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Capítulo I
Capítulo II - Capítulo III

"Situación del contexto futbolístico Insular a finales de los años cuarenta"

Es de todo punto y necesario glosar en ésta web la excelencias y hazañas del fútbol canario, desde sus albores a su pasado presente.

Canarias ha sido pródiga dando valores al fútbol nacional, y desde el debut del mítico Padrón "el sueco", en el año 1928, ha visto su número incrementado considerablemente: Luis Valle, Ilario Marrero, Arochita, Campos, Arencibia... Las figuras más representativas de nuestro balompié han emigrado a la geografía peninsular de forma constante a lo largo de los años, sin haber sabido crear los medios suficientes para cambiar el rumbo de los hechos.

Concluido el paréntesis de la guerra civil, el fútbol en las Islas recobraría de nuevo todo su antiguo esplendor y, la cantera canaria volvió a producir, como por generación espontánea, jugadores de gran calidad técnica que pasaban a engrosar las filas de los cinco clubes que componían la primera categoría regional: Marino, Victoria, Gran Canaria, Atlético y Arenas.

Las competiciones se desarrollaban en medio de una gran expectación y los clubes, aunque con dificultades, cubrían las necesidades y objetivos previstos. La afición acudía en masa al estadio Pepe Conçalves para ver a sus ídolos, y aquellos encuentros de gran rivalidad quedarán indelebles en la memoria de todos los allí presentes. Sin embargo, en éste momento cumbre de nuestro fútbol no duraría mucho. La extraordinaria clase de aquellos jugadores y el nivel tan alto que alcanzó la competición regional trascendería más allá de nuestras fronteras, llegando a oídos de los clubes más poderosos de la península, quiénes comenzaron a demandar los servicios de las figuras más destacadas. Ésta demanda iría en constante aumento, llegando incluso a algunos clubes peninsulares a enviar delegados y ojeadores con objeto de observar a jugadores de la segunda y tercera categoría regional.

Dado que éstas ofertas no podían ser igualadas en ningún modo por los clubes locales, se iniciaría un éxodo masivo de los jugadores canarios a la península, favorecido, en parte, con la creación de las nuevas líneas aéreas y sus vuelos regulares desde las islas.

A título de curiosidad, y para que sirva de referencia a los lectores, haremos mención, solamente de los canarios que figuraban en equipos de primera división durante la temporada 1948-1949.

 

Español

Tarragona

Madrid

Oviedo

Atlético

Celta

Málaga

Hernández

Gallardo

Molowny

Zuppo

Oreja

Durán

Torres

Oramas

Perdómo

Cabrera

-

Farías

Servando

Beneyto

-

Roig

-

-

Mujica

Pepín

Nobregas

-

Cedrés

-

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Lobito

Polo I

Acosta

-

-

-

-

El Palmero

Mesa

Elzo

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Silva

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Como consecuencia de ésta emigración masiva de valores canarios, la situación global de los cinco clubes históricos fe esmerando día a día. La nueva legislación de contratos establecida por la R.F.E.F. (Real Federación Española de Fútbol) no serviría sino para agravar la situación de éstas entidades modestas dado que tenían una duración de sólo dos años, facilitando, la dispersión progresiva, y dificultando la labor de la cantera de los equipos, después de haber invertido en su formación, veían como instituciones más poderosas recogían los frutos de su abnegado esfuerzo y trabajo. Los equipos regionales de las islas observaban que sus plantillas quedaban mermadas de forma ostensible y por ende las competiciones perderías en calidad y emoción, las taquillas eran muy reducidas y los jugadores profesionales se veían obligados a rebajar sus emonumentos e incluso con donar fichas, retirándose muchos valores a no deslumbrar una salida a su pretoria situación profesional.

A todas estas visitudes había que añadir la agravante de jugar todos los partidos en un único escenario: Estadio Las Palmas (Estadio Insular). Éste había sido construido para paliar la necesidad de los terrenos de juego en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, recogiendo la herencia del añorado Pepe Conclaves. Los ingresos por taquilla eran ínfimos teniendo en cuenta las necesidades apremiantes de los clubes, y éstas cantidades habían de ser distribuidas equitativamente entre los cinco equipos que integraban la primera categoría regional llegándose a una situación límite de su existencia.

Ante ésta inarentable realidad, Don Eufemiano Fuentes Díaz, presidente del Marino Club de Fútbol, se desplaza a Madrid llevando una propuesta a la R.F.E.F. En ella se planteaba un cambio en la legislación de contratos con una duración mínima de 4 años. Del mismo modo, proponía una reglamentación distinta, diciendo que se enviará una circular a todos los clubes españoles, prohibiendo el éxodo masivo de los jugadores con la salvedad de las primeras figuras y aquellos que por su parte y por su edad había pasado el período de formación. También se reivindicaban la subvención especial, considerado nuestro particular enclave geográfico y el cariz irreversible en que se hallaba inmersa nuestra competición regional. A pesar de las múltiples y reiteradas frases de aliento por parte de los máximos mandatarios de la R.F.E.F. Todos estos acuerdos fueron dilatándose, para quedar finalmente acabados.

Mientras tanto, los clubes Gran Canarios continuaban incrementando paulatinamente sus deudas, siguiendo su inevitable curso hacía la desaparición. Es aquí, de pronto, ubicado en éste contexto específico cuando surge la figura de dos Gran Canarios de pro. Dos figuras irrepetibles que habrías en convertirse por derecho propio en los auténticos artífices por la creación de un equipo único formado por 5 clubes legendarios, y formados mediante la renuncia de todo un contexto y pasado histórico. A través de un proyecto de fusión. Sus nombres quedarán impresos con letras de oro en las páginas del fútbol canario: Manuel Rodríguez Monroy y Adolfo Miranda Ortega.

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