La UD visita este jueves el Benito Villamarín con lo que eso conlleva: Volver a verse las caras con un Quique Setién que está triunfando con un Real Betis con el que pelea por jugar la Europa League la próxima temporada.
El final de una relación es complicado de digerir. Hay quienes no lo superan nunca y otros que lo dejan atrás pasado un tiempo. Los días, las semanas y los meses hacen que se cierren las heridas y que se curen las cicatrices, aunque no siempre se acaba todo ahí. En ocasiones, en este tipo de contiendas hay un ganador y un perdedor, una cuestión que se puede trasladar a lo ocurrido en la ruptura entre la UD Las Palmas con Quique Setién.
El conjunto amarillo y el entrenador cántabro formaban un gran binomio que devolvió a la isla la ilusión por el fútbol. El ascenso a Primera División fue el primer paso para lograrlo, pero la llegada de Setién se convirtió en el empujón definitivo. El santanderino cogió a un equipo que iba penúltimo y lo terminó transformando en un producto de alta gama que consiguió reverdecer laureles en una competición tan despiadada como LaLiga.
A pesar de todo, el idilio se terminó desgastando y el técnico decidió tomar otro rumbo cuando el 17 de marzo de 2017 puso fin a su corta etapa en Gran Canaria. A partir de ahí, la caída libre de la UD se alargado en un sin fin de errores que han dejado claro que el club no tiene la gallina de los huevos de oro y que para poder competir en Primera hacen falta un proyecto donde tanto lo económico como lo deportivo deben ir de la mano.
Mientras Las Palmas se ha estado hundiendo, Setién tampoco lo estaba pasando bien en Sevilla. Su Betis arrancó bien aunque se fue diluyendo y en algunos medios se llegó a hablar de destitución. No obstante, el entrenador ha reconducido el camino y ha puesto a los verdiblancos en predisposición de luchar por un puesto en la próxima edición de la Europa League, encadenando a estas alturas de curso 5 victorias consecutivas.
De esa manera, puede ser comprensible pensar que con la salida del preparador el conjunto amarillo cometió un error garrafal a la hora de no llegar a un acuerdo que beneficiase a ambas partes. No obstante, como dijo Miguel Ángel Ramírez en su momento la UD Las Palmas «existió y existirá con o sin Quique Setién«, y la realidad es que el presidente tenía toda la razón del mundo cuando así lo expresó.
Sin embargo, el problema de la mala temporada no es que el cántabro no haya continuado, sino de una catastrófica toma de decisiones y una nula planificación que comenzaron con el adiós del ahora entrenador del Betis. Seguramente, si las cosas se hubiesen hecho de otra manera el presente y el futuro de la entidad insular podrían haber sido bastante diferentes estuviese o no Quique Setién a los mandos de la nave.
A lo mejor, si se le hubiese escuchado un poco más o se hubiese tenido en cuenta ciertas aspectos que el técnico consideraba importantes a la hora de edificar un proyecto la vida de la UD sería distinta. Nunca se deja de aprender y nunca se termina de saber, pero quizás en la zona noble del Estadio de Gran Canaria no quisieron ver que, para poder sobrevivir en un negocio tan voraz como el fútbol, no se pueden dejar cabos sueltos.
El próximo jueves Setién saldrá por el túnel de vestuarios del Villamarín con la idea de que su equipo sume otro triunfo y, de ese modo, se siga acercando a la gloria. Aun así, para muchos será protagonista por lo que pudo ser y no fue o por lo incómodo que va a ser para Las Palmas reencontrarse con un ex con el que no acabaste del todo bien, con un ex que, además, es el ganador moral de una batalla que nunca debió suceder.