. Así se gestaron las ocasiones de gol de los canarios, que pudieron irse en ventaja al descanso de no ser porque la madera se alió con Sergio Rico para evitar el gol de Jonathan Viera.

Quizá por el cansancio de la Copa o puede que por el planteamiento de Setién, el Sevilla no estuvo cómodo sobre el terreno de juego en ningún momento. Emery lo supo ver y, para desgracia del conjunto insular, encontró la solución. Retiró a Reyes y Konoplyanka para dar entrada a Vitolo y Krohn-Dehli. No sólo cambiaban las piezas, también la propuesta. De buscar abrir campo con dos extremos, a combinar por dentro con dos peloteros, y el plan funcionó. Vitolo combinó con el danés y con Banega en la frontal y argentino anotó el primero y algunos minutos después también conectó con el ex del Celta para regalarle el segundo a Gameiro. Dos goles con indiscutible sello de los dos revulsivos.
Sin embargo, a priori, no sólo fue el acierto de Emery lo que decantó la balanza. Hubo una acción en área hispalense que pudo haber cambiado el guion del partido pero Prieto Iglesias erró en su juicio. Tana disparó en un intento de reacción de Las Palmas y Cristóforo desvió su tiro con la mano, una mano clarísima, un penalti incontestable, pero también una acción que el árbitro no vio o no quiso ver. Y de lo que pudo ser a lo que fue, de un penalti a favor que no se pitó a la sentencia del atacante francés del Sevilla que se produjo en la jugada posterior.
Suele decirse que los partidos de fútbol igualados se deciden por pequeños detalles y en esta ocasión la máxima se hizo realidad. Fueron dos decisiones – un acierto y un error – lo que provocó que el Sevilla se llevase un encuentro que se le había complicado en exceso. Emery acertó y Prieto Iglesias falló. El resultado: un partido más en el que Las Palmas pierde fuera de casa pese a hacer méritos para puntuar.