http://83.175.206.50/2006-02-05/tenerife/tenerife1.htm
Tenerife
Domingo, 5 febrero 2006
EDITORIAL
La perversidad del “gran” de Canaria, y un Estatuto que atropella a seis islas del Archipiélago
LOS TINERFEÑOS y los canarios en general daremos o quitaremos razones a nuestros políticos y responsables públicos en la próxima cita electoral, prevista para la primavera de 2007. Porque no sólo es preciso evitar que se mantengan privilegios a la isla de G.C. y que se produzcan más rapiñas a Tenerife y su provincia, sino que además hay que reclamar que se reponga de inmediato todo lo saqueado a la principal Isla del Archipiélago en los últimos años para alimentar la codicia de los políticos y dirigentes responsables de Canaria. Incluso la capital que tuvo Santa Cruz de Tenerife hasta 1927 cuando aún existía la provincia única de Canarias. Pero éste es otro cantar, aunque con el mismo estribillo.
Si la unión pasa por la fatalidad de la desunión, pues que las partes retornen a sus orígenes, que es la provincia única de Canarias. ¿Ilusos? Puede que sí, porque conocemos el origen fenicio y rapaz de los políticos y dirigentes amarillos, y de un inestable Parlamento regional. ¿Ilusos? No hay por qué, ya que lo que proponemos es rotundamente razonable. ¿O no lo es el que evitemos que se arrebate el Patronazgo General de la Virgen de Candelaria en beneficio de la Virgen del Pino de Teror? Ya lo dijimos en el Comentario del jueves y que hoy reproducimos en la página 4 para deleite, o amargura, quién sabe, de los lectores. Al igual que el magistral artículo de nuestro colaborador José M. Clar Fernández, que también podrán encontrar en la siguiente página.
¿Es que es de ilusos pedir que se suprima el calificativo o epíteto "gran" para que ninguna isla sea más grande y poderosa que las demás, justo cuando se busca la unidad? Ese "gran", repetimos, es inmerecido, engañoso, discriminatorio, voraz y falaz.
Todo cuanto apuntamos se mantiene en la actualidad por el mito que denunciamos, de la importancia del añadido "gran" a Canaria. Es un mito, con extensas ramificaciones, que no tiene justificación en ningún caso. Cientos de ejemplos podríamos citar de cambios toponímicos, y hasta del milenario latín de las misas hemos pasado a celebraciones en lenguas vernáculas.
Hablamos de cambios necesarios para la unidad, el equilibrio, la armonía, la paz y la justicia en el Archipiélago.
¿ILUSOS? Tal vez porque conocemos la leña política que nos atiza, pero reivindicamos en el nombre de la razón y de la justicia, como tantas veces hemos dicho. Si, desgraciadamente, en la reforma del Estatuto de Autonomía que se perfila se mantiene el "gran", el Estatuto quedará invalidado moralmente y se habrá cometido un gravísimo atropello a Tenerife y las cinco islas restantes del Archipiélago. Será, en definitiva, un Estatuto de Autonomía que favorecerá a G. Canaria solamente, por la gran mentira con que comienza.
¿Ilusos? Tal vez. Ya nos dieron una "paliza" en el Parlamento cuando se aprobó la Ley Universitaria, allá por los años ochenta, por culpa de unos cuantos canariones y de varios traidores elegidos por la circunscripción de Tenerife. Traidores, sí, traidores. Por eso los tinerfeños, con sus votos, podrán evitar una nueva injusticia, y los políticos de esta circunscripción, acompañados por otros de diferentes procedencias pero con sentido común y patriotismo canario, no canarión, podrán impedir que se apruebe un Estatuto de Autonomía injusto y falso, porque la democracia no debe permitir ni cometer atropellos. Y si se mantiene el "gran" será un atropello en toda regla. Este es el punto principal que hay que atender, y de ahí en adelante sólo deseamos que todo el articulado sea beneficioso para el Archipiélago en su conjunto y para cada una de las personas que habitan las Afortunadas. Tenerife no tiene por qué seguir alimentando a G. Canaria. Mantener en el Estatuto que se va a reformar el nombre de Gran Canaria es mentiroso y, por tanto, equívoco, discriminatorio, voraz y falaz. Es un fortísimo atropello institucional a seis Islas del Archipiélago.
Y REAFIRMAMOS que estamos hostigados por las huestes amarillas y por ciertos "corrales políticos", como el PGC, que se permitió el lujo de azuzar a las masas publicando la dirección de nuestro correo electrónico para que nos inundaran de insultos y desprecios, muchos de ellos procedentes de "señorías" de G. Canaria y otros tantos del "mogollón, gofión, canarión". Y, ojo, que no estamos hablando del noble pueblo gcanario.
Pero desde allá nos siguen llegando e-mail de apoyo, y por eso reproducimos en la página 4 de esta edición una carta remitida desde Las Palmas. Queda claro.
NOS LLEGAN, sí, infinidad de felicitaciones por el resurgimiento del pleito, porque éste parece que está haciendo reflexionar a los "nuestros", por su permisividad, y a los de allá, a quienes les corroe la envidia y por ello intentan destrozar a Tenerife, a la provincia tinerfeña y a sus gentes. A los políticos y dirigentes amarillos nos referimos –lo decimos una vez más–, no al pueblo llano. También hemos dicho que no queremos topar con la Iglesia, a la que algunos quieren enredar en el "pleito insular".
Qué pena, cuando Tenerife profesa tanto cariño a las Siete Islas. Tanto afecto a Lanzarote, hasta el punto de que un ilustre hijo de esa preciosa isla fue considerado siempre un auténtico tinerfeño: el físico Blas Cabrera. Incluso a Fuerteventura, esa bella isla desértica –ya no lo es tanto– con extensas y tranquilas playas que son un reclamo para los turistas. Y lamentamos que su montaña sagrada sea objeto de la imperdonable codicia política. Y hasta un majorero, Santiago García Sanabria, ha sido el mejor alcalde que ha tenido Santa Cruz de Tenerife en toda su historia.
Los de Las Palmas, el mogollón político, sin embargo, sólo quieren a G. Canaria y desprecian a las demás. Y el arreglo que preconizamos es lo que algunos llaman "resurgimiento del pleito". Que los nuestros sigan creyéndose sabios políticos y verán lo que sufrirá Tenerife.
Nos felicitan, decíamos, hasta tal punto de que nos sitúan como los únicos que defendemos pública y valientemente a Tenerife. Y nos animan también, tras el lamentable espectáculo vivido en el Parlamento por la bochornosa pregunta-intromisión presentada por ese partido regido por ex comunistas –NC-NGC– y la enfática y repetida respuesta de quien no debió jamas entrar al trapo, un gcanario, claro, en representación del Gobierno de Canarias. Este personaje puso énfasis en el "gran", "gran", "gran" que "falsea" el nombre de Canaria. ¿Repetirá tal realce cuando se trate de incluir un islote como la cuarta isla de esa provincia oriental? ¿Se dirá que no con intensidad a esa pretendida pretensión?
¿Y lo de las palmaditas que se daban y las sonrisitas que se cruzaban cuan chiquillos dos "señores" consejeros del Ejecutivo Autónomo? Y eso no lo decimos sólo nosotros, sino un diario canarión. Pues sí, se trata de enemigos de Tenerife, que los hay por doquier y en cualquier punto de nuestra geografía. Y en la prensa amarilla, montones, y a diario.
A PROPÓSITO de unas informaciones aparecidas en un periódico de la tercera isla –tercera, monseñor, tercera, vaya conociéndonos. Internet no refleja nuestra esencia, el cómo somos y el cómo son–, periódico que tanto está divulgando nuestros editoriales, comentarios, etc., nunca hemos dicho que se pretenda "cerrar" nuestro periódico, sino amordazarnos, que es distinto, pues el terror que pretenden imponer esos políticos y dirigentes canariones no puede llegar a tanto. Y en este punto, por prudencia, silenciamos, por ahora, un caso de verdadera infamia política.
Vaya por delante nuestro respeto al consejero de Presidencia y Justicia, señor Ruano, y al Parlamento, pero para ciertas actuaciones políticas, nuestra más enérgica repulsa. Algún día detallaremos algunos errores o torpezas políticas, de gravísimas consecuencias, que hoy callamos también por prudencia.
EL DÍA nunca, jamás, ha buscado el enfrentamiento. Sencillamente, se ha preocupado de Tenerife, de la provincia tinerfeña y de todos los habitantes del Archipiélago. Y ha intentado, con propuestas y reflexiones, que se haga justicia, que se equilibre y que todos convivamos en paz.
Otros, sin embargo, se empeñan en tergiversarlo todo para enfrentar a los canarios, y a los hechos de las últimas semanas nos remitimos. ¿No es así? Porque nuestro único "delito" fue proponer, en pro de la justicia y de la unidad, que se suprima el "gran" a una isla que no lo merece, porque se lo añadió a sí misma hace tiempo. Y mantenemos nuestros planteamientos.
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Con todo respeto a monseñor Cases: hoy le dedicamos nuestra página 4 para ayudarle a conocer Canarias. Cuando la conozca mejor, confiamos en su bondad para que nos diga si el "gran" que lleva Canaria es justo, pacífico, armonioso, y propicia la unidad del Archipiélago. Y, sobre los Obispados, le recomendamos la lectura de la obra de Juan Núñez de la Peña. Una parte preliminar la puede encontrar en la página 4 de EL DÍA del jueves, 2 de febrero de 2006. Ahí hallará también las referencias de esta "muy poderosa" Isla de Tenerife.
Por favor, que alguien le facilite este Editorial, que no es el más contundente de cuantos hemos escrito hasta hoy.
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En la edición de hoy reproducimos varios artículos de interés para los lectores, tanto en la página 4 como en la 5.
En la 5 podrán encontrar una reproducción de la página que ayer sábado publicó un diario de LPs de GC, para ilustración de nuestros lectores y de los políticos y dirigentes de Tenerife y de su provincia. Observen, por favor, que no se hace mención a las Patronas de La Palma, La Gomera y El Hierro.