CONTRACRÓNICA | Ocho futbolistas en área propia achicando agua ante el empuje amarillo. Esa es la imagen con la que el Fútbol Club Barcelona, vigente campeón de Liga y Champions League, acabó su encuentro en el Estadio de Gran Canaria. Los de Luis Enrique ganaron pero sufrieron uno de sus partidos más complicados ante una Unión Deportiva Las Palmas que, con su fútbol, fue haciendo cada vez más pequeña y menos fiera a la bestia blaugrana hasta el punto de soñar con rascar puntos.
Pocos equipos en el campeonato español le proponen al rey de la posesión un encuentro basado principalmente en esa tenencia de la pelota como principal arma para hacer daño. Obviamente influye que no haya tantos conjuntos en la Liga con jugadores capaces de desarrollar ese estilo con la eficacia necesaria para que sea productivo pero la Unión Deportiva de Quique Setién es uno de los que va a contracorriente en ese aspecto. A base de un fútbol combinativo y una presión alta en campo rival, el representativo canario plantó cara al Barça en una batalla de la que pudo rescatar un botín en forma de puntos si la finalización fuese una virtud tan buena como lo es la asociación en los jugadores de la UD.
Las Palmas jugó ante el líder sin complejos y con el mismo esquema que en el Sánchez Pizjuán, pese a que se especulaba con la posibilidad de situar un doble pivote algo más consistente defensivamente. Con Roque Mesa como único pivote y con Jonathan Viera y Tana por delante formando un triángulo en el que la calidad para mantener el esférico queda asegurada, los amarillos plantearon un encuentro valiente y lograron que el Barcelona pasase más tiempo corriendo detrás del cuero de lo que habitúan a hacer. Porque en muchos momentos, Las Palmas fue mejor que el combinado blaugrana y dominó el choque a su antojo. El marcador, eso sí, a favor de los visitantes desde bien pronto gracias a la tremenda efectividad del tridente ofensivo formado por Neymar, Leo Messi y Luis Suárez que con media ocasión, son capaces de hacer gol.
Pese a comenzar por detrás en el electrónico, los hombres de Setién no variaron su plan y fue, precisamente, en base al juego de combinación como llegó el gol del empate de Willian José. Acción de toque generada en banda izquierda, asistencia de tacón de Jonathan Viera y fusil del brasileño para recuperar la ilusión. Tras eso, un dominio abrumador de pelota por parte de la escuadra insular que ganó al Barcelona en aquello que mejor saben hacer los actuales campeones: someter al rival a través de la posesión. En esa faceta hubo un nombre propio por encima de todos: Roque Mesa. El teldense se hizo amo y señor del centro del campo y cuajó una actuación de muchos quilates en todos los registros, tanto ofensivos como defensivos. Supo mantener la posición cuando debía, avanzó metros para buscar zona de disparo cuando las circunstancias lo permitían y, sobre todo, tuvo una dirección de campo perfecta a la hora de organizar el juego de los amarillos.
No sería descabellado decir que Las Palmas fue mejor que el ejército de Luis Enrique durante la primera parte pero, nuevamente, la balanza se decantó por el lado azulgrana con un gol de Neymar que vino precedido por una acción iniciada por Luis Suárez en fuera de juego. Sin embargo, fue en los últimos quince minutos de partido cuando la Unión Deportiva, en busca del empate, agigantó su figura al mismo tiempo que empequeñecía la de un Fútbol Club Barcelona que recibía continuos ataques en contra. La tuvo Momo, la tuvo Willian José y Araujo tuvo tres. Al final, ninguna de esas jugadas terminó en gol pero en todas ellas hubo un denominador común: el Barça juntaba hasta siete y ocho jugadores en área propia tratando de salvar un resultado que estuvo en peligro hasta el final.
Como siempre ocurre en estos caso, y cada vez más en los últimos tiempos, el que perdona lo paga. Y si bien los de Setién no lo pagaron en forma de un gol encajado – gracias a la tremenda actuación de Javi Varas – el castigo llegó con el pitido final del colegiado del encuentro. Se quedó sin tiempo la Unión Deportiva y el Barcelona respiró. El resultado fue injusto, Las Palmas mereció más. No hubo puntos pero sí se refrendó un estilo, ese que hizo temblar al gigante y que a punto estuvo de provocar un susto.