Marko Livaja: ni santo ni demonio, ariete

Marko Livaja / Gabriel Jiménez (udlaspalmas.NET)


El ariete croata ha pasado su primera temporada en España con números aceptables, pero muy marcados con varias acciones poco edificantes. Tiene contrato por tres temporadas más. 

El final de temporada ha dejado muy mal sabor de boca en la afición de la UD Las Palmas. De soñar con Europa tras completarse la primera vuelta, a esperar con resignación un abrupto final de curso liguero: el tira y afloja del entrenador, la falta de compromiso de algunos jugadores, el bajo rendimiento de algunos de ellos… Más sombras que luces a una temporada que, al fin y al cabo, se ha cerrado con el objetivo cumplido, el de la salvación.

No obstante, si de algo más también puede estar moderadamente satisfecha la UD Las Palmas y sus allegados es del rendimiento exhibido por Marko Livaja. Un jugador incógnita a su llegada a la isla debido a su historial que, pasado casi un año, ha generado una división de opiniones por lo aportado en la entidad de Pío XII.


En primera instancia tuvo que lidiar con Sergio Araujo por la titularidad y, más tarde, con Kevin-Prince Boateng. Sobre sus hombros, además, ha tenido que soportar toda la temporada la inevitable comparación con su predecesor, Willian José. En este sentido, el delantero de la ciudad adriática de Split ha firmado unos números similares a los del ariete brasileño pese a haber contado con menos oportunidades. Y es que en su única campaña como amarillo, Willian firmó 10 goles en 2.085 minutos, repartidos en 34 partidos de liga y copa (promediando un tanto cada 208,5 minutos).

Por su parte, el croata ha finalizado su primera campaña con 7 goles en unos inferiores 1.537 minutos, repartidos en 26 partidos del campeonato doméstico y del torneo del ‘KO’ (promediando un gol cada 219 minutos). Y todos esos goles resultaron vitales para sumar puntos: en Mestalla inició y cerró la remontada, en Mendizorroza y en casa contra el Leganés marcó los goles que significaron el reparto de puntos, en la 26ª jornada contribuyó a la remontada contra Osasuna en casa firmando el tanto del empate y, además, provocó un penalti en el empate 3-3 contra el Celta.

Asimismo, la aportación de Livaja también se ha visto en plano más generoso, el de las asistencias: una en la victoria por 5-1 contra el Granada, otra en el empate en El Sadar y la última en la victoria por 3-1 frente al Athletic de Bilbao. Una contribución, en definitiva, que tampoco se ha visto reducida únicamente a los números, pues su incansable trabajo –y no siempre reconocido– de desgastar a los centrales ha sido siempre positivo, como el de ofrecerse para combinar con los compañeros cuando faltan apoyos.

No obstante, su primer año en Gran Canaria quedará empañado por su desmedido carácter, tan particular en los Balcanes y que le ha costado perderse dos partidos por acumulación de tarjetas y los últimos cinco de liga por excederse en las formas en las que protestó una expulsión al colegiado. Algo que ha ensombrecido sus notables números este curso y que deberá corregir, de cara a una eventual próxima temporada, para que sólo se vuelva a hablar de su fútbol y no de si es un santo o un demonio.

Por Jaime Ojeda

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