Era la última pregunta de la rueda de prensa posterior a la victoria ante el Numancia. Juan Luis Monzón, compi de Canarias Radio La Autonómica, hacía la pregunta que pululaba por todas nuestras cabezas tras ver la buena primera parte del equipo amarillo. «¿Ha vuelto la Unión Deportiva?» En el aire, para darle de volea, Lobera definió bien: «Nunca se ha ido», respondió. Quizás es cierto que Las Palmas nunca se fue. No estaba muerta, pero en la parranda en la que se encontraba el equipo no era buena para acabar bien la temporada.
No se fue, pero estaba ido. El equipo no era el mismo que empezó enamorando y el que, después de una siesta de catorce partidos, volvió a ilusionar. Estaba en un letargo que aprovechó la Ponferradina —que pasaba por allí— para devolver los murmullos a la grada del Estadio de Gran Canaria. No había juego —ni bonito, ni feo—, era simplemente una caricatura de lo que puede y debe ser este equipo.
Fue Lobera quien se dio cuenta. Es de sabios rectificar, y el técnico amarillo en eso ha sido honesto. No tiene ataques de entrenador y es el primero en asumir sus errores. Mete en el barco a todos porque sabe que es un barco grande y que hay mucho espacio. Desde principio de semana ha ido puliendo la ‘revolución’. Nauzet Alemán más arriba —donde hace daño— y Javi Guerrero con libertad para abrir espacios. También se ‘cargó’ a Hernán Santana, que para ser francos no estaba haciendo buenos partidos, y metió a Vicente Gómez, que esta vez si demostró que es un futbolista válido. Una pena la expulsión.
Movió piezas, cambió el dibujo y, sobre todo, la forma de jugar. La primera parte fue una lección de cómo se debe afrontar una final. Los jugadores ayudaron porque se dejaron la piel en cada acción, hasta que el cansancio hizo mella. Nauzet hizo de Nauzet y Momo, de Momo. Los pesos pesados dieron un paso adelante y asumieron la responsabilidad. Lo demás es fútbol, y este equipo tiene mucho. Si Las Palmas juega como en la primera parte pocos equipos podrán toserle en el play-off. Lo primero, entrar. Después, volveremos a soñar. Porque no es más optimista el que cierra los ojos y sueña a lo loco, sino el que se da cuenta de sus errores y hace por arreglarlos.
[box size=»large»]por Jesús Izquierdo
@jesus_izdo
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