Tras la victoria del Cádiz en el Sánchez-Pizjuán un porcentaje muy alto de la afición está pensando que el peor escenario imaginado está muy cercano. No es para menos: el equipo de García Pimienta encadena ocho derrotas consecutivas, lleva once partidos sin conocer la victoria y ha anotado un tanto en los dos últimos meses. Las sensaciones futbolísticas no requieren de más comentarios. Lo más parecido a un equipo en descomposición.
La autocomplacencia y egoísmo que ha abrazado el vestuario en estos últimos meses es absolutamente inadmisible. El orgullo de los jugadores y la capacidad del entrenador ha quedado en entredicho. A tres jornadas del final de la competición la Unión Deportiva Las Palmas tiene que mirar a los ojos al descenso y aceptar la realidad. Porque hay que cambiar el chip de inmediato. Ni mejores oportunidades profesionales, ni selecciones nacionales ni renovaciones que resuelven vidas. De nada sirve si nos vamos a Segunda. Debe volver la Unión y que el escudo esté por encima de cualquier individualidad.
El partido ante el Real Betis Balompié es una finalísima para la Unión Deportiva Las Palmas. Ante la presión que supone la actual situación y el ambiente pesimista provocado por el equipo –responsables en lo bueno y en lo malo–, no queda otra que apelar a los que nunca fallan: a la afición. Que con su aliento permitan dar ese plus a los jugadores para defender con concentración cada jugada o buscar la portería rival como el que se juega un campeonato. Pase lo que pase, se tienen el cielo ganado.
¡Vamos Las Palmas!
P.D. A los jugadores: demuestren que merecen esos contratos millonarios con los que sueñan. Cumplan con cabeza y corazón. Vayan a por la victoria.
P.D.2. Sr. Pimienta: este jueves podría ser su último partido en el banquillo. Demuestre que es un entrenador de élite. Salga a ganar. Sin experimentos.
