El efecto Jémez, por Segismundo Uriarte

Artículo de opinión de Segismundo Uriarte Domínguez, escritor y abonado de la UD Las Palmas.

Evidentemente el fracaso de la UD Las Palmas ha sido el resultado de una serie de errores encadenados que se iniciaron desde el principio de temporada y que la dirección deportiva del Club no supo corregir a pesar de la evidencia. Se ha actuado a base de impulsos que han ido desgarrando la cohesión de una plantilla a base de diversos entrenadores que no han sabido estar a la altura de las circunstancias.

Uno de esos errores fue la llegada de Paco Jémez, un entrenador que vino como salvador y ha terminado muy lejos del objetivo previsto porque seguramente su manera de ser no es la más indicada para una situación que requería algo más que palabras. Entró en el equipo como un elefante en una cacharrería contribuyendo a aumentar el desconcierto en una plantilla con debilidad mental y, en muchos de sus miembros, con bajas dosis de profesionalidad.

Su actitud, un tanto vanidosa, le ha hecho rehén de la imagen que quiso dar a los demás, llevando a ocultar sus carencias y necesidades, con lo que se ha condenado a vivir una vida coreografiada, de cara a la galería, creándose una imagen de personaje y no de profesional eficaz. Como personaje, ha tendido a vivir pendiente de lo accesorio olvidándose de lo esencial que era formar un equipo. Se olvidó de pensar que había que poner el máximo empeño y entusiasmo en beneficio del Club y su masa social que son los únicos protagonistas. No ha tenido en cuenta que en su trabajo debía sobrar la vanidad porque la misma es un cáncer que es capaz de destruir las estructuras más firmes.

Es probable que esta actitud haya estado potenciada por algunos miembros del equipo directivo que han actuado como vasallos y han sido incapaces de cuestionar lo que este entrenador ha dicho o hecho. Una actitud vanidosa deja en la cuneta ideas y personas y aúpa a quienes no tienen otro mérito que haberle caído simpáticas o interesantes para su propio beneficio. A los vanidosos y a sus vasallos hay que evitarlos en cualquier organización. Esto puede ser difícil de lograr porque la condición humana tiene estos defectos pero ello no supone que el Club se haga el ciego, el sordo o el mudo. Es necesario que sea consciente de que este tipo de actitud negativa puede hacerle perder fuerza y credibilidad ante la afición. Y cuando se pierde credibilidad, su comunicación pierde eficacia.

Jémez ha creído excesivamente en sus habilidades y ha buscado la atención de los demás, disfrazando sus carencias para llevar al equipo para intentar conseguir la admiración, la valoración y el respeto de su entorno, cosa que, mayoritariamente, no ha logrado. Ha apostado por el culto a la imagen, viviendo demasiado pendiente de dejar claros sus méritos y ha pagado un precio muy alto y el equipo con él. Su vanidad es lo único que ha podido exhibir a lo largo del tiempo que ha ejercido como entrenador y ha puesto en evidencia a una dirección deportiva que no ha sabido estar a la altura de un Club que tiene que volver al sótano de la segunda división por sus errores e improvisaciones.

Paco Jémez no ha producido el efecto esperado porque, a mi juicio, no ha sabido hacer equipo, no ha tenido una comunicación eficaz que permitiera generar un impacto positivo en aquellos que le han rodeado. En el futbol como en toda normal relación humana la comunicación resulta fundamental para el buen entendimiento colectivo. Comunicarse es compartir mensajes en la búsqueda de lograr una conexión real entre dos o más individuos, para entenderse.

En la UD Las Palmas ha habido este año mucha improvisación y en el buen futbol jamás se improvisa, sino que se está lo suficientemente preparado, entrenado y comunicado como para sacar las jugadas necesarias y adecuadas a las situaciones diferentes que se presentan en un partido, es decir si se va a martillar hay que usar un martillo porque es la herramienta más adecuada para martillar. A la hora de analizar la labor de un entrenador, no sólo hay que ver la cantidad de veces que en los entrenamientos ensaya las jugadas, sino también la manera de comunicación que existe entre los jugadores para ejecutar adecuadamente en un partido lo ensayado en los entrenamientos

De manera regular, este técnico usa los gritos más allá que para hacerse escuchar, lo cual puede ser un error porque debe ser percibido por el jugador como un guía que llevara al equipo a la victoria por su visión y conocimientos, no como un ogro al cual no se le puede hablar y mucho menos escuchar. A la hora de hablar a los jugadores hay que distinguir entre carácter y locura. Hablar de forma concreta, explicativa y con instrucciones claras, ayuda a mejorar el entendimiento y hará, además, que los jugadores entiendan mejor, las charlas largas aburren. La comunicación va mucho más allá de entrenamientos intensos y enfrentamientos con jugadores y medios de comunicación. Esto no lo ha entendido Paco Jémez y así nos ha ido.

por Segismundo Uriarte Domínguez











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