El zaguero granadino volverá a enfundarse la elástica de la UD Las Palmas este sábado en Montilivi con el objetivo de darle a la defensa amarilla el empaque que necesita en un encuentro bastante importante. Tras las buenas sensaciones el día de su debut también tendrá que asumir galones ante la ausencia de Bigas.
Campanas de guerra en Girona. La UD aterriza en Montilivi necesitada de urgencia. Con el equipo en la UVI y tras un resbalón sonrojante en Mestalla, la visita a uno de los equipos de moda del fútbol español es otra final más para Las Palmas. Y para puntuar ante la escuadra que dirige Pablo Machín los amarillos deberán dejar atrás todos los problemas defensivos que arrastran, algo en lo que Alejandro Gálvez puede ayudar.
El jugador cedido por el Eibar realizó un debut en el universo amarillo bastante notable. Aquel partido de ida de la Copa ante el Valencia fue su bautismo y, aunque cometió algún error, fue uno de los hombres del partido. Estuvo limpio en el corte, tanto por arriba como por abajo, aportó en la salida de balón y se mantuvo bien posicionado. Su aportación fue como un soplo de aire fresco en una zaga que buscaba un revulsivo.
Al lado de Pedro Bigas, Gálvez estuvo cómodo y jugando juntos ambos dejaron buenas sensaciones. Seguramente, ese fue el mejor encuentro defensivamente hablando desde que Paco Jémez aterrizase en la isla y, una semana después y dos parejas de centrales distintas más tarde, se puede observar que el granadino tiene toda la pinta de convertirse en pieza clave de la defensa que tiene la misión de salvar a la UD.
Sin embargo, el sábado estará solo ante el peligro. Con Bigas fuera por lesión, va a tener que asumir responsabilidades de más con el acompañante que le toque en un partido clave para el futuro amarillo. En su primera prueba demostró estar preparado, pero es evidente que ahora, con tres puntos en juego, la exigencia va a ser mucho mayor. Gálvez intentará acudir al rescate de la UD con la dificultad que eso, ahora mismo, conlleva.
