Javi Varas: una profesionalidad felina

Javi Varas en su visita al Gran Canaria con el Real Valladolid / udlaspalmas.net


PERFIL | Existe una estirpe de futbolistas que, más allá de sus cualidades técnicas, inspira en los aficionados una sensación de suave tranquilidad; de que es la portadora del paracaídas por si el abismo aparece. Este fenómeno sucede porque no puede evitar disimular su profesionalidad, comúnmente envuelta en un halo de sencillez terrenal. Javi Varas, en Valladolid, demostró un compromiso, acompañado de rendimiento, que lo llevó a ser considerado el mejor jugador de una temporada decepcionante.

A Varas se le atribuyó desde su fichaje por los pucelanos una posición elevada en el engranaje de Rubi. Debía ser una de las caras visibles de un proyecto por volver de manera inmediata a Primera División. La suma de experiencia acumulada en Sevilla y en Vigo, además de unas aptitudes de sobra conocidas, ejerció de acicate motivador para una hinchada preocupada por la inestabilidad deportiva del club castellano en los últimos años. Y, tras la repentina salida de Mariño hacia el Levante, la solvente sustitución bajo los palos sirvió para alimentar la buena reputación de la dirección deportiva, capitaneada por Braulio Vázquez.

Varas debutó con la blanquivioleta en septiembre ante el Racing de Santander, entre una tormenta de nervios y vacilación en bastantes balones que debía atrapar. Cuando el Valladolid encaraba la recta final del partido, al portero sevillano se le escapó una pelota de las manos cuando se disponía a realizar una salida aérea. Al tratar de enmendar el error, cometió un penalti que le valió la expulsión. Un estreno opaco que afrontó como un reto añadido. Varas no contempló otra alternativa que superar las secuelas de la inactividad y, con el paso de los partidos y la llegada de resultados, fue creciendo dentro del campo.


El Valladolid fue adquiriendo una solidez defensiva, reflejada en los pocos goles que encajaba, que lo mantuvo en la zona alta durante toda la temporada a pesar de la dudosa trayectoria de juego. De hecho, Varas dejó la portería a cero en diecisiete ocasiones –tercer equipo menos goleado-. En gran parte, fruto de las asombrosas intervenciones del andaluz. En especial, en el tramo del curso en el que los blanquivioleta padecieron una sequía goleadora que los precipitó hacia la primera crisis, en noviembre.

Javi Varas jugó dos partidos en el Estadio de Gran Canaria la pasada campaña / udlaspalmas.net
Javi Varas jugó dos partidos en el Estadio de Gran Canaria la pasada campaña / udlaspalmas.net

Los dos empates consecutivos con Mirandés y Sabadell se lograron, en una cuota muy elevada, por dos paradas fundamentales de un futbolista que ya amontonaba actuaciones individuales muy destacadas. Era el más valorado por la afición, lo que incitó a dos sensaciones ambivalentes: sosiego por contar con un seguro bajo los palos, inquietud porque precisamente fuera el portero el jugador esencial y no un delantero o un mediapunta.

Al rendimiento individual se le unían muestras de humildad que no hicieron sino engrosar la concepción de la hinchada de que Varas era un hombre de club. «Cambio el ‘Zamora’ por conseguir el ascenso con el Valladolid”, expresó. El de Pino Montano, que terminó el curso como el integrante de la plantilla con más minutos, fue puliendo las dudas de los primeros partidos, reflejadas en especial cuando debía salir por alto y atajar balones aéreos.

Felino, dio muestras de que los reflejos que atesora, su principal cualidad, no se han difuminado aún. Desplegó un catálogo de intervenciones, tanto con estiradas como en acciones por bajo, en las que achicaba los espacios a los delanteros que lo encaraban.También se comprometió a ser la primera pieza en la salida jugada de balón, aunque uno de sus puntos más vulnerables sea el juego de pies.

Varas y el Valladolid, en parte, intercambiaron tendencias. Cuando el exsevillista se hizo con la titularidad, prácticamente asegurada desde el principio, los vallisoletanos obteníanpuntos auxiliados por un cóctel de solvencia, inercia y talento más individual que grupal.

Aunque Varas aún dejara ver señales de inseguridad. Sin embargo, el guion cambió con el tiempo y mientras los pucelanos iban perdiendo confianza, el nuevo portero de la UD fue agigantándose, sosteniendo puntos. Y terminó por encarnar dentro del vestuario la figura del creyente.

La confianza en el ascenso se depositaba, sobre todo, en él, que ejerció como una suerte de medicina para aliviar la angustia que nace de no tener nada bajo control. Varas amortiguó, tanto dentro como fuera del campo, la irrefrenable trayectoria indefinida del Real Valladolid. Y, por eso, porque demostró una profesionalidad felina, será recordado en el Nuevo José Zorrilla y avalado en Gran Canaria.

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Texto de Leandro Alba para udlaspalmas.net