España es un país peculiar. Es un oxímoron, entiendo. Una afirmación tan burda que nos avergüenza en cada manifestación artística de choriceo y picaresca. En Canarias no iba a ser menos. Históricamente las comunidades han estado regidas por caciques, capataces dictatoriales que han soslayado la voluntad del pueblo en pro de sus interesados designios. Y esos capataces también han existido en Gran Canaria: auténticos parásitos del erario público, abrigados bajo el poder regional de Coalición Canaria, y que han caminado a su antojo por distintas instituciones públicas.
Tras muchos años en el ostracismo mediático [N. d. C., busquen en Google, su presencia es anecdótica], el ínclito Gonzalo Angulo regresó hecho una fiera. Se desconocen sus intenciones tras retirarse plácidamente de la política, honorable oficio que dejó tras embolsarse durante varios años 60.000 euros anuales como asesor político de Paulino Rivero. Como ven, un envoltorio muy honorable. Como perciben, un actor que podría ser maestro de Ética por su sabiduría inabarcable. Atentos.
Hoy, tras insultar a la inteligencia de todos aquellos que sostienen que el Estadio de Gran Canaria es todo menos un recinto aprovechable, se despachó a gusto contra Miguel Ángel Ramírez. El ejercicio que interpretó en los micrófonos de la Cadena Ser es difícil de calificar. Demuestra una inquina y un afán de protagonismo insólito tras una trayectoria política repleta de sombras. Y una defensa a su obra maestra vomitiva. Una obra que no gusta ni a los atletas, ni a los futboleros, ni a los petanqueros, ni mucho menos a los aficionados.
Cabe recordar que el señor Angulo despojó vilmente a la Unión Deportiva Las Palmas del Estadio Insular. Fue el precursor e ideólogo del recinto denominado ‘Estadio de Gran Canaria’, que es de todo menos un orgullo para esta Isla. Sobre todo sintetiza una obra faraónica que obedece más a los sueños de un emperador que a los de un gestor del erario responsable. Colecciona el dudoso prestigio de haber manipulado a la opinión pública y controlado al Consejo de Administración de la Unión Deportiva Las Palmas —con el nombramiento de su marioneta, Luis González, como presidente— para firmar el traslado al escatológico recinto de Siete Palmas. Es el responsable, res-pon-sa-ble, de un error histórico que pudo acabar con la vida del que dice es el equipo de su vida.
Su recinto —el Angulo´s Arena, como se le denominó durante su construcción— costaría al ciudadano según el proyecto inicial 18 millones de euros. Hoy por hoy, acumula más de 80 millones de gasto. ¡Y no se ha terminado! Más de sesenta millones de euros de nada. Al limbo de las vergüenzas. Un episodio que no se ha investigado con luz y taquígrafos del que tan solo se han ofrecido justificaciones triviales. Verdaderos insultos a la transparencia democrática y a la inteligencia del ciudadano.
Gonzalo Angulo es todo eso. Y puede evolucionar. Hoy se ha erigido motu propio, como si la memoria fuera volátil, en ejemplo de una política responsable, mesurada y por el interés del pueblo grancanario. Quizá piense el señor Angulo que el hecho de abandonar su militancia elimina el paso por el purgatorio a colación de sus controvertidas decisiones políticas. Hay que tener la cara dura, con perdón. Tan dura como el hormigón del recinto de Siete Palmas en el que soñó tener su propio trono. La nostalgia, que a todos nos golpea.
por Miguel Hernández
@mhernandez
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