Hace algún tiempo, una frase similar al título con el que reza este artículo se hizo famosa como eslogan de una campaña de abonados del Atlético de Madrid. En esencia, la idea a transmitir era que a pesar de las desgracias y penurias del equipo rojiblanco, existía algún motivo por el cual sus aficionados se contaban por millares. Al Atleti le llamaban el Pupas porque, según cuentan sus fieles, el sufrimiento esta ligado a la entidad madrileña. Muy bien, me río yo del sufrimiento de los aficionados del Atlético. Ellos no saben lo que es ser de la Unión Deportiva Las Palmas.
Porque sólo la Unión Deportiva es capaz de llevar al límite la resistencia cardíaca de sus seguidores de la manera que lo hace, sólo este equipo hace padecer a los suyos un sentimiento de angustia constante y de tensión irracional, sólo Las Palmas puede perder el ascenso en el último minuto del último partido, sólo este club te obliga a vivir tres play-offs de manera consecutiva, sólo este grupo de jugadores que defienden la camiseta amarilla puede permitirse el lujo de no marcar ni un gol ante un rival con nueve jugadores tanto en la ida como en la vuelta, sólo con este equipo ocurre que se desperdician todas las oportunidades del mundo y se falla un penalti en el tiempo de descuento. Sólo la Unión Deportiva Las Palmas te hace descubrir de manera empírica la delgada línea que separa el éxtasis del fracaso… si te provoca todo esto ¿por qué hay tantos que somos de la Unión Deportiva?
Pues bien, desde el momento que una persona decide alentar al representativo de Canarias firma un contrato invisible en el que acepta una serie de cláusulas que forman parte de su idiosincrasia. Yo imagino algo así como: «Si firmas, aceptarás sufrir de manera indefinida. Aceptarás muchos fracasos y pocos éxitos pero cuando la gloria llegue, su satisfacción y alegría no tendrá parangón».
Todo esto se me pasaba por la cabeza cuando salía del Estadio de Gran Canaria el pasado sábado después del encuentro de vuelta ante el Real Valladolid. Acudí en busca de mi padre, quien me esperaba fuera con el semblante satisfecho por el pase a la final. «¿Qué necesidad hay de sufrir de esta manera», le dije. «Eso es así, siempre es lo mismo con este equipo».
No le faltaba razón. Quedan 180 minutos para saber si la Unión Deportiva Las Palmas competirá o no el próximo curso en Primera División. El partido de vuelta se jugará en el Gran Canaria, todo parece de cara y hasta parece que el guion estaba escrito así en el destino para que el círculo se cerrase. Pero no nos engañemos. Aceptemos que vamos a sufrir, que hasta el último segundo no estaremos tranquilos, que todo puede pasar y que el desenlace puede no ser el deseado. Entonces, sabiendo todo esto, ¿por qué somos de la Unión Deportiva?. Sencillo. Cuando lo eres te das cuenta de que hay muy pocas cosas más bonitas en el mundo.
por Nauzet Robaina @NauzetRo
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