La UD Las Palmas volvió a dejar un sabor de boca agridulce tras caer en casa ante el Eibar en un partido de luces y sombras. Ahora mismo, los amarillos siguen en medio de una nada donde las urgencias aprietan como un yugo.
La vida continúa igual. Por ahora, los resultados no acompañan y el juego tampoco. La UD sigue flotando en el espacio a la espera de algo que pueda socorrerla. El tiempo corre en su contra y, aunque ante el Eibar volvieron a verse cosas bastante positivas, ya no es momento para quedarse con sensaciones. Las Palmas tiene una soga al cuello que esta semana le apretará un poco más a la espera de lo que hagan sus rivales más directos.
Paco Jémez ha llegado para ayudar y su mano se ha notado. Los amarillos muestran otra cara durante muchos tramos de los dos partidos que, hasta hoy, ha vivido con el ‘Sargento de Hierro’ a los mandos, pero no ha sido suficiente. Para poder cambiar el rumbo la UD necesita mucho más y no lo está encontrando, una cuestión que puede ser lógica ya que la llegada de un nuevo técnico siempre conlleva un periodo de adaptación.
A pesar de ello es el tiempo, otra vez el maldito tiempo el que juega en contra de todo lo bueno que pueda o piense hacer Jémez por Las Palmas. La herencia recibida no ha sido buena y los milagros no existen. Es cierto que el entrenador grancanario está trabajando, está intentando sacar al equipo adelante sin ponerse excusas a sí mismo ni a sus jugadores, pero es evidente que cuenta con un hándicap que le perjudica.
Sin ese pequeño colchón de puntos o de jornadas no se puede sobrellevar un cambio de inquilino en el banquillo con más de garantía y eso es una piedra que llevar en la mochila en el camino que queda hasta el final de temporada. No se puede volver atrás en el tiempo y hay que convivir con la situación como se pueda, intentando también atraer a la buena suerte para que dé un empujón en las batallas que quedan por delante.
A la UD no le queda otra que aferrarse al trabajo y a la fortuna. Ahora mismo sigue en medio de la nada, en medio del espacio esperando su destino. En su mano está el poner todo el empeño posible para salir de ahí, pero va a necesitar algo más que eso. El tiempo vuela y, aunque ante el Eibar las lesiones pueden haber perjudicado al equipo, el reloj corre hacia atrás mientras a Las Palmas no le queda otra que intentar sobrevivir.