A pesar de que los problemas defensivos son el gran foco de atención de la actual UD, los amarillos tampoco están siendo todo lo contundentes que deberían a la hora de atacar la portería de sus rivales para hacer goles.
Para escapar del infierno Las Palmas necesita mejorar. Debe detener la sangría de goles que está recibiendo, pero también tiene que empezar a secar su pólvora ofensiva. Desde la llegada de Jémez la UD no ha conseguido equilibrar su situación ni en la tabla ni el césped y, con el grancanario en el banquillo, los amarillos sólo han sido capaces de disparar seis veces a puerta en los cuatro partidos que ha dirigido Paco.
Ante el Valencia en el Estadio de Gran Canaria disparó una vez, ante el Eibar también en casa lo hizo en dos ocasiones, en Mestalla repitió con otros dos tiros a puerta y en el descalabro de Montilivi ante el Girona sólo consiguió rematar en una ocasión. Con esos números en la mano, resulta complicado sumar los puntos necesarios para salir del descenso salvo que la zaga amarilla está construida de hormigón armado y no es el caso.
De esa manera, Las Palmas ha anotado con Jémez a los mandos dos goles, siendo uno de ellos desde el punto de penalti, con los que los amarillos han conseguido un empate y tres derrotas. Esta circunstancia es la que ha dejado a los grancanarios en una situación bastante complicada y prácticamente sin margen de error en esta segunda vuelta tras naufragar en sus dos últimos envites antes del cierre del primer tramo de competición.
Este aspecto ya fue detectado por el entrenador canario hace unas semanas cuando declaró en sala de prensa que a la UD le faltaba ser más agresivo en ataque: «Los jugadores tienen que cumplir con unos números buenos: Si somos capaces de hacer uno o dos tiros por jugador y uno o dos centros buenos, conseguiremos cambiar algunas cosas que no están funcionando», señaló en una rueda de prensa la semana pasada.
A pesar de ello, los cambios que pretende el preparador no se están viendo reflejados en el césped y el tiempo corre en su contra. Jémez tiene que trabajar tanto lo defensivo como lo ofensivo para sacar a Las Palmas de ese bache. Los números son paupérrimos y con Calleri como único nueve la mejoría se hace más cuesta arriba. La urgencia de cambiar cosas cada vez se hace más patente y las prisas no son buenas consejeras.
