La UD Las Palmas tuvo que lidiar contra un Athletic de Bilbao que encerró a los amarillos en su propia área y contra dos jugadores que fueron como un dolor de cabeza constante; Aduriz y Raúl García no dudaron a la hora de picar, incordiar y buscar a los jugadores amarillos con el fin de intentarlos sacar del partido.
El refranero español es tan amplío como rico. Sin embargo, no es oro todo lo que reduce, valga la redundancia. Por eso, el choque que enfrentó al Athletic Club de Bilbao con la UD Las Palmas fue un poco más allá del fútbol, ya que tanto Aritz Aduriz como Raúl García se encargaron de afear un encuentro entre dos clubes cuyas aficiones habían realizado una demostración de deportividad y hermandad antes del pitido inicial.
Desde los primeros minutos la personalidad de los dos delanteros del conjunto vasco se hizo notar. Ambos juegan con la baza de la experiencia y, sobre todo, con el saber dirigirse al colegiado para intentar sacar provecho. El esfuerzo por convencer al árbitro es constante e incansable, se dedican a campar a sus anchas por el terreno de juego en busca de una inmunidad que casi siempre suelen conseguir, como contra la UD.
El primero en intentar inclinar la batalla dialéctica en su favor fue Aduriz; el internacional español jugó con el teatro en un encontronazo con Chichizola y después la cogió con Gálvez. Las discusiones entre el central granadino y el ariete vasco se convirtieron en habituales durante todo el choque, sumando a la ecuación en varias ocasiones a Ximo Navarro para formar un trío de debate en el que había mucha sonrisa irónica.
Por su parte, Raúl García también bailó con todos los jugadores de la UD que pudo. Le daba igual que fuese defensa, centrocampista o delantero, lo suyo era estar en todas los fregados posibles. Cuantos más, mejor. Eso le llevó, por ejemplo, a protestar todo lo que pasaba a unos metros de su zona e, incluso, a coquetear con la amarilla hasta que en el minuto 76 terminó viendo una cartulina que mereció ver mucho antes.
Lo cierto es que tanto Aduriz como García no necesitan utilizar artimañas que están lejos de la deportividad. Su calidad está probada y la realidad es que no les hace falta provocar ni meterse en guerras que no merecen la pena. Seguramente, muchos jugadores de la UD Las Palmas soñarán con ambos esta noche, pero es evidente que hay un límite que tanto el vasco como el navarro sobrepasan con demasiada facilidad y, como en la noche de hoy, les sale demasiado barato.