No lo entiendo porque ese programa es un auténtico negocio que se vale de la ingenuidad de los televidentes para sacar sumas millonarias a través de las llamadas a los números 800 y los mensajes sms. En cambio lo respeto porque cada uno hace con su dinero lo que le venga en gana y lo gasta como mejor le parece.
Lo que me indigna de todo esto es contemplar como las instituciones públicas se implican en este juego, y con el dinero de todos los ciudadanos se dedican a pagar llamadas para votar, gastar dinero en publicidad en la prensa local y montar escenarios en determinadas plazas, con charanga incluída, para obtener votos en favor de un concursante de un programa de televisión. Esto sólo pasa aquí.
El Cabildo de Gran Canaria que a través de su Presidente niega tanto y tanto dinero para muchas cosas, se pliega ahora al juego de telecinco y se gasta el dinero de los grancanarios en ese montaje circense que tiene a media España pendiente de la televisión. Soria ya lo ha dicho, "no estoy para fabricar yogures" y privatiza Sialsa. En cambio sí está para pagar caprichos de unos jóvenes que por muchos votos que obtengan, dentro de unos cuantos meses pasarán al rincón del olvido de los que hoy se gastan sus cuartos en ellos.
Todo esto me venía rondando la cabeza desde hacía bastante tiempo, pero hoy me llevé una enorme alegría al ver que no era el único que pensaba así:
MANDARINES DE LA OT
José A. Alemán
La Operación Triunfo (OT) es un negocio privado. Fue, inicialmente, magnífico negocio que luego decayó, cosa habitual en este tipo de inventos que se procuran exprimir al máximo con estímulos adicionales. Como el filón del supuesto maltrato a Idaira que ha movilizado a los tinerfeños. Las llamadas desde Tenerife la mantienen en el programa y los contadores de llamadas telefónicas, que es lo que interesa a los organizadores, echan fuego. Por si fuera poca fogalera, las autoridades y corporaciones de la isla se sumaron con sus fervorines de aliento al Tenerife profundo para que llame sin descanso y vote por Idaira.
Antes de seguir adelante, aclararé que subrayar el carácter “privado” del negocio de OT no implica descalificación: sólo es un dato para resaltar el hecho de que se gasten dineros y esfuerzos públicos en un asunto que ha vuelto a aflorar el pueblerinismo chovinista.
Todavía perplejo ante el espectáculo tinerfeño, héte aquí que el Cabildo grancanario y el Ayuntamiento de Las Palmas se suman a la fiesta haciendo lo propio con el otro isleño de la OT, el grancanario Sergio Rivero. Ayer los periódicos insertaron en primera y a todo color la convocatoria cabildicia a una concentración de apoyo al jovencísimo cantante, en el que se incluía la expresa invitación a llamar por teléfono o mandar un SMS votando a su favor. “Gana Sergio” reza el lacónico mensaje a enviar que ha desplazado al racial “¡Arriba d’ellos!” de tiempos más felices. Con la costumbre que ha cogido Ricardo Melchior de echarle la pata por delante en todo, ha querido Soria compensar al menos la ventaja que le ha sacado en la OT. Son como niños.
Con el mayor respeto a las ganas y la ilusión que le ponen los jóvenes participantes, que ven en OT la posibilidad de un desarrollo vocacional que no encuentra otras vías porque esos mismos gestores públicos no las habilitan, hay que plantearse qué pintan en todo esto a las corporaciones canarias.
La OT, insisto, es, antes que nada, un negocio que se agota en el programa con las llamadas. Lo que tenga de oportunidad depende en mayor medida de que los cantantes, aparte de su valía y déjame entrar, cuenten con instrumentos propios de promoción. Quienes no los tienen, según me dicen, han visto que las extraordinarias promesas discográficas de OT quedaban en casi nada: las ventas del soñado primer disco no se correspondían ni de lejos al número de llamadas que los llevaron al triunfo y su tirada quedaba reducida a los estrictos límites del lugar de origen del ganador. Puede la OT ser una oportunidad, pero sin continuidad y supeditada a los intereses de sus organizadores y con esa condición de que el cantante se busque después la vida. Que será el momento en que ya no encontrarán dispuestos a Melchior ni a Soria. Como si lo viera.
Quienes tienen noción de cómo se planean estas historias mediáticas, saben que nada ocurre por azar. Es falsa la espontaneidad de las situaciones capaces de relanzar el invento. No me consta, pero sospecho, en virtud de ciertas experiencias, que la movilización tinerfeña fue efecto buscado para revitalizar la fórmula por expertos comunicacionales que nos han cogido el número a los canarios y supieron “fabricar” las circunstancias de los desprecios a Ibaira porque, tremendo sacrilegio, desafinaba. Incluso parece demasiado casual que sean precisamente una tinerfeña y un grancanario los que andan metidos en bola.
En el momento de escribir, no sé en qué terminará la historia, pero estoy seguro de que con el desenlace se procurará asegurar la próxima OT. De mantener el interés se trata, después de todo.
Hay que desearles suerte a Idaira y a Sergio aunque dejándole claro a los mandarines que una cosa es una cosa y otra cosa son dos cosas.
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