El efímero ‘efecto Márquez’

Foto: Gabriel Jiménez (udlaspalmas.NET)


El ya exentrenador de Las Palmas dimitió este martes tras 84 días al frente del banquillo. Márquez no ha tenido margen para actuar como le hubiera gustado y el efecto que hubiese querido dar al equipo no terminó de fraguar.

Manolo Márquez ha dejado de ser entrenador de la UD. Su periplo como técnico del primer equipo ha sido breve pero intenso. Empezó con ilusión y con una alargada sombra tras de sí de quien había dejado el listón alto. Quique Setién elevó a Las Palmas a lo más alto del panorama nacional, pero su sucesor tenía como principal misión pulir algunas ideas que no terminaban de convencer.

El juego que acostumbraba a realizar el conjunto amarillo tenía como gran protagonista al balón. No era enemigo Márquez de directrices como esa, pero era consciente de que había que transformarlo en eficacia, solvencia y solidez. Así, su principal meta fue dar forma a la defensa con la única incorporación de Ximo Navarro y empaque a un mediocampo con la baja de Roque Mesa.


El preparador catalán esbozó los primeros esquemas en pretemporada. Se veía un equipo menos preocupado por la posesión, al menos cuando fuera inútil para desarrollar jugadas con verticalidad. Clave fue la llegada de Calleri para empezar a concebir esto como una alternativa viable. El argentino encandiló desde su llegada y Márquez no dudó en hacerle fijo en el once.

Las incorporaciones de futbolistas como Rémy, Hernán Toledo o Tannane estaban llamadas a refrendar el plan de actuación que tenía preparado el entrenador. También ocurrió con Samper, que no ha podido debutar aún y lo hará ya sin el piloto que comandaba la nave a su llegada.

La ausencia de identidad

Si algo se le ha achacado a Márquez es no haber conseguido construir una identidad que generara confianza. La buena pretemporada colocó las expectativas en un lugar alto, pero el ritmo de competición mermó sus posibilidades de crecimiento. Parecía que el grupo iba progresivamente asimilando los automatismos que auguraban un buen futuro, sobre todo el de ser compactos atrás.

Sin embargo, cuando la sensación era de haber puesto los cimientos del cambio a nivel coral, volvían los fantasmas. Las Palmas se estrellaba contra un muro, sin alternativas, y el técnico se mostraba desbordado ante la tesitura. Su falta de experiencia pudo perjudicarle en términos de aplomo y seguridad, pero la manera en que fue contratado ya dejaba incógnitas. Seis jornadas después, se va con más dudas que certezas y con la espina de no haber tenido el marco de maniobra que desearía.

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