Un descenso que puede ser una victoria

CONTRACRÓNICA | Muchos aficionados están de acuerdo en esta lectura: el descenso a Segunda División puede no ser lo peor que le suceda a esta Unión Deportiva Las Palmas. La crisis del proyecto va mucho más allá. Pero si este ocaso sirve como acicate para acelerar un proceso de transformación profunda, tal vez terminemos por agradecerlo.

Se suele decir que tocar fondo es la mejor manera de volver a la superficie con mayor fuerza que nunca. Que se lo digan a la afición de la UD Las Palmas, que solo ha disfrutado de cinco años en la élite en las últimas tres décadas. Solo dos trayectos efímeros y más presencia en la división de bronce que en la máxima categoría del fútbol nacional. En esa en la que deberíamos ser un fijo.

Pero, ¿y si lo miramos con sangre fía? Una permanencia inmerecida podría justificar el pretexto para un proyecto continuista. Con una masa social no del todo descontenta y con los acomodados siniténdose como en el salón de su casa. En un mundo donde todos deben sentir la presión en cada minuto de su trabajo por la cantidad de gente a la que representan, los fracasos deben tener secuelas.

Tan importante es la autocrítica como actuar en consecuencia de ella. Miguel Ángel Ramírez, como reputado gestor, debería saber qué hacer. Ya no vale la frase de que el descenso no es tan importante porque no significa la desaparición del club. Porque la entidad va a la deriva y solo una metamorfosis integral podrá reconducir el rumbo. Si el descenso lo provoca, bienvenido sea.











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