El épico empate a tres logrado ante el Celta de Vigo fue algo simplemente brutal, impresionante, maravilloso, inverosímil, alucinante… Y lo fue porque vino precedido de una primera parte donde nos pasaron literalmente por encima marcándonos al hombre, no dejándonos mostrar nuestro fútbol, a la contra y aprovechando nuestras debilidades defensivas en el intento desesperado por ir hacia arriba, pero en la segunda se vio todo un recital de entrega, creencia y un fútbol de muy altos quilates. La pena, que después de conseguir lo más difícil, no se pudo rematar la faena, pero tampoco nos vamos a poner muy tiquismiquis por ello.
Donde sí me pondré tiquismiquis es en el debate de la portería. Raúl Lizoain es un profesional intachable, un deportista ejemplar en cuanto a su comportamiento dentro y fuera de la cancha y una muy buena persona. Le admiro por estas cualidades. Pero le queda mucho, muchísimo para ser ese portero de garantías que para muchos sí es Javi Varas.
Nadie termina de entender que Quique Setién lo ‘limpiara’ del once sin motivos aparentes y con la desconfianza que aporta y los errores de bulto del canterano siga en sus trece y no de su brazo a torcer. Hace mucho tiempo dije que Raúl debería haber sido cedido para que tuviera los minutos que en la isla no podía obtener, pero no podemos pretender que los tenga ahora, del día a la noche, en Primera. La división con la grada no es buena para nadie y solo puede perjudicar al equipo y a los propios porteros. Creo que ya es tiempo de poner las cosas en su sitio.
por Rafa León
Redactor de Cadena Ser Las Palmas
Delegado en Canarias del Diario As