Clarence Seedorf, ex jugador holandés de Real Madrid y Milán, es la pieza más brillante de un Deportivo de La Coruña que le eligió como el hombre sobre el que sostener toda la presión de salvar la categoría a final de temporada.
Clarence Seedorf fue un galáctico. Esa es la realidad. El que fuera centrocampista del Real Madrid y del Milán se ha pasó a los banquillos por esa obsesión de muchos futbolistas de seguir sintiendo el olor a césped en su carnes una vez ya no pueden jugar. Su currículo como jugador es excelente y, aunque eso no implica que tenga la capacidad de dirigir un vestuario, el holandés se ha formado con el objetivo de conseguirlo.
Su salto a los banquillos fue muy rápido porque nada más retirarse en el Botafogo brasileño accedió a dirigir a un Milán que estaba de capa caída. Con el holandés a los mandos el equipo consiguió sobrevivir en la Seria A italiana y se quedó cerca de alcanzar puestos europeos tras un inicio de temporada decepcionante. Posteriormente, dio el salto China a los mandos del Shenzhen, aunque su paso por Asia sería más bien testimonial.
Sin embargo, el reto que se le ha presentado a Seedorf con su fichaje por el Dépor es mucho mayor. Su llegada generó cierta expectación entre los aficionados, pero la realidad del conjunto gallego es tan complicada como la de Las Palmas y eso ha hecho que su aterrizaje se más agrio que dulce. El técnico nacido en Surinam ha cosechado 2 empates y 4 derrotas desde su aterrizaje, promediando 0.33 puntos con los blanquiazules.
Este escenario no es demasiado halagüeño y el cambio de rumbo que busca a darle a su plantilla está en el choque ante la UD. El holandés necesita un triunfo como el comer y quiere estrenarse ante los amarillos. Esa victoria, que sería la primera en su trayectoria en LaLiga, supondría mucho para su equipo y para sí mismo ya que, aunque como jugador lo fue todo aún sigue sin haber encontrado su sitio en los banquillos.